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SUSCRIBIRSEEste artículo es parte de la edición de abril, 2019
EL “MANDO” DEL POLLO
Hace poco menos de un año una información de prensa nacional encabezaba un largo artículo con la afirmación de que “el pollo industrial a precios bajos manda en España”, lo cual, aun siendo cierto, admite algunas consideraciones por parte de quienes hemos vivido el crecimiento de este sector y tenemos abiertos los ojos a lo que ocurre en otras partes del mundo, dentro del sector cárnico.
Sobre el como manda este pollo “industrial” -y recalcamos el entrecomillado para destacar que con el mismo es habitual referirse a nuestro broiler- no nos vamos a extender. Aunque sí recordar un reportaje nuestro, en la sección de marketing del pasado septiembre, sobre la presentación del pollo en los supermercados, destacando la abrumadora preponderancia de los despieces, con el cada vez menor espacio reservado a las canales enteras, pero en todo caso con unos precios muy por debajo de cualquier otro producto cárnico de las restantes especies de ganado...
Sin embargo, lo que entonces no se abordaba era la creciente presencia de los “otros” pollos en los mercados, llámeseles “certificados”,”naturales”, camperos, ecológicos o de cualquiera de las mil formas en que la imaginación de sus productores y/o los técnicos en marketing idean para atraer mejor a los compradores. Nada a objetar al respecto, a menos que se empleen unos términos que induzcan a la confusión de los compradores. Y tengamos en cuenta, además, que se trata de un sector “alternativo” con tendencia a ir creciendo.
De todas formas, fuere el que fuere el tipo de pollo que consumimos, el último informe sobre el consumo alimentario en España -Ministerio de Agricultura, 2017- nos confirma que la carne fresca de pollo es la más consumida en los hogares, con una aportación del 37,2 % del total en cuanto a su peso, seguida de la de porcino -con el 29,3 %-, aunque luego se inviertan las cifras al tratar de sus precios -25,7 % y 28,9 %, respectivamente-. Y aunque ello no refleje el consumo real que tenemos, al basarse en lo hallado en las encuestas y no en la producción, con la incorporación de lo importado y la deducción de lo exportado, se trata de un buen indicador de ese “mando” de nuestro pollo en el mundo de las carnes.
Por otra parte, a nivel mundial el papel de nuestro pollo también se ha afianzado, según nos muestran los últimos datos de la FAO al respecto, comparando la proporción de carne de ave producida en dos momentos diferentes del pasado y la proyección para el futuro:
En 1990, el 23,3 % del total, y en tercer lugar, tras el porcino y el bovino,
En el 2010, el 41,3 % del total, ya en primer lugar, con un 77 % más que en aquel.
En el 2027 -el último año de la previsión contemplada-, el 52 % del total, muy por encima de las otras especies.
De todas formas, permítasenos aclarar que en este caso hablamos de carne de ave en general, no solo de carne de pollo y que aquí habría que considerar lo que ha aumentado también el consumo de carne de pavo y, más que nada, el considerable aporte de la carne de pato, preponderante en China y otros países asiáticos. Pero, aún así, no cabe duda de que el “mando” del consumo cárnico en el mundo lo ha asumido ya nuestro pollo y seguirá ostentándolo en el futuro.