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SUSCRIBIRSEEste artículo es parte de la edición de junio, 2017
Algo de historia
¿Por qué, pues, el título? Entrando en materia, recordaremos que la explotación de gallinas en batería fue prohibida en Suiza en 1981, tras su aprobación en un referéndum, a consecuencia de la entrada en vigor del Acta de Protección Animal que abogaba, entre otras cosas, por la explotación de las gallinas en un ambiente más “amigable” que el de la batería, entonces predominante en el país, como en las explotaciones industriales de puesta del resto de Europa y de otras muchas partes del mundo.
Es decir, el primer precedente de lo que luego hemos visto que ha sido una tendencia no ya solo de la Unión Europea sino hoy también global, ha venido de Suiza. Y, como es bastante lógico, habiendo tenido que ser los productores avícolas de este país quienes tuvieron que ingeniárselas para manejar a las gallinas de cualquier otra forma que no fuera en baterías, nos pudieron brindar por ello los primeros modelos de lo que, con el tiempo, iría sustituyendo a las baterías como sistema intensivo de explotación para la producción de huevos, los aviarios. Un sistema lógico, además, para los productores suizos, constreñidos como están por las limitaciones de espacio de este montañoso país.
Haremos, sin embargo, un pequeño inciso en nuestra exposición para recalcar que estamos hablando de una producción “intensiva” de huevos, es decir, a lo que, de forma peyoritaria, generalmente se conoce también como “industrial”. Este matiz lo recalcamos al recordar que tal forma de explotación se inició en España en la época del desarrollismo económico – años 1960/70 -, precisamente para concentrar un gran número de aves en el menor espacio posible – la batería -, reduciendo los costes de producción, entre otras cosas, por dejar de explotarlas simplemente sobre yacija y a baja densidad.
Retomando el hilo de la historia, partimos pues de la base de que en las postrimerías del siglo anterior no se trataba pues de volver a explotar a las gallinas en las clásicas naves con yacija sino de hallar unos sistemas que nos permitieran tenerlas en condiciones intensivas, pero sin las connotaciones negativas para su bienestar que implicaban las baterías.
Y así nacen los aviarios
De esta forma, pues, nace el concepto del aviario, posiblemente originario del inglés “aviary”, empleado ya en los años 80 del siglo anterior por Elson y col., en el Reino Unido, casi por igual que los términos de “perchery” – de perchas, o aseladeros – y de “multi-tier” –múltiples pisos-, aunque estos últimos sin haber prosperado.
Y siguiendo también con la historia, aparte de los resultados obtenidos en la ya citada Suiza, poco divulgados en la prensa avícola internacional, diremos que las primeras experiencias europeas sobre el tema fueron las de los equipos de Tauson – en Suecia -, Wegner – Alemania -, Elson – Reino Unido -, Elhardt – Países Bajos -, etc.
Todas ellas, en las postrimerías del siglo pasado o a comienzos del actual, nos han brindado una información muy valiosa sobre el sistema, aunque quizás con un inconveniente -que no es una crítica- : el que los equipos que se utilizaron no pasaban de ser experimentales, o casi “hand made”, no estando perfeccionados como los varios tipos comerciales de los que se dispone actualmente.
Por otra parte, en el período intermedio aparece la ya célebre Directiva 1999/74/CE que, regulando el bienestar de las gallinas, daba de plazo hasta el 2012 para la sustitución de las baterías hasta entonces utilizadas – denominadas “convencionales” – por las actuales “enriquecidas” – o también “amuebladas”, para algunos -. Ello representaría en muchos países de la UE una brusca caída de la población de ponedoras explotadas en baterías, mientras que en España ello apenas haya supuesto, hasta la fecha, un “trasvase” inferior al 10 % en el parque – no en el número de granjas – de aquellas hacia los otros sistemas de producción de huevos alternativos: en suelo – código 2 -., con acceso a parque -1- o ecológicos -0-.
Más información
Con estos precedentes, podríamos decir que casi toda la información de que disponemos sobre aviarios anterior al año 2000 es de procedencia exterior y concretamente europea, porque los norteamericanos, por aquel entonces -aunque ya no ahora -, poca atención prestaban a este sistema. Así, los informes procedentes del Reino Unido, los Países Bajos, Francia, Suecia, Alemania, etc., son muy variados, en buena parte comparando este sistema con el de baterías, llegando a diferentes conclusiones, aunque en todo caso con un mismo final: el de que el coste de producción del huevo, sea del sistema que fuere, es en poco o en mucho superior que el que resulta de producirlo en baterías.
En España las informaciones publicadas sobre los sistemas de aviario fueron solo citas “de pasada” en algunas jornadas de puesta celebradas en la Real Escuela de Avicultura ya antes del año 2000 y, excepcionalmente, una amplia revisión de Elson en la VIII Conferencia Europea de Avicultura, en 1990 en Barcelona. Pero a partir del año 2000 han sido más abundantes y prolijas, pudiendo recomendar así para quienes precisan de más información la lectura de los siguientes artículos:
• Un primer reportaje publicado en Selecciones Avícolas – octubre 2004 -sobre una instalación comercial en Valencia, equipada con jaulas Big Dutchman.
• Otros dos reportajes en el mismo medio – febrero 2010 y julio 2011 – sobre varias explotaciones comerciales en los Países Bajos provistos de equipos Vencomatic y Farmer Automatic.
• Una conferencia de Hernándiz sobre el manejo de gallinas en aviarios, en las Jornadas Profesionales de Avicultura de 2010.
• Una conferencia nuestra concretando ya algo más sobre aviarios, en las Jornadas Profesionales de Avicultura del 2011.
• Un artículo de Cepero – Mundo Ganadero, 2013 – tratando de las fortalezas y debilidades de los sistemas de producción de huevos sin jaulas.
• Diferentes informaciones reproducidas en varios números de Selecciones Avícolas sobre las instalaciones de aviarios y sus resultados en Francia – 2007 -, Alemania – 2008 -, el Reino Unido y Bélgica – 2016 -.
• Una conferencia de Matijsen sobre la experiencia en Holanda con los sistemas alternativos de producción de huevos, en una jornada de Trouw en Madrid en 2016.
• La información comercial ofrecida por la empresa Big Dutchman en sus jornadas de divulgación celebradas en Valladolid, Guadalajara y Zaragoza en 2016.
• Y para completar, la prolija información comercial aportada en Selecciones Avícolas por los reportajes publicados el pasado diciembre, el mes anterior y el actual sobre explotaciones equipadas por las empresas Big Dutchman, Vencomatic y Tecno.
Así las cosas y aun no descartando el que, al menos en España y en castellano, hayamos omitido alguna otra referencia, por lo cual pedimos disculpas a sus autores, creemos que con la información acumulada los interesados en el sistema pueden hacerse una idea bastante completa de sus bases y su funcionamiento en comparación con lo hasta ahora ya “clásico”, la explotación de gallinas en batería.
Pero no todo está dicho…
Sin embargo, pese a la ya abundante información de la que se dispone sobre los aviarios, creemos que no todo está dicho sobre ellos y que, como sistema relativamente nuevo que es, aún quedan ciertos puntos oscuros o que, por lo menos, solo se han abordado de soslayo.
Veamos tres de ellos, por orden de su importancia económica, a nuestro juicio:
La ingesta de pienso.
Se trata, a nuestro juicio, del aspecto más importante desde el punto de vista económico, dada la importancia de la alimentación, que supone alrededor de las dos terceras partes de los costes de producción. Por tanto, cualquier cambio en el consumo repercute de forma manifiesta en el coste final del producto, el huevo, y recordemos que éste es un punto de la máxima relevancia en la “odiosa” – pero necesaria – comparación que suele hacerse con el huevo de batería, al que se trata de sustituir en los lineales ….
Pero dicho esto, cuando hemos buscado información sobre la ingesta de pienso de las gallinas alojadas en aviarios en comparación con las de baterías, la escasez de ella es manifiesta. Y esto es así aunque ya partamos del conocimiento desde hace muchos años de que la gallina sobre yacija – bien en confinamiento o bien campera – tiene una ingesta superior que la de baterías, simplemente por sus mayores necesidades energéticas a causa del ejercicio que realiza.
Sin embargo, realmente no es que no haya información sobre el tema sino de que la escasa existente o bien es antigua, comparando por ejemplo el aviario con unas jaulas convencionales – no las actuales enriquecidas – o bien nos hace confundir por basarse en la ingesta de unas gallinas blancas – habituales en otros países europeos – pero no en la de las de color, las predominantes en España.
Una cierta información la aportamos nosotros (*) al revisar los datos disponibles sobre las necesidades de las ponedoras e indicar que las gallinas sobre yacija requieren, teóricamente, de 35 a 50 Kcal diarias más de energía metabolizable que las de baterías. Sin embargo, calculando que con gallinas de color y una ración de 2.700 Kcal/kg, esto significaría un aumento del consumo de unos 6 a 11 g/d en comparación con el de unas gallinas en batería -estimado de media en unos 110-120 g/d en un ambiente a unos 20-25 ºC -, se trata de un dato que solo nos sirve de orientación, dados los cambios en la genética desde entonces y el que se refería a gallinas sobre yacija, pero no en aviarios, estas últimas con una ingesta necesariamente aun más elevada por el superior ejercicio que realizan.
Desde entonces, los escasos datos que hemos hallado en la bibliografía publicada sobre aviarios y las referencias aisladas de algunas explotaciones, son muy dispares, mostrándonos unos consumos desde un 8 % hasta un 20 % más elevados que los de las gallinas en batería. De esta forma no es de extrañar que en algún caso se hable de una ingesta diaria de hasta 130 g por gallina, aunque no nos sorprendería que en algún momento puntual aun pudiera ser algo superior.
Como resumen, creemos que resulta muy difícil generalizar sobre ello, dada la influencia de otros factores, como la temperatura de la nave, el estado del plumaje de las aves, la energía del pienso, etc. Pero de una forma u otra, se trata de un aspecto de primer orden en la explotación de gallinas en aviario, dada su directa incidencia en los costes de producción.
La puesta de huevos en el suelo.
Es otro aspecto de máxima relevancia en las naves de aviarios y del que se suele pasar de puntillas pues por parte de sus proveedores cabe suponer que no les ha de agradar que haya quien relacione este problema con sus equipos y por la de los productores para no tener que explicar lo que se hace con tales huevos.
La puesta de huevos en el suelo es un problema doble:
• Por el trabajo de recogerlos, muy elevado, en función de su proporción en la granja, pero que nosotros estimaríamos al menos de media hora diaria para los que se hallan dispersos en un aviario de 25.000 ponedoras que tuviese tan solo el 1 % de esta forma.
• Por problemas de higiene pues, a diferencia de los puestos en un piso de nidal desde el que se recogen automáticamente mediante cintas, estos se recolectan en el suelo, sobre una cama con las correspondientes deyecciones acumuladas y la carga bacteriana que esto representa.
La verdad es que no disponemos de información sobre lo que representa este problema ya que las condiciones estructurales y de manejo que pueden incidir en el mismo en las granjas son muy variadas. Pero, en general, en algunos casos se nos ha apuntado que puede llegar hasta el 5 % o el 10 % de la producción al iniciarse la puesta, reduciéndose seguidamente tal vez hasta el 1-2 %, pero sin llegar nunca a desaparecer.
Las medidas que se han apuntado para reducir su incidencia son muy variadas, agrupándolas nosotros en dos bloques:
Estructurales:
• Disponer del suficiente espacio de nidales – 1 m2 para cada 120 gallinas -, según la legislación actual para ponedoras sobre yacija y provistos de cortinillas o al abrigo de una iluminación directa.
• No favorecer la puesta sobre la cama mediante la colocación de una gruesa capa de la misma – no más de unos 2 cm al inicio de la puesta -.
• Procurar que la altura de los slats del aviario no sea mayor de unos 60-65 cm a fin de favorecer el acceso de las gallinas a ellos y de ahí a los ponederos.
• Procurar que no haya una iluminación intensa incidiendo directamente sobre el frente de los nidales a fin de favorecer la entrada en ellos de las gallinas, motivadas siempre por los lugares oscuros para su postura.
• Colocar un “pastor eléctrico” (*) al lado de las paredes de la nave, a unos 10-15 cm del piso, para desincentivar la puesta de huevos en estos lugares.
De manejo:
• Trasladar a las pollitas a la nave de producción no más tarde de las 17 semanas de edad a fin de que se hayan podido acostumbrar al nuevo equipo antes de iniciar su puesta.
• Pasar a recoger los huevos puestos en el suelo a primera hora de la mañana y repetir este trabajo tantas veces al día y con la frecuencia necesaria para que “no cunda el ejemplo”.
• Procurar no molestar a las gallinas en las horas de máxima puesta, por la mañana, con operaciones innecesarias que se puedan demorar.
• Acostumbrar a las gallinas a dormir en el sistema de aviario, especialmente en los primeros días tras su traslado, para lo cual hay que pasar al atardecer para capturar las que puedan estar sobre la cama y dejarlas sobre los slats.
• Abrir los ponederos poco antes del encendido de la iluminación por la mañana y del inicio de la puesta.
El acceso y/o utilización del parque.
Cuando, como ocurre actualmente, la instalación de un aviario no se realiza para la producción de huevos de gallinas sobre yacija –código 2-, sino para la de huevos camperos -código 1-, la exigencia de salida a un parque adecuado – con 4 m2 de superficie por ave – es obligada. Y a consecuencia de esto hay que disponer de trampillas al exterior de, al menos, 35 x 40 cm y en número suficiente para proveer 2 m de anchura para cada mil gallinas.
Otros requisitos obligados para los parques (**) son el de no extenderse más de 150 m desde las entradas de las aves en la nave, aunque ello puede ampliarse hasta 350 m siempre que se disponga de un número suficiente de refugios, con un mínimo de 4 de estos por hectárea. Y aunque no sea un requisito legal, es conveniente que en la zona de parque inmediatamente al lado de las trampillas de entrada en la nave se disponga de gravilla o un emparrillado con el fin de que las gallinas re-ingresando en ella lo hagan con las patas lo más limpias posible de barro.
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(*) Un cable electrificado con una corriente muy débil.
(**) Reglamento CE 1651/2001
Pero aparte de estos requisitos legales, generalmente ya bien conocidos – aunque a veces interpretados de forma diferente por los criadores -, hay otros aspectos en relación con la salida y/o la utilización del parque que se prestan a discusión. Aquí solamente citaremos algunos que nos parecen importantes, remitiendo a los interesados en el tema a la abundante bibliografía procedente de los estudios realizados en otros países, que puede aplicarse en España.
• Edad a partir de la cual puede accederse al parque. En todo caso es recomendable no dejar salir a las pollitas al parque antes de unas 3 ó 4 semanas de haberse instalado en la nave de puesta con el fin de haberse acostumbrado a la misma. Pero tampoco conviene demorarlo en exceso para no exponerse a que las gallinas, ya acostumbradas al confinamiento durante varios meses, luego rehúsen salir al exterior cuando se les permita.
• Acceso diario de las aves al parque. No debe permitirse a primeras horas de la mañana, cuando las gallinas están en plena puesta. Por tanto, las trampillas de salida no deben abrirse hasta media mañana, cerrándose manualmente al atardecer, tras asegurarse de que todas las aves se han recluido voluntariamente en el interior de la nave.
• Uso del parque por las aves. Es muy irregular, por depender del tipo de vegetación del mismo – aunque ésta suela durar muy poco – tras las primeras semanas de acceso de las gallinas al exterior, la temperatura ambiente, la presencia de refugios y una arboleda protectora, el temor a depredadores, etc. En la bibliografía se cita desde la salida de no más de un 20 % de las aves al parque hasta un 70 % de las mismas, en función de estas y otras circunstancias. Y en muchos casos, bien por temor a depredadores, bien por agotamiento de la hierba, las gallinas apenas se alejan unos pocos metros de la nave, a menos que haya un bosquecillo a cierta distancia, en el que no dudan en resguardarse a la sombra.
• Restricción de salidas al parque. En todo caso deben seguirse las disposiciones legales del momento – nacionales o comunitarias – referentes al confinamiento de las aves por el peligro que entraña la detección de un brote de influenza aviar en una zona cercana, durante el tiempo que se prescriba. Y tener en cuenta al respecto un posible cambio en la calificación de los huevos a consecuencia de ello.
• La alimentación en el parque. Tanto el suministro de pienso como el de agua en el parque deben evitarse totalmente, por el peligro que representa un posible acceso a estos elementos por parte de aves migratorias, con el riesgo inherente de contaminación de diversas enfermedades infecciosas. Por otra parte, aunque las aves pueden ingerir algo de hierba, así como otros productos hallados en el terreno -, piedrecillas, gusanos, insectos, etc. -, todo ello es algo accesorio, no fundamental para su nutrición, ni siquiera “ahorrador” de una parte del pienso equilibrado del que deben disponer en el interior de la nave.