Este artículo es parte de la edición de enero, 2021

Prevención del hígado graso en ponedoras

Dado que el sector del huevo se enfrenta a retos como el crecimiento significativo de la población, el conflicto entre alimentos/ alimentación y combustibles y un mayor compromiso con el bienestar animal, los ciclos de producción más largos son importantes para garantizar que la producción sea rentable y sostenible.

Cada vez más empresas de reproducción y productores de huevos están explotando a sus aves durante unos ciclos de producción más largos. La persistencia de la puesta en las primeras 70 a 80 semanas de edad sólo se puede mejorar hasta cierto punto. La mayoría de los avances en la producción se logran mejorando la persistencia en la puesta a partir de entonces.

A medida que se alargan los ciclos de producción, mantener un hígado sano se vuelve crucial para obtener un buen rendimiento. La razón de esto es que la salud del hígado tiene una fuerte influencia en la masa de huevos, la calidad de la cáscara y la persistencia en la puesta.

Esto es especialmente cierto a medida que las aves envejecen: Cuanto mayores son las gallinas, más masa de huevo han producido y más difícil es para el hígado mantenerse saludable. A las 90 semanas, una gallina habrá producido una masa total de huevos equivalente a más de 13 veces su propio peso corporal. La salud del hígado tiene un papel esencial en:

  • El metabolismo de las grasas;

  • El metabolismo de los carbohidratos;

  • El metabolismo de proteínas;

  • El metabolismo mineral, con el almacenamiento y liberación de minerales clave como el hierro y el cobre;

  • El metabolismo vitamínico y, en particular, la activación de la vitamina D3.

  • La desintoxicación.

 

¿QUÉ ES EL HÍGADO GRASO?

El mayor riesgo para la salud del hígado de las ponedoras en unos ciclos de producción más largos es la esteatosis hepática, o lo que se conoce como “hígado graso”, que no es más que la acumulación de lípidos en el mismo. En animales silvestres esta acumulación es una adaptación fisiológica a las necesidades energéticas en situaciones particulares, como la migración y la hibernación. Los signos del hígado graso son unas aves con sobrepeso con exceso de grasa abdominal, crestas y barbillas pálidos, disminución en la producción de huevos y aumento de la mortalidad. En la necropsia se observa un hígado agrandado, de textura blanda y de color amarillento, debido al exceso de almacenamiento de grasa y a veces con hemorragias, desde petequias hasta ruptura de la cápsula.

Los efectos negativos del hígado graso son una baja producción, mortalidad, mala calidad de la cáscara de huevo y mala conversión del pienso.

Hígado graso hemorrágico aviar La incorporación de grasas de mala calidad al alimento de las aves, unida a unos parámetros de alta energía, puede ocasionar una degeneración grasa del hígado. Este órgano presenta una consistencia friable y desarrolla, inicialmente, petequias que más tarde se convertirán en hígado graso hemorrágico, como puede observarse en la foto. Fuente: VeterinariaDigital.com

  Un hígado graso está en mal funcionamiento, por lo que el almacenamiento y la movilización de triglicéridos a la grasa de la yema y la formación de moléculas de transporte están afectados. Como resultado, las aves reducen su puesta.

Además, debido a que el hígado no es capaz de metabolizar la vitamina D, necesaria para el transporte de calcio al útero, la calidad de la cáscara disminuye. Los factores de predisposición para el hígado graso son:

  • Una alta temperatura;

  • Una elevada ingesta de energía, por dietas demasiado concentradas o un consumo excesivo de pienso, que también puede estar relacionado con la textura de éste;

  • La fuente de energía: el uso de carbohidratos – almidón – para la producción de la grasa de yema aumenta el esfuerzo metabólico del hígado en comparación con el uso de grasa;

  • Las dietas de maíz, por ser el nivel de colina de éste mucho menor en el mismo que en el trigo;

  • Aves grasas, que es un signo de desequilibrio entre el consumo de energía y las necesidades energéticas;

  • El sistema de producción, pues las gallinas en jaulas tienen una menor actividad en comparación con otros sistemas de alojamiento, con lo que sus requisitos de energía pata el mantenimiento son más bajos;

  • Las micotoxinas.

 

CÓMO CONTROLAR LA SALUD DEL HÍGADO

En primer lugar, es importante desarrollar una pollita grande, con una buena conformación, fuerte y magra. En la etapa de crecimiento hay que esforzarse en ello para recoger sus frutos en el rendimiento futuro en diversos aspectos y no sólo la salud del hígado. En la etapa de producción, es esencial mantener un equilibrio entre la ingesta de energía y los requisitos de ésta.

Al inicio de la puesta el llegar a un peso corporal correcto es clave y se recomienda utilizar un pienso con una energía más alta si es necesario, en dependencia de la ingesta. Después de alcanzar el peso corporal adulto, el objetivo es mantenerlo estable. Las aves grasas precisan un mayor mantenimiento y su producción es más costosa, siendo más susceptibles a desarrollar hígado graso.

En esta etapa, hacia el final de la puesta, utilizar piensos con un nivel de energía más bajo con un mayor contenido de fibra – hasta de un 6 % -, mediante cascarilla de avena, semillas de girasol, etc. Durante el período de producción, es esencial determinar el peso corporal con frecuencia y controlar la ingesta de pienso. Para mantener un hígado sano, uno necesita considerar las fuentes de energía en la alimentación, reemplazando los carbohidratos con grasa suplementaria, ya que el no aumentar el contenido de energía es útil para mantener un hígado saludable. La alimentación también debe incluir niveles adecuados de factores lipotrópicos como colina, vitaminas B12, B1, ácido fólico y vitamina E.

Los nutrientes lipotrópicos ayudan a catalizar el desglose de la grasa durante el metabolismo corporal y prevenir la acumulación excesiva de ésta en el hígado. La colina es altamente eficaz y está presente en una amplia variedad de materias primas, como las harinas de soja y de colza, pero una incorporación suplementaria siempre es beneficiosa para las aves en producción. La regla general para la colina adicional es un mínimo de 250 ppm en la crianza y entre 500 y 1000 ppm en la producción.

Un buen equilibrio de aminoácidos también es importante para prevenir el hígado graso. Estos aminoácidos son necesarios para el transporte de ácidos grasos al tejido adiposo.

Tener en cuenta que la masa de huevos, más que la edad, es el factor principal cuando se habla de los requerimientos en aminoácidos. Al examinar los requisitos de aminoácidos, considerar la uniformidad de la manada y utilizar un margen de seguridad más alto – del 5 % al 10 % – si la manada no es perfectamente uniforme a fin de garantizar que se cumplan los requerimientos de las aves con un mejor rendimiento.  

En resumen, la observación cuidadosa y el control del peso corporal de la manada es clave para la prevención del hígado graso. Las estrategias nutricionales adecuadas y la suplementación con agentes lipotrópicos pueden ser útiles para mantener un hígado funcional saludable.

Si uno está considerando alargar el ciclo de producción de sus gallinas, o si ya está haciéndolo, hay que asegúrese en controlar algunos de estos elementos clave de la función hepática para beneficio de la salud de las mismas.

    RAFAEL LERA Canadian Poultry, 107: 5, 26-27- 2020  

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