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SUSCRIBIRSEEste artículo es parte de la edición de octubre, 2018
NECROLÓGICAS
Juan Luis galarza celaya
El pasado 9 de octubre falleció en Valladolid D. Juan Luis Galarza Celaya, víctima de una larga enfermedad que, sin embargo, no le había impedido seguir desarrollando casi todas sus actividades.
Aunque de origen navarro, Juan Luis Galarza, de 77 años de edad en su fallecimiento, había desarrollado la mayor parte de su actividad profesional en Valladolid, ciudad a la que se trasladaría muy joven para integrarse en 1966 en CORBLASA. En 1970 decide dedicarse a la actividad de cría-recría y venta de pollitas por cuenta propia.
Juan Luis Galarza ha sido a lo largo de su extensa trayectoria en el sector avícola una persona dedicada en profundidad al sector de los equipamientos ganaderos, desde su integración en la empresa Tecnifer, de Valladolid, una de las punteras en las épocas del desarrollismo avícola de la década de los años sesenta del pasado siglo. Fue entonces cuando comenzó su interés por este sector, lo que le impulsó a realizar, en Arenys de Mar, el curso de avicultura para obtener el título de Avicultor Diplomado en la Real Escuela de Avicultura.
Fue más adelante, cuando, con los cambios que iban a transformar profundamente el sector, especialmente en torno a la avicultura de puesta, en 1985 Galarza iba a iniciar su apuesta empresarial propia con la creación de la firma INAGASA, donde inicia la fabricación propia de jaulas de recría y puesta y más adelante sella una alianza con la italiana Tecno para comercializar sus productos en España y Portugal.
En 1996 se integra en Ingeniería Avícola, sociedad constituida por sus hijos en la que añaden a la actividad la del montaje completo de plantas de ovoproductos mediante una alianza con la danesa Sanovo y el desarrollo de nuevos proyectos para el tratamiento de subproductos.
De carácter aparentemente serio pero dotado de una humanidad acrisolada y de una mente capaz de juzgar en profundidad cualquier tema relacionado con el sector, Juan Luis fue a lo largo de toda su vida un trabajador incansable que, aun conociendo su enfermedad, tenía ánimos para seguir acudiendo regularmente a su empresa e incluso realizar viajes al extranjero cuando las circunstancias lo requirieron. Y su profundo conocimiento del sector de la puesta lo había puesto de manifiesto en sus habituales participaciones en ferias y congresos, en España y el extranjero, como las Jornadas Profesionales de la Real Escuela de Avicultura, en las que colaboraría eficazmente.
Cuando hoy la sociedad se caracteriza por todo lo espectacular y por la estridencia de aquellos que más alzan la voz, el recuerdo de un hombre tranquilo, trabajador sin descanso y buen amigo nos acompañará siempre a todos aquellos que gozamos de su confianza.
José A. Castelló.