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SUSCRIBIRSEEste artículo es parte de la edición de julio, 2021
«Resiliencia»
Resiliencia es la palabra del momento. Según la Real Academia de la Lengua es la “Capacidad de un material, mecanismo o sistema para recuperar su estado inicial cuando ha cesado la perturbación a la que había estado sometido”. Parece que tendremos que aplicarla con frecuencia a nuestra vida en los próximos meses. Salimos – o eso creemos en estos momentos – de un año de pandemia que ha roto casi todos los esquemas previos sobre salud, economía y mercado.
Como sector alimentario, el del huevo no ha sido el más afectado, teniendo en cuenta los datos de compra y consumo de huevos en los hogares, un 17% más que el año anterior, que le han ayudado a sobrevivir mejor que a otros, aunque no ha compensado la caída de ventas de los ovoproductos. Como los males no suelen venir solos, la avicultura europea sufre desde otoño de 2020 el episodio de mayor incidencia de influenza aviar de alta patogenicidad de los últimos años, por número de aves y países afectados.
Una incertidumbre añadida. Los precios de las materias primas para pienso se han disparado desde la segunda mitad del 2020, y con ellos, los costes de producción. Las llamadas “buenas prácticas” entre operadores de la cadena deberían facilitar la transmisión de la subida de costes en origen. Pero no ha sido así…. La estrategia comunitaria “de la granja a la mesa” y su replanteamiento de la política agroalimentaria es otro elemento preocupante.
Las iniciativas sobre bienestar animal, uso de medicamentos, promoción de la producción y el consumo ecológicos, entre otras, no parecen coherentes entre sí. Probablemente generarán más rédito político que sostenibilidad del sector agroalimentario. Y su impacto puede amenazar la competitividad de la avicultura comunitaria.
Los productores de huevos están en plena reconversión de su actividad, y a mitad de camino les pueden cambiar las reglas: La cacareada desaparición de las jaulas parece más cerca tras la declaración del Parlamento Europeo a favor de la iniciativa “End the Cage Age”. Invertir en sistemas sin jaula no es fácil ni barato. Requiere planificación, tiempo e inversión. También coordinación entre los operadores de la cadena.
Imagen con el eslogan usado por los animalistas para exigir la prohibición de cualquier tipo de jaula en todas las producciones animales.
Lo mismo ocurre con la prohibición del sacrificio de machos de estirpes de puesta al nacer. Está ya en marcha en Alemania sin tener la solución técnica adecuada y con objetores al sexado in ovo, como los productores ecológicos. Y suma costes. La promoción de una alimentación más rica en alimentos vegetales y la reducción del consumo de los de origen animal está en marcha, con argumentos de medio ambiente, sostenibilidad o dieta, pero con una base más política que científica y mucho negocio en juego.
Afecta también al huevo, y tiene visos de venir para quedarse. Con tantas novedades a la vista, es complicado ser resiliente. Implica que “cese la perturbación” y “volver al estado inicial”.
No lo vemos por ahora en el horizonte… Dadas las circunstancias, a lo mejor se trata de ser resistente, sin más. A ver si lo conseguimos.”
María del Mar Fernández Poza Directora de ASEPRHU