Este artículo es parte de la edición de abril, 2020

Escasa o nula bioseguridad por parte de los avicultores «aficionados» o de traspatio

Un proyecto de vigilancia pasiva ha descubierto la presencia de algunos preocupantes elementos patógenos en las gallinas de traspatio

 

Mientras que en muchas áreas suburbanas se ha popularizado tener unas aves de traspatio, los investigadores de la Universidad canadiense de Guelph dicen que se ha investigado muy poco sobre cuántas de ellas pueden llevar peligrosos patógenos y lo que sus propietarios hacen para evitar que estos se propaguen.

  Esto viene a cuento de lo que, los investigadores de Guelph han descubierto acerca de que muchas de estas aves llevan patógenos peligrosos y de que un buen número de estos criadores no siguen las prácticas de higiene adecuadas. «Este es el primer estudio que analiza el estado de salud de las pequeñas manadas en Ontario», dice el Prof. Leonardo Susta, del departamento de patobiología en el Colegio Veterinario de Ontario. de la Universidad de Guelph. El equipo de investigación pidió a los pequeños criadores que presentaran voluntariamente al Servicio de Sanidad Animal de la Universidad cualquier ave que falleciera para un examen postmortem, cumplimentando además un cuestionario sobre sus prácticas de control sanitario.

Como resultado, recibieron 245 muestras procedentes de 160 manadas, en su mayoría de menos de menos de 25 cabezas, mantenidas con el fin de disponer de unas gallinas para proveer de huevos a la familia.

 

Los hallazgos

  • Las enfermedades infecciosas fueron la causa de muerte más común – el 62 % de las bajas -, siendo las enfermedades respiratorias mixtas – causadas por una combinación de bacterias, virus y hongos – las más frecuentes, seguidas de la enfermedad de Marek.

  • Además, también se encontró una buena proporción de aves con micoplasmas, causa de enfermedades respiratorias. Según Susta, «un organismo que rara vez se ve en manadas comerciales, pero en nuestro caso una de cada cinco aves llevaba este patógeno».

  • Los investigadores también encontraron varias aves con Campylobacter, una bacteria que puede originar una intoxicación alimentaria grave en el ser humano y un testimonio del hecho de que hay que tener unas medidas de bioseguridad.

  • También se observó que si bien algunas personas tenían un buen conocimiento de las prácticas de higiene adecuadas al manejar sus aves, muchos no estaban tomaban unas suficientes precauciones para evitar la propagación de enfermedades.

  • Según Susta, no esperaban que los criadores de aves de traspatio apliquen las mismas prácticas de bioseguridad utilizadas en las manadas comerciales, pero si deberían seguir algunos pasos.

  • Según el estudio, menos del 50 % de las personas dijeron disponer de unos zapatos o ropa específica para entrar a cuidar de sus aves, menos del 5 % utilizaban pediluvios y más del 60 % informaron haber permitido la entrada de visitantes en el recinto de sus aves.

  • «Muchos también habían permitido a sus aves salir del gallinero, donde podrían tener contacto con aves silvestres o a sus hábitats», señala Susta. “Y como estas se consideran reservorios potenciales de muchos patógenos, un mayor contacto con las mismas puede permitir la propagación de infecciones, incluyendo la influenza aviar”, añada el informe.

  • Sólo el 37 % de quienes dijeron que habían adquirido sus aves en plantas de incubación tenían a sus aves vacunadas al nacer, un paso clave para prevenir varias enfermedades, incluida la de Marek.

  • Dado que se trataba de un proyecto de investigación de «vigilancia pasiva» en el que toda la participación era voluntaria, los investigadores dicen que las aves que analizaron pueden no ser representativos de todas las pequeñas manadas de la provincia de Ontario.

  • Sin embargo, el hecho de que descubrieran la presencia de ciertos patógenos es motivo de preocupación y sus resultados subrayan la importancia de que los criadores adquieran sus aves en lugares de confianza, de que controlen a las mismas en busca de enfermedades y de practicar el saneamiento e higiene adecuados para protegerse a si mismos como a quienes consuman sus productos.

   

Newcastle (la enfermedad) en California

Para que nadie se llame a engaño, recordaremos que Newcastle es el nombre de una importante población, en la costa nordeste de Inglaterra, en la que, a comienzos del pasado siglo tuvieron lugar los primeros focos de la entonces denominada “peste aviar” y más tarde ya conocida por el nombre de esta ciudad.

Desde entonces, la enfermedad de Newcastle – ND – es una de las enfermedades víricas más peligrosas al haberse extendido por todo el mundo. En España concretamente tuvo entrada en 1945, ocasionando una importante mortalidad, aunque pronto atajada con las primeras vacunas que entonces aparecieron en el mercado, mientras que el último brote detectado ocurrió en 1992. En Estados Unidos, los brotes ocurridos en 2002 provocaron el sacrifico de 4,5 millones de aves en el oeste del país – principalmente en California – y, desde entonces, la enfermedad ha seguido afectando esporádicamente al sector avícola norteamericano.

Y si traemos a colación esta enfermedad, en relación con la investigación canadiense sobre la patología de las aves de traspatio de este país, es por la detección del virus VND – la forma virulenta de la misma – en aves también de traspatio del Estado de California. El hecho no es nuevo, pues la enfermedad ya se había manifestado con anterioridad en manadas de aves comerciales del mismo, obligando a una vacunación preventiva, pero su diseminación actual parece de más gravedad, por haberse detectado cerca de 500 focos en este Estado, mas otros dos en los vecinos Arizona y Utah.  

La importancia del caso no radica solo en que ya han tenido que ser sacrificadas por eutanasia 1,2 millones de aves con el fin de contener la expansión del virus sino en la polémica que se ha creado en torno a que, entre ellas, se hallan todas las aves de traspatio de las zonas afectadas.  

«Siendo una enfermedad incluida en la lista A de enfermedades aviares transmisibles con un potencial patógeno elevado y una diseminación rápida, la ND es, junto con la influenza aviar, de declaración obligatoria. Las personas en contacto con este virus pueden desarrollar una conjuntivitis temporal, pero no se ha descrito su transmisión entre seres humanos»

  Y en una época en la que cualquier noticia se transmite instantáneamente, vía teléfono móvil, y es muy fácil crear una corriente de opinión a través de Facebook, el hecho de que una niña a la que hayan sacrificado su pavo de compañía, junto con algunas otras aves, aparezca llorando ante la televisión ha creado un movimiento que, al cerrar esta edición – a primeros de marzo – está creando problemas a las autoridades sanitarias de este Estado norteamericano.  

Mientras, el CDFA – Departamento de Alimentación y Agricultura de California – se queja de que algunas personas que tienen algunas aves de compañía, o de traspatio, en sus casas no colaboran en el control de la enfermedad por no informar sobre ello, ni tampoco sobre su fallecimiento cuando ocurre. Y aunque la gran mayoría de esos particulares ya comprenden el problema, la actitud de unos pocos hace que se perpetúe el problema …

 

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