Este artículo es parte de la edición de diciembre, 2019

¿CALEFACCIÓN PARA REPRODUCTORES?

Por Real Escuela de Avicultura  

ESPECIAL CALEFACCIÓN en AVICULTURA

La pregunta proviene del planteamiento que algunos se hacen sobre la posibilidad – ¿ o necesidad ?. – de proporcionar calefacción en las naves de reproductores pesados. Pues es bastante lógico pensar que, partiendo de que las gallinas adultas – del tipo que fueren –, como animales de pluma, aguantan perfectamente el frío, no resguardándose de él cuando están en el exterior, en pleno invierno, no tendríamos que temer el que en el interior del gallinero se hallen a una temperatura muy inferior que la que podríamos soportar los humanos, y sin que ello afecte a sus producciones.

 

Sin embargo, los avicultores bien sabemos que en el caso de las gallinas ponedoras existe una abundante bibliografía que nos indica los efectos de la temperatura sobre la producción de huevos, el peso de estos, la ingesta de pienso, etc. Y de esta forma, en tanto hace ya muchos años se hablaba de que la temperatura “ideal” para las ponedoras adultas debería estar comprendida entre 15 y 20 ºC a partir de la primera crisis del petróleo el aumento de costes de la alimentación, se ha pasado hasta los 20 y 25 ºC con un fin principal: un ahorro en la ingesta de pienso

Pues bien, esto es lo aceptado actualmente en las naves de puesta, ajustándose en consecuencia la ventilación con el fin de mantener en lo posible el parámetro deseado. Y en el caso de la ponedora comercial, típicamente marrón en España y alojada principalmente en confinamiento – batería o aviario, en su mayoría – el problema se resuelve, en buena parte, tanto por las adecuadas características constructivas de las naves actuales – en aislamiento y ventilación – como por las elevadas densidades de población con las que se suele operar, cuya producción de calor ayuda a mantener en ellas una temperatura adecuada.    

PERO HABLEMOS DE REPRODUCTORES

Pero éste no es el caso de los reproductores pesados, alojados de adultos sobre yacija a unas densidades de población muy inferiores – alrededor de 6 aves/m2 – y, por tanto, aportadores de una muy inferior cantidad de calor en sus naves. Y ya no digamos si éstas son de ventilación natural, como las utilizadas principalmente hasta no hace tantos años – y las aún muchas operativas de este tipo-, en las que, ni con el más cuidadoso manejo de las ventanas, hay forma de ajustar la temperatura al objetivo deseado….

Hoy en día, en cambio, la situación es bien diferente, al menos en España, en donde la mayoría de las naves de reproductores pesados, construidas en los últimos años son cerradas, es decir, de ambiente controlado.

La justificación, creemos, se halla en el más perfecto ajuste del programa de iluminación, algo básico en estas aves en las que esto, junto con la alimentación restringida, es un elemento base para lograr los mejores resultados productivos. Sin embargo, a diferencia de las gallinas ponedoras, en lo referente a los temperaturas adecuadas para los reproductores hay una notable falta de información, al menos a nivel de divulgación.

Los mismos manuales de manejo de las diferentes líneas genéticas de reproductores pesados solo indican que los márgenes entre los que deberíamos movernos son de unas mínimas de 14-15 ºC y unas máximas de 26-27 ºC, lo cual, a nuestro entender, es como no decir nada, debido a que con ello ya nos quedaríamos en los niveles en los que solemos movernos los seres humanos.    

Solo, buscando un poco más, encontramos un par de referencias que nos pueden ayudar por relacionar la temperatura ambiente con la ingesta de pienso.

Una de ellas – Pontes y Castelló, 1995 -, aunque sin concretar la fuente, indica que las necesidades energéticas de las gallinas reproductoras pesadas aumentan en 5 Kcal/dia por cada reducción de 1 ºC en la temperatura ambiente.

Y otra de Leeson y Summers – 1999 – muestra un aumento de 15 g/día en el consumo al reducir la temperatura ambiente de 24 a 18 ºC, lo que coincide bastante con lo anterior.

Bajo esta última premisa, si estimásemos de media en el pico de puesta de unas reproductoras pesadas unas necesidades energéticas de 450 Kcal/día, el pasar de una temperatura ambiente de 15 ºC a otra de 20 ºC podría significar el racionar con una ingesta media diaria de unos 12 g menos con una ración de 2.750 Kcal/kg.

Una cifra, en resumen, que puede hacernos reflexionar por lo que representa de ahorro económico a lo largo de los meses invernales de producción de esas aves.

…….. y aún más importante,

el medio ambiente

  Si, además de esto y de los efectos de un más perfecto control de la iluminación gracias a tener a los reproductores adultos en naves de ventilación forzada – y ya no hablemos de su crianza en unas naves cerradas – , nos referimos a poder tener un mejor control ambiental, las ventajas son aún mayores. La cuantificación de las mismas es evidente, por el conocido efecto de la mayor capacidad del aire caliente en retención de humedad que la que tiene el aire frío.

Un simple cálculo, consultando las tablas de higrometría nos muestra que el aumento de una temperatura ambiente de 15º a 20º C para un mismo contenido de vapor de agua en el aire de 6g / Kg nos reduciría el nivel de humedad relativa alrededor de un 10%

Y teniendo a los reproductores sobre una cama adecuada, digamos de viruta de madera, con unos 6 cm de ella, al menos, creemos que todos estaríamos de acuerdo en que tal reducción de la humedad ambiental implica una mejora significativa en la calidad de la misma.

El cómo lograrlo para unas circunstancias dadas, es decir, en la misma nave y sin modificar la densidad de población, nos conduce a la cuestión planteada al principio: la conveniencia de dar “algo” de calefacción a los reproductores.

Y, obviamente, como no se tratará de alcanzar las elevadas temperaturas habituales en la crianza de pollitos, sino solo de “atemperar” la nave, ni los equipos necesarios han de ser tan sofisticados, ni los costes de aumentar unos pocos grados la temperatura ambiente nos han de asustar.

Sobre el sistema de hacerlo ya no nos metemos, aunque si tuviéramos que seguir lo que se exponía en el antes citado reportaje, y que sabemos que aún siguen realizando en la misma empresa – COREN -, diríamos que una opción ideal sería la de utilizar unos generadores de aire caliente, con inyección del mismo en la nave en diferentes puntos, en combinación con el sistema de ventilación.

  Para saber más: Recomendamos la lectura del reportaje publicado en SELECCIONES AVÍCOLAS de enero de 2015 sobre el Centro Tecnológico de Reproducción de COREN enA. Peroxa, cerca de Orense.  

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