Este artículo es parte de la edición de julio, 2018

Equipo de Redacción – Real Escuela de Avicultura

En Estados Unidos, el imparable movimiento que está teniendo lugar en pro del bienestar de las aves domésticas, está motivando, entre otros efectos, un lento cambio del sistema tradicional de explotación de las gallinas, en baterías, a otros en los que éstas pueden gozar de mayor libertad y, especialmente, a aviarios. Con ello están siguiendo los movimientos que ya han tenido lugar en la Unión Europea – UE – en donde, después de haberse prohibido el empleo de jaulas de puesta tradicionales, en el año 2012, y haberse sustituido por las actuales jaulas enriquecidas, a consecuencia de la continua presión de los grupos animalistas, ahora se están sustituyendo estas últimas por otros sistemas, predominantemente por aviarios.

Hasta aquí lo ya conocido, que en la mayoría de países de la UE ha motivado ya que cerca del 50 % de la producción de huevos se realice en sistemas no de batería. En España, como es sabido, vamos muy por detrás, aunque de aquel 93 % de gallinas en batería que teníamos hace un par de años, ahora parece – MAPAMA dixit – que hemos bajado hasta el 88 %, apuntando todos los indicios a que estamos en el camino de atrapar a nuestros socios comunitarios….

Y, por otra parte, en este proceso de cambio en el que se está moviendo la producción huevera de nuestro país, el sistema prioritario elegido mayoritariamente es el aviario. Algo bastante lógico a efectos de que la reducción de la población en las naves sea la menor posible, tengan, o no, las gallinas acceso a un parque exterior para ser considerada su producción de tipo campera.

El problema

Sin embargo, aparte de otros problemas propios del aviario –mayor consumo de pienso, huevos en el suelo, etc. – hay un aspecto del que apenas se habla, al menos a nivel práctico, aunque es real: el medio ambiente de las naves y concretamente sus niveles de polvo y de amoníaco. La presencia de una yacija, acumulada durante al menos un año y el incesante y lógico movimiento de las gallinas en todos los sentidos, escarbando por una parte en la misma y batiendo el aire en sus cortos vuelos, motivan la formación de un polvo en cantidad muy superior al existente en cualquier explotación de baterías. Y, por otra parte, la acumulación de la cama durante todo el período de puesta, por seca que esté, representa una producción amoniacal superior al existente en una nave de puesta en baterías en la que la retirada de las deyecciones se realiza o bien a diario o con una frecuencia semanal.

Hasta aquí el problema, innegable. Pero la cuestión es conocer hasta que punto este polvo y este amoníaco pueden ser perjudiciales para las gallinas y a partir de que nivel lo serían también para el criador o cuidante que ha de permanecer varias horas al día en el interior de una instalación de este tipo.

La respuesta a estas preguntas, hoy por hoy, no la tenemos aunque sí un par de datos:

  • Según la UEP – United Egg Producers – el umbral de amoníaco en el aire de una nave de puesta o de pollitas en recría debería ser menor de 25 ppm – ó 18 mg/m3 -.
  • Según el NIOSH – National Institute for Occupacional Safety and Health – los umbrales de amoníaco el aire de un gallinero no deberían pasar de 25 ppm para un operario que esté durante 8 horas diarias en el mismo ni de 35 ppm para aquel otro que tan solo esté 15 minutos.

    En lo referente el polvo, expresando su concentración en forma de las materias particulares en suspensión en el aire – MP -, Zhao y col. 2015 . y Sheperd y col. – 2015 – han indicado que en los aviarios es de 6 a 8 veces superior que la que hay en las naves de jaulas, sean éstas convencionales o enriquecidas. Y, por último, Zhao y col. – 2016 – han indicado que las MP en el aire de un gallinero contienen microorganismos y endotoxinas que, una vez inhalados, pueden desencadenar enfermedades respiratorias en las aves y sus cuidadores.

    Buscando una solución

    Todo ello nos conduce a la necesidad de hallar una solución a este problema, que tanto puede afectar al estado sanitario de las gallinas como a la salud de su cuidador.

    Para reducir el nivel de polvo de los gallineros se ha ensayado la pulverización de agua sobre la cama, tal cual, acidificada o electrolizada, o bien una mezcla de agua con aceite de soja o de colza, entre otras cosas. Con algunos de estos tratamientos, partiendo de los primeros estudios de Takei y Pedersen – 2000 – y de varios otros posteriores, se han conseguido unas reducciones de las PM desde un 18 % hasta un 65 %, aunque con el agua sola al mismo tiempo se haya elevado la emisión de amoníaco otro tanto, lo cual es un inconveniente importante.

    Con el fin de estudiar el tema más a fondo, Chai y col. – 2017 y 2018 -, de la Universidad del Estado de Iowa, han realizado recientemente tres experiencias en condiciones de laboratorio, teniendo intención ahora de corroborar sus hallazgos en un gran aviario comercial.

    Las tres pruebas se realizaron en 4 cámaras dinámicas idénticas, situadas en la misma habitación, provista de ventilación forzada, colocando en todas ellas la misma cantidad de yacija – unos 5,5 cm en la primera prueba y 4,5 cm en la segunda – procedente de un aviario de 50.000 gallinas de 58 semanas de edad. Esta yacija se removía a diario durante varias horas por medio de un rastrillo mecánico a fin de simular lo que hacen las gallinas al escarbar en la cama, mientras que se mantenía una temperatura de 22 ºC y una humedad relativa del 60 % constantes.

    La primera experiencia (1) fue de tipo factorial y mientras que se disponía de una cámara como testigo, sin ningún tratamiento, en las otras tres se aplicó una pulverización de agua electrolíticamente acidificada – AEA – con cloruro sódico, a razón de 25, 50 ó 75 ml/kg de yacija a lo largo de 5 días, ajustándola con 3 niveles de pH – 3, 5 y 7 -.

    En la segunda prueba (2), realizada en las mismas condiciones, se añadió a la yacija de tres de las cámaras, manteniendo la cuarta como testigo, un acidificante granulado como es el bisulfito sódico – BS -, elegido por su bajo coste y su inocuidad para las aves. Las dosis de incorporación fueron 0,3 , 0,6 y 0,9 kg/m2 de yacija, aplicándose además en todos los grupos una pulverización de agua electrolíticamente neutra – AEN – durante 11 días consecutivos. La prueba tuvo una duración de 14 días, repitiéndose luego otras 3 veces, tras 3 días de descanso de las cámaras.

    Y en la tercera prueba (3), también realizada en el mismo lugar y condiciones, aunque durante 16 días, se volvió a estudiar el tratamiento con AEA, con las mismas dosificaciones y ajustes del pH, pero combinándolos con la aplicación de cloro libre – CL – a razón de 100 ó 200 mg/l, aunque en este caso midiendo además la concentración de bacterias transportadas por el aire – AB -.

    Unos hallazgos prometedores

    En la primera prueba la aplicación de todos los niveles de AEA modificó las emisiones de MP y el contenido de amoníaco de las cámaras. Cuanto más elevada fue la aplicación, mayor fue la reducción de PM, variando entre un 71 y un 89 % de forma inmediata y entre el 57 y el 83 % a las 24 h.

    Sin embargo, la más alta concentración de AEA originó una emisión de amoníaco 5 ó 6 veces superior que la menor a causa de la distinta humedad de la yacija – el 22,6 % contra el 13 % -, resultando las concentraciones amoniacales de los 9 tratamientos significativamente superiores que las del grupo testigo sin tratar.

    En resumen, de las 9 combinaciones ensayadas, la menor aplicación de AAE con la menor acidez fue la más prometedora por haber reducido el nivel de MP del aire con la menor emisión amoniacal.

    En la segunda prueba, en comparación con una emisión de amoníaco de 0,76 g/kg de yacija en la cámara tratada con AEN pero sin ser tratada con BS, las de los otros grupos fueron de 0,55, 0,37 y 0,16 g/kg, respectivamente, para unas adiciones en aumento de este aditivo. Esta reducción de la emisión de amoníaco fue linealmente proporcional al nivel de incorporación de BS.

    Por otra parte, los niveles de polvo en suspensión en el aire, medidos por los niveles de MP, que eran de 3,83 , 6,39 y 7,00 mg/m3, respectivamente, para los tres niveles de incorporación de BS en la yacija, in crescendo, se redujeron hasta 0,07 , 0,14 y 0,15 mg/m3 al cabo de los 11 días de aplicación del AEN. Sin embargo, 3 días después de haber dejado de aplicar el AEN habían vuelto a subir hasta 0,72 , 1,02 y 1,12 mg/m3, respectivamente.

    En la tercera prueba, la aplicación de AEN con el menor pH originó la mayor reducción de AB, mientras que el hacerlo a la más alta concentración no consiguió reducir el contaje bacteriano aunque aumentó la humead de la yacija.

    Por último, la menor aplicación de AEN con el menor pH, en combinación con la mayor concentración de CL originó un 45,2 % contaje de AB que con la menor concentración de este último.

    En resumen, la viabilidad de la aplicación de los diferentes tratamientos utilizados en estas pruebas en condiciones comerciales debe ser contrastada junto con las correspondientes consideraciones en relación con sus costes. Esto es lo que se intentará verificar en una futura experiencia a realizar en un aviario.

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