Este artículo es parte de la edición de febrero, 2020

EN ALEMANIA, HUEVOS PARA TODOS LOS GUSTOS

Si, hace ya muchos años, Alemania nos sorprendía por su rápida recuperación económica después de haber quedado reducida a cenizas a consecuencia de la II Guerra Mundial o, en el sector avícola, por la concentración de varios centenares de miles de gallinas en una misma granja – entonces de jaula -, ahora, al compás de los nuevos aires que corren en relación con el bienestar animal y las tendencias en el consumo del ser humano, sigue sorprendiéndonos, entre otras muchas cosas, por sus sistemas de comercialización del huevo.

José A. Castelló

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     Pero, ante todo, situándonos en el ámbito de nuestras observaciones, diremos que éstas provienen de las visitas realizadas al final de la reunión del Grupo de Trabajo Nº 1 de la Federación Europea de la WPSA, en Vechta, Alemania, de la que ya dimos cuenta en los pasados números de Selecciones Avícolas, y, más concretamente, de las realizadas a dos explotaciones de puesta, en Kettenkamp, no lejos de aquella y en la misma región de la Baja Sajonia. Sin embargo, la circunstancia de tratarse de una visita en grupo numeroso, unida a la de la política de confidencialidad de las empresas en cuanto al suministro de datos de sus producciones, nos impidió recoger toda la información que hubiésemos deseado, habitual para los reportajes que hemos realizado sobre otras granjas españolas o de otros países.  

 

LA PRIMERA GRANJA, CON AVIARIOS Y GALLINAS CAMPERAS

Consta de dos grandes naves de 12 x 100 m, estando equipada con aviarios de una marca alemana, con las gallinas pudiendo acceder al parque exterior, por lo que se trata de “camperas”, comercializando así sus huevos con el nº1. A destacar, el que las gallinas de ambos edificios correspondían a un mismo lote – Lohmann Brown -, indicándosenos que ello se hacía así por no desear operar en régimen de multi-edad dentro de la misma finca. Aunque el criador ya nos indicaba seguidamente que disponía además de otra explotación, de parecida capacidad, para no dejar de suministrar los huevos que precisaban sus clientes y que esta forma de proceder era bastante corriente en el país, por obvias razones sanitarias.

Interior de una de las naves visitadas por SELECCIONES AVÍCOLAS, equipada con aviario

Con 20.000 gallinas por nave, la densidad de población era de 16,7 aves/m2, aunque sin incluir en este cálculo una doble veranda – o “jardín de invierno” -, que ampliaba su anchura en 5 m por cada lado. Gracias a ello, las gallinas disponían de un doble parque, a banda y banda de la nave, teniendo que pasar necesariamente por el citado ”jardín de invierno” para acceder al mismo, alternativamente o según se deseara debido al estado de su cubierta verde. Con una densidad de 4 m2 por gallina – la legal en camperas – , pese a ello, la verdad es que la superficie del terreno más cercano a la nave se hallaba totalmente “esquilmada” teniendo que desplazarse las gallinas bastante más lejos para encontrar algo de verde….

El “jardín de invierno”de la misma nave

  En cuanto a las naves y el aviario en si, nada especial, por ser muy tradicionales, dentro de este tipo de instalaciones. Las naves, de ambiente controlado, con entrada de aire por trampillas situadas en la parte superior de ambas fachadas y salida del mismo por extractores situados en la cumbrera de los edificios, pero solo en cuanto al edificio central, sin incluir las verandas, pues estas, con ventanas, disponían de ventilación natural.

El inicio del parque de la misma granja, con un verde ya agostado

  A destacar, el que las trampillas de acceso de las gallinas al exterior se hallaban en los muros de las naves en si, no en los de la veranda, abriéndose siempre a las 10 de la mañana de cada día, independientemente de la época del año y del tiempo que hiciera. Con ello pasaban antes por la veranda, desde la que accedían al parque de turno por unas similares aberturas en sus muros, y éstas sin trampillas. En el interior, las naves se hallan divididas en 4 departamentos de 5.000 gallinas, lo que tenía continuación en las verandas. Sin embargo, en el parque ya no, por lo que nos reconocieron que una cosa era que “teóricamente” al principio se dispusiera de estos grupos de gallinas, al cabo de un tiempo no podrían asegurar que pudieran ser tales, por haberse alterado en su re-entrada en la nave al atardecer….  

Y LA SEGUNDA GRANJA, CON NAVES MÓVILES

Situada a corta distancia de la anterior, disponía también de 2 unidades, pero en este caso unas naves móviles, del tipo “FarmerMobil”, de una empresa alemana de la que no nos pudieron facilitar más detalles, aunque indicándonos que fue la primera en implantar en el país este sistema de explotación.

En la granja visitada la primera unidad la montaron hace unos 4 años y la segunda, una vez comprobado su éxito, más recientemente, colocándola en un campo adyacente, aunque lo suficientemente apartado para que las gallinas no se mezclen pues eran lotes de edades diferentes con el fin de disponer siempre de unos huevos producidos bajo esta modalidad. Cada unidad consistía en una caseta de 9 x 12 m, totalmente cerrada, provista de 4 ruedas y un enganche para poder ser trasladada de lugar, mediante arrastre por un tractor. Esto lo hacen una vez al mes, con el fin de pasarlas a otro lugar de la finca, provisto de un manto verde fresco y, obviamente, con las gallinas dentro del sistema, aunque ello acabara de completar las 20 t de peso del sistema completo.

Un pasillo de la unidad móvil, por el lado de las rampas de salida al exterior

  Con unas medidas de 9 x 12 m, una unidad de este tipo, con sus 108 m2 de superficie, es apta para 1.000 gallinas ecológicas ya que al disponer en su interior de un doble piso de slats de plástico, el espacio disponible se amplía en algo más de 5 m, respetándose así la norma comunitaria de un máximo de 6 aves/m2. La construcción, de panelas de chapa metálica aislada con poliuretano, con solo 4 pequeñas ventanas en una de sus fachadas, pero ninguna en la otra. La cubierta, del mismo material, con muy poca pendiente.

El amplio prado de la misma granja, a cuyo final apenas llegan las gallinas

Con dos puertas en cada uno de sus extremos, para acceso a su interior, la configuración de éste era la clásica: entrando por el lado de las ventanas, dos hileras de nidales superpuestos, de espaldas a éstas y unas rampas en el piso con el fin de que, al bajarlas, las gallinas pudiesen descender para su salida al exterior. El acceso al interior del “Mobil” se realiza por las puertas del otro lado – en este caso la banda “ciega”, sin ventanas – pudiéndose ver la disposición del bloque central: 2 niveles de enrejados metálicos, con las respectivas cintas de recogida de las deyecciones debajo de ellos, un circuito de comederos, con transporte de pienso mediante cadena y una línea de bebederos de tetina, en cada nivel, estos últimos situados entre una de las de comederos y el frente de los respectivos nidales.

AVICULTURA.COM El otro pasillo de la unidad móvil, con el enrejado del piso y los nidales al fondo

  En la misma entrada, un depósito para el agua de bebida y otro para el pienso podían almacenar lo suficiente para cubrir las necesidades de las aves durante todo un mes. En general, la impresión que nos dio el sistemas era la de una muy bien estudiada “concentración” de todo lo requerido por las aves, aunque a un coste bastante elevado. Según nos indicaron, estaba en torno a unos 150 € por gallina, lo que es mucho más que lo que se necesita invertir en cualquier otro sistema de explotación para la producción de huevos.

Croquis de una de las naves visitadas:

1. Trampilla para salida de las aves al exterior 2. Ventana 3. Ruedas para el transporte 4. Gancho para el transporte 5. Pisos de enrejado metálico 6. Cinta para las deyecciones 7. Ponederos 8. Comederos de cadena 9. Bebederos de tetinas

    En cuanto al manejo del sistema, nada especial a destacar. El acceso al exterior de abría a las gallinas a diario, con independencia del tiempo que hiciera, volviendo a entrar éstas por si solas al atardecer. Con todo automatizado, incluyendo la recogida de los huevos, mediante cintas, la ingesta de pienso nos indicaron que era muy elevada, similar a la de las gallinas de la otra granja, del orden de 130 g diarios por cabeza, aunque aquellas fueran aves camperas y éstas ecológicas.

El compacto gallinero móvil de la otra granja visitada

  Las deyecciones se recogen mediante cinta, a través de una trampilla en un extremo del sistema, esparciéndose en los 4.000 m2 de su mismo campo. Con un fotoperíodo de 15 h, las pollitas – obviamente procedentes de recría ecológica – se entran a 18 semanas de edad, y las gallinas se mantienen en producción hasta unas 85-90 semanas.

 

¿UN HUEVO AÚN MÁS DIFERENCIADO?

Poco podemos añadir que diferencie los huevos producidos en la primera granja visitada de lo que ya es habitual entre nosotros. Empacados en cartones, sin seleccionar, aunque apartando a los de cáscara sucia o de mala calidad, se envían a un centro de clasificación dos veces por semana, en el cual, etiquetados como camperos – nº 1 – a veces, pero no siempre, se comercializan conjuntamente los “L” y “M”, a solicitud de los clientes, indicándonos que el precio percibido por el productor – octubre de 2019 – estaba en torno a 1,15-1,20 €/docena. Por los “segundas”, en cambio, aunque con cáscara íntegra, percibían un precio de 0,35-0,40 €/docena.

Cartones de huevos ecológicos en un lineal alemán

  En cambio, en la granja con las naves móviles la situación ya era diferente, no solo por tratarse de huevos ecológicos sino por el plus de estar producidos de esta forma, por unas gallinas alojadas en grupos reducidos y en contacto “permanente” con un prado siempre fresco – y verde -. Es decir, en unas condiciones de “bienestar” insuperables y, además, con la escasa competencia entre las pocas empresas que, por ahora, se han atrevido a invertir en este sistema que, aunque produciendo a un coste mucho más elevado debido a una alimentación ecológica – casi el doble que la convencional –, puede añadir este sello “verde” tan de actualidad en una sociedad del nivel adquisitivo de la alemana. Simplemente, como recordatorio, un dato ya publicado el pasado noviembre en Selecciones Avícolas sobre la imagen de los compradores de huevos en Alemania nos indica que, según una encuesta nacional, realizada en el 2018, los niveles de rechazo según su origen fueron los siguientes – una vez descartados ya los de gallinas en jaula, ausentes en este país -:

En resumen, ante el elevado nivel de rechazo que tienen, en Alemania, los huevos producidos en cualquiera de los otros sistemas – y ya no mencionamos los de baterías, “proscritos” – los ecológicos son plenamente aceptados, vendiéndose a unos precios que, de promedio, superan en mucho al de los restantes tipos. Y esto que, mientras en España apenas el 0,9 % de los huevos consumidos son ecológicos, ¡en Alemania esto se eleva hasta el 12 %!

 

Otra cosa es el que, el comprador, frente a los lineales de un supermercado, al igual que también ocurre actualmente en España, pueda armarse un lío pensando en lo más conveniente, cuando ha de elegir entre unos huevos de diferentes gramajes, de diferentes orígenes, presentados en envases de tamaños diferentes y con certificado o no de una entidad acreditada. Solo que en Alemania, en una sociedad con un poder adquisitivo más desarrollado y quizás sin la picaresca española del amplio empleo de calificativos parael huevo que solo añaden confusión – de gallinas “felices”, “en plena libertad”, etc. – cabe pensar que quizás no les importe demasiado el gastar algo más en un producto que, tanto allí como aquí, es, sin exagerar, el alimento Nº 1 para la especie humana.

     

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