Recibe Selecciones Avícolas en versión impresa
SUSCRIBIRSEEste artículo es parte de la edición de febrero, 2019
El negocio de la certificación
La mujer del Cesar no solo ha de ser honrada sino parecerlo. Hace pocos años la única certificación que exigía la gran superficie era que la carne de ave o los huevos que compraba tuviese todas las garantías sanitarias. En 2019 las certificaciones exigidas a las integradoras y a los grandes productores de huevos, y por efecto cascada a los pequeños avicultores, no han hecho más que aumentar.
Certificaciones las hay de todo tipo, para certificar el tipo de producción, la procedencia, para certificar que la producción es 100% ecológica, para certificar el grado de bienestar con que se han criado esos pollos, el tipo de instalación en que se han alojado las gallinas ponedoras, la sostenibilidad, el arraigo rural, etc.
Recientemente la Fundación Privada de Industrias de la Carne (FIC) se ha sumado al Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA) y AENOR en la promoción de las buenas prácticas en bienestar animal, a través de la certificación basada en el proyecto europeo Welfare Quality®. Este modelo es uno de los más reconocidos, al haber sido desarrollado por expertos de toda Europa y habiendo obtenido ya este sello más de 1.300 instalaciones ganaderas en España.
Estas certificaciones contemplan la producción animal cómo un conjunto de eslabones. En este caso concreto, por poner un ejemplo, la incorporación de la FIC a IRTA y AENOR representa la involucración del eslabón del procesado. Esta certificación es la única conforme a Welfare Quality® operando actualmente en España.
Esta auditoría se basa principalmente en la observación y evaluación directa de los animales y su comportamiento. Los parámetros evaluados se agrupan en 4 principios básicos: buena alimentación, buen alojamiento, buena salud y comportamiento apropiado para las necesidades de la especie. Estos están agrupados en 12 criterios que van desde la ausencia de dolor por el manejo, lesiones o enfermedades; hasta garantizar los movimientos o un adecuado comportamiento de los animales, entre otros.
Las certificaciones han venido para quedarse. La pregunta ya no es si deberé o no certificarme, sino que certificación/nes me conviene más según mi mercado objetivo.