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SUSCRIBIRSEEste artículo es parte de la edición de julio, 2017
Editorial
Comer bien
Cómo probablemente recordarán nuestros lectores más asiduos, a lo largo del
tiempo en más de una ocasión nos hemos ocupado de las cosas del comer en su relación con la avicultura, por el innegable papel de nuestras producciones en
cuanto a la alimentación de una humanidad que, día tras día, tiene más bocas que alimentar -unos 60 millones más cada año, desde ahora hasta el 2050, según las previsiones más precavidas-.
Pues bien, la pregunta que se nos plantea es la de cómo alimentar a más de los 9.000 millones de seres humanos que habitaremos en este planeta, con unos productos suficientes y seguros para asegurar una dieta equilibrada y al mismo tiempo sin comprometer el medio ambiente. Y una respuesta simple no es fácil, habiendo sido objeto de múltiples disquisiciones en reuniones de todo tipo, desde las de técnicos agrícolas y ganaderos, hasta economistas o políticos de muy diversas tendencias.
Un simple ejemplo, y bien reciente, nos puede dar una pista de la complejidad del tema por las implicaciones del cambio climático en la disponibilidad alimentaria a nivel mundial. ¿No acabamos de ver la reticencia de un Presidente de Estados Unidos a suscribir los acuerdos de París sobre el tema, por primar una de sus muchas – e incumplidas- promesas electorales sobre los efectos del cambio climático sobre las producciones agrícolas? ¿No podría preocuparse más del despilfarro alimentario, del que su país es campeón, al igual que el de tener el triste record mundial de la proporción de personas obesas?
Por otra parte, según datos de la FAO, el hambre y la malnutrición afectan actualmente a casi mil millones de personas y los especialistas en la producción de alimentos tenemos mucho que aportar en una estrategia global ante el reto planteado. Esto significa que todos los involucrados, desde los técnicos, agrónomos o veterinarios, hasta los simples productores de alimentos, hemos de involucrarnos en mejorar día tras día lo que producimos, aplicando un concepto hoy en día muy en boga, las “mejores técnicas disponibles” -las BAT o “best available techniques de las que, hace ya años, nos hablaban los anglosajones -.
En lo referente a la responsabilidad de los dedicados al sector avícola en este tema, creemos que todos estaremos de acuerdo en que no ha habido ninguna otra producción ganadera que nos sobrepase, ni en eficiencia productiva, ni en responsabilidad medioambiental, ni en otro concepto también hoy muy en boga, la sostenibilidad. Por ello, actualmente es lamentable que algunas asociaciones o entidades defensoras de los derechos de los animales quieran dar un paso atrás al abogar por unos determinados sistemas de cría en libertad que, bajo el lema de una mejora de su bienestar, representan un paso atrás en la consecución de las dos fuentes proteicas más valiosas con las que cuenta hoy el ser humano, nuestros pollos y nuestros huevos.
Otra cosa es, lo reconocemos, el hecho de saber “comer bien”, entendiendo por tal el tener una dieta equilibrada en todos los aspectos, con la pirámide alimenticia como objetivo, que es a lo que debería aspirar toda la humanidad. ¿Una quimera? O tal vez no, según la FAO, aunque no podamos profundizar hoy en ello.