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SUSCRIBIRSEEste artículo es parte de la edición de octubre, 2019
IN MEMORIAM
Las aviculturas alternativas pierden a uno de sus principales impulsores: Enrique García Martín
Conocí a Enrique García en uno de los últimos Cursos que mi padre, Federico Castelló, impartió en Barcelona a fines de los años 50.
Y aunque entonces apenas lo traté, ya habría algo que me llamase la atención en su persona para que, tras el repentino fallecimiento de mi padre, en 1973, inmediatamente pensase en él, como colaborador, por la responsabilidad que había asumido en la dirección de la Real Escuela de Avicultura, en parte por los aspectos docentes y en parte, también, por la actividad comercial inherente.
Así comenzó Enrique a trabajar en la Escuela, en parte como profesor en determinadas materias – principalmente en la producción de broilers – y en diversas clases prácticas, y en parte, también, a nivel externo, en la promoción y publicidad de la revista “Selecciones Avícolas”.
La experiencia anterior de Enrique García en avicultura era la de haber trabajado en la Cooperativa Agropecuaria San Isidro, del Instituto Agrícola Catalán de este nombre, al lado del veterinario Narciso Marcé, en sus visitas a los asociados a la misma. Pero al mismo tiempo colaborando con el también veterinario Carlos Aldea, que por aquel entonces estaba representando a la prestigiosa gallina Kimber en España, para ampliar sus conocimientos en el sector de la puesta, que en los años anteriores se había estado desarrollando espectacularmente en España.
Los 18 años transcurridos con Enrique García sentado en el despacho al lado del mío, en la Escuela, antes de que, en 1991, decidiese establecerse por su cuenta, con la fundación de su propia empresa, Proavial, significan mucho para profundizar sobre su capacidad y aptitudes en asumir las múltiples responsabilidades de su trabajo. Como docente, es de destacar la dedicación que prestaba a los alumnos de la Escuela, especialmente en las clases prácticas en la granja de la misma y en las “tesinas” que preparaban, en cuyo desarrollo se volcaba.
Miembro activo del comité organizador de la “Expoavícola” – luego “Expoaviga” – desde su inicio, en 1975, Enrique fue un eficaz impulsor de la misma durante toda su existencia, dedicando especialmente en sus últimas convocatorias a lo que ya era su gran pasión, las llamadas “aviculturas alternativas”. Efectivamente, al frente de su propia empresa, Enrique se dedicó de lleno a la promoción de este tipo de avicultura, siendo un verdadero pionero y autoridad en este campo. Así, en los años 90 sería nuestro principal colaborador en los cursos sobre las diversas facetas de las aviculturas alternativas que comenzamos a impartir en la Escuela, el embrión de las futuras Jornadas Profesionales que luego celebraríamos en otros lugares de nuestra geografía.
Su vocación por estos tipos de producción se vería culminada en el 2006, con la fundación de AviAlter, en muy buena parte idea suya, para agrupar a todos los interesados en la promoción de la crianza de todas aquellas especies avícolas diferenciadas de los pollos y las gallinas “industriales”. Volcado en ella, podría considerarse casi el “padre” de sus primeros estatutos, y primer Secretario de la misma hasta que, por razones de salud, tuviera que cesar prácticamente en casi todas sus actividades hace pocos años.
En resumen, la honestidad con que Enrique acometía todos sus trabajos, su conocimiento sobre las materias que abarcaba como consultor, su entusiasmo y dedicación al trabajo bien hecho y sus aptitudes como escritor y redactor de múltiples proyectos creemos que son unas características únicas en la persona que ahora nos ha dejado, tras una larga enfermedad. A Pilar, su esposa, sus dos hijas y sus cuatro nietos, seguro que les habrá dejado un legado imborrable, como a todos los que gozamos de su amistad.
José A. Castelló Llobet