Este artículo es parte de la edición de abril, 2020

Maximizando el rendimiento del broiler

Tradicionalmente, se ha considerado el rendimiento en términos de resultado zootécnico. Factores como las ganancias de peso, la mortalidad o el índice de conversión se consideraban determinantes en el resultado, en la remuneración de granja o en el coste de producción de la compañía.

Por ello, los esfuerzos de los granjeros han ido en la dirección de reducir el índice de conversión, con la mejora de la velocidad de crecimiento, en la que influyen la genética, la alimentación y el ambiente, así como de la reducción de la mortalidad.

Sabemos que hay factores que ayudan a estos objetivos.

Una correcta densidad de población debe ser entendida como densidad real, es decir, no solamente en términos del número de pollos o de los kilos por metro cuadrado. Cuando consideremos la densidad hemos de tener en cuenta algunos aspectos como son la posible emigración de los pollos de unas zonas a otras de la nave, la disponibilidad real de comenderos o bebederos – incluyendo aquellos que no funcionan correctamente -, el estado de la cama en ciertas zonas o el momento de extensión de la zona de crianza, si no se hace en toda la instalación. En cualquier caso, para el granjero siempre es rentable maximizar la densidad de población. Lamentablemente, esto puede no ser malo para el resultado técnico, pero sí para la calidad de la canal, y veremos que esto será un grave problema.

«Maximizar la densidad puede no ser malo para el resultado técnico, pero sí para la calidad de la canal»

Una ventilación suficiente debe garantizar una calidad de aire excelente y una renovación adecuada del mismo. Pero debemos saber que una renovación suficiente de aire puede no ser bastante, si éste no se distribuye en forma correcta en toda la nave. Una calidad correcta del agua de bebida adquiere cada vez más importancia en la producción de pollos, más ahora que la utilización de antibióticos en granja pasa por un claro proceso de reducción.

En la producción actual el maximizar el consumo de los pollos es una importante ayuda para obtener unos buenos pesos.

Para ello debemos pensar no sólo en la presentación física del alimento, que es un parámetro cada vez más importante, sino también ofrecer a los animales un número suficiente de puntos de alimentación en cantidad y uso, estimular el consumo, particularmente en los primeros días, o asegurar en lo posible una temperatura adecuada del ambiente. Mantener la cama en las mejores condiciones también ayuda a este fin, aunque su importancia es mucho mayor en relación con los factores que afectan a la calidad de la canal. Todos estos son elementos de manejo sobradamente conocidos por los granjeros, que cada día tratan de ajustarse lo más posible a los estándares de producción. El dinamismo de las estirpes, con una excelente evolución en términos de la conversión alimenticia, ayuda de forma muy importante a esta mejora constante. Sin embargo, y de cara al futuro, no podemos olvidar algo que parece que a veces se nos escapa.

No somos productores de pollo vivo, por mucho que aparentemente el trabajo de la integración, o del granjero, termine en el momento de la carga de los animales en la granja.

Los nuevos elementos de rentabilidad de las empresas en primera instancia, y de las granjas como consecuencia, incluyen los parámetros de calidad de la canal de forma clara. Vendemos canales. Mejor aún, vendemos bandejas de pollo, o despieces, o precocinados o elaborados varios, y cada uno de estos productos está extraordinariamente condicionado por la calidad del producto que la granja entrega al matadero.

«Los nuevos elementos de rentabilidad de las empresas incluyen los parámetros de calidad de la canal»

Sabemos que hay factores del propio matadero, del transporte o de la misma carga de gran importancia en la calidad de canal, y no podemos despreciarlos, pero el impacto del manejo y de las instalaciones en donde realizamos la crianza es extraordinario. Para valorarlo, hemos creado el criterio de “carne de primera”, que engloba dos elementos con una importante participación de la granja: el rendimiento y la proporción de “segundas”. Con este último, y por resta sobre 100, se calcula el porcentaje de primera y la carne de primera no es más que la multiplicación del rendimiento por la primera. A título de ejemplo, un pollo de 2,500 kg de peso, con un rendimiento canal del 70 % y un 30 % de segundas – 70 % de primeras – nos procurará: 2,5 x 0,7 x 0,7 = 1,225 kg de carne de primera. Y el mismo pollo de 2,500 kg. con un 73 % de rendimiento canal y un 80 % de primera nos daría 1,440 kg. La diferencia es de 215 gramos más de carne vendible al mejor precio. Es decir, una diferencia vital para la integración. En el cálculo realizado en varias empresas hemos podido encontrar hasta 300 gramos más de media en un año de carne de primera entre las mejores y las peores granjas de la misma integración, con la misma alimentación, el mismo pollito y sacrificados en el mismo matadero.

«Hemos podido encontrar hasta 300 gramos más de media en un año de carne de primera entre las mejores y las peores granjas»

Una parte importante de la diferencia viene de los distintos rendimientos entre las granjas, pero la parte más importante no cabe duda de que es el porcentaje de segundas. Y este factor va a ser, seguro, uno de los principales determinantes de la remuneración de las granjas en el futuro. No tiene sentido que granjas que obtienen los mismos pagos – o muy similares – generen pollos de enormes diferencias en rentabilidad.

Para mejorar este aspecto deberemos replantear nuestras formas de trabajar, pensando en:

  • Si nuestra densidad de población REAL es la correcta.

  • Cómo es el cuidado del material y cuanto material hay realmente disponible en la granja.

  • Si tenemos una cama en perfectas condiciones desde el primer día de vida de los pollos y hasta el final.

  • Si los animales están sometidos a fases de estrés en su crianza.

  • Si es correcto nuestro arranque, manifestado por el aumento de peso y la mortalidad en la primera semana.

  • Si cuidamos de forma correcta la calidad del agua de bebida de la instalación.

  • Si trabajamos con un protocolo óptimo de limpieza y desinfección de las instalaciones.

  • Todos debemos hacer un esfuerzo en estos aspectos, volviendo a valorar nuestras instalaciones y nuestro manejo, no por el resultado obtenido, sino por el producto que proporcionamos al matadero. Este, y no otro, será el nuevo escenario de rentabilidad en el futuro.

Conclusiones

  1. El trabajo de los criadores, en la actualidad, debería pesar más por maximizar la calidad de la canal a consecuencia de la crianza.

  2. Aunque se da por sentado que vamos a maximizar el resultado zootécnico, esto no es suficiente.

  3. Factores como la densidad real de población, el estado general de cama, el nerviosismo de los pollos o su confort suben enteros en la valoración de las granjas.

  4. Y a todo ello se une el escenario general de las certificaciones de bienestar y la reducción del empleo de antibióticos, en un horizonte inmediato.

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