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SUSCRIBIRSEEste artículo es parte de la edición de enero, 2018
EL BREXIT Y LOS POLLOS NORTEAMERICANOS
La conferencia que ha impartido a mediados de diciembre, en Londres, el Secretario de Comercio de Estados Unidos, Wilbur Ross, ante los líderes de la Confederación de la Industria Británica – CBI – en torno a los acuerdos post Brexit ha alarmado, entre otros, a los representantes del sector avícola por lo referente a la posible entrada de pollos norteamericanos en este país.
El tema no es para menos si se tiene en cuenta que, una vez que el Reino Unido ya no esté acogido a las regulaciones de la Unión Europea – UE -, podrá negociar a su conveniencia los tratados que le interesen con cualquier otro país, entre ellos EE.UU. Y en lo que respeta a la avicultura, si se acuerda un tratado de libre comercio con EE.UU., ello significará la entrada de unos pollos que han sido tratados según las normas de este país, con un baño en agua clorada, algo inaceptable por la UE, así como actualmente en el Reino Unido.
Los llamados “pollos clorados” norteamericanos, así como el ganado tratado con hormonas, vetados tradicionalmente en la UE, podrían tener entrada en el Reino Unido cuando llegue a firmarse este posible acuerdo comercial entre los dos interlocutores anglosajones. Esto es algo que el “British Poultry Council” no acepta de ninguna forma al indicar que su sector del pollo se ha ganado una buena fama al producir un alimento asequible y seguro, que son capaces de seguir haciéndolo para una población en aumento y que no necesitan para nada la llegada de unos pollos clorados norteamericanos.
En resumen, aunque todavía no ha llegado el momento, la discusión sobre ese futuro tratado de comercio post-Brexit se presenta ardua porque, en lo referente al menos al pollo, los norteamericanos argumentan que a ellos les importa igualmente la seguridad alimentaria y que los europeos ignoran la investigación científica que apoya su forma de tratamiento de las canales.•