Este artículo es parte de la edición de agosto, 2016

Cal Roio: una avicultura ecológica de montaña

Andreu Tresserras

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En el corazón del prepirineo catalán, en el término municipal de La Nou de Berguedà, se encuentra la granja de Cal Roio, ubicada en la falda de una de las muchas montañas de la Serra del Catllaràs. Dedicada a la ganadería y la avicultura ecológica, la regentan Francesc Marcet y sus hijos, Martina y Joan. Éste último es quién nos recibe al llegar a la explotación, que lleva cuatro años en funcionamiento.

La granja, situada a 1.100 metros sobre el nivel del mar, comprende 40 hectáreas de bosque y pasto para el vacuno. Una masía imponente preside la finca. “La construyó mi padre, que trabajó en la construcción antes de dedicarse a la ganadería”, nos explica, orgulloso, Joan Marcet.

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Las principales características del entorno son, sin duda, la calma y silencio. Somos incapaces de ver otra señal de presencia humana en todo el recorrido por la granja de Cal Roio. Sólo los pájaros y, por supuesto, los pollos, rompen el silencio de vez en cuando.

En cuanto a la empresa, resulta chocante saber que la gestionan dos personas de 30 y 25 años. Joan nos explica que los dos hermanos se encargan del despiece de los pollos en el obrador y repartirlos, mientras que Martina está al cargo de la administración y contabilidad de la empresa. El cuidado y mantenimiento de la granja (incluyendo terneros y vacas) lo hacen ambos junto con Francesc, su padre.

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Martina Marcet, frente a una salida de pollos al parque (foto: © Gemma Miranda)

Después de estudiar fuera, ambos decidieron volver a la casa donde nacieron y trabajar en el campo junto a su padre, quien lleva haciéndolo desde 1979. “Mi hermana estudió en Barcelona, y después de vivir allí durante diez años volvió. Yo fui a Manresa a estudiar un par de años y también volví”, nos comenta Joan.

Instalaciones

La granja consta de tres naves de 5 x 11 m y cada una de ellas está dividida en dos departamentos. De este modo se pueden tener pollos de seis edades diferentes. Esta diversificación por edades supone una gran ventaja en una granja ecológica en la que la totalidad de los pollos llega a los 90 días de vida o más.

Cada 3 semanas reciben un lote de 250 aves, con lo que la capacidad total de la granja, con todo lleno, es de 1.500 pollos. Aun así, no siempre se encuentra todo ocupado, de modo que hay siempre una sección vacía para poder limpiarla antes de que entre el siguiente lote.

La densidad en cada departamento es de 10 pollos/m2, lo que se ajusta a lo requerido por la legislación para la crianza de pollos ecológicos. Sin embargo, nos dice Joan que quieren construir una nueva nave similar a las anteriores, a fin de que los animales puedan estar algo más espaciosos.

La granja consta de tres naves de 5 x 11 m y cada una de ellas está dividida en dos departamentos

Las naves las construyeron ellos mismos a base de paneles sándwich prefabricados con unos 4 cm de aislante en los muros y 5 cm de poliuretano en la cubierta. En cada seminave encontramos 2 chimeneas de ventilación natural en el lucernario y 2 ventanas relativamente altas en cada una de las 2 fachadas principales.

Hay 4 tolvas de plástico, de llenado manual y 2 bebederos de campana en cada seminave, además de un pequeño depósito de agua por departamento, un agua que extraen de un pozo que tienen en sus tierras.

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Joan Marcet, en el bosque, con algunos pollos.

El suelo de la nave está pavimentado y la yacija es de paja trinchada, con un buen grueso. Hay una bombilla de incandescencia en cada departamento, pero nunca dan luz a los pollos, ni en invierno, y solo se usa al entrar en cada seminave para trabajar.

La calefacción se obtiene por medio de una estufa de leña, que trasladan de un departamento a otro. La estufa tiene chimenea de salida de humo que se expulsa por uno de los tubos de ventilación. Su regulación es manual para conseguir la temperatura deseada. Joan Marcet nos comenta que hay que ir con cuidado al alimentarla porque se corre el riesgo de ahogar algún pollo por exceso de calor.

Los parques

Cada seminave está dotada de un parque de alrededor de un kilómetro cuadrado, al que se accede mediante una trampilla de salida de unos 50 x 150 cm. De éste modo cada pollo dispone de 4m2 en el exterior, cumpliendo así con los baremos marcados para obtener la certificación ecológica.

Las trampillas permanecen abiertas todo el año día y noche, y sólo se cierran en caso de frío extremo, algo cada vez menos frecuente. Y es que los pollos salen al exterior de la nave durante todo el año, incluso en invierno, y sólo buscan refugio bajo techo en momentos de frío extremo y cuando llueve o nieva.

Sólo a los pollos que ya han cumplido el mes de vida se les deja salir al exterior. Los pollitos de menos de treinta días permanecen dentro de la nave hasta llegar al mencionado mes de vida, cuando ya serán lo suficientemente resistentes como para salir al exterior.

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Una de las naves, con sus 2 departamentos.

Vemos a los pollos moverse con total libertad entre el interior de la nave, donde acuden a comer y beber, y el exterior. En ésta última zona nos encontramos con una peculiaridad sorprendente, ya que justo al salir de la nave se encuentra un bosque que, además, hace una pronunciada pendiente hacia la falda de la montaña en la que se encuentra la explotación. Esto contrasta con el prado en el que campan los animales en otras explotaciones, pero supone una gran ventaja para ellos, ya que al desplazarse cuesta arriba hacen ejercicio de modo prácticamente involuntario, con lo que se consigue que su carne sea más firme, especialmente en la zona de los muslos y patas.

Todos los parques están dotados de una valla de alrededor de 1,60 m de altura que se entierra unos 30 cm en el suelo y rodea toda la zona. Además, dispone de un cable eléctrico en la parte superior para evitar la entrada de alimañas. Y realmente es efectivo, puesto que tienen muy pocos problemas con depredadores, siendo tan solo el azor el que, muy esporádicamente, ataca a los pollos.

Sólo a los pollos que ya han cumplido el mes de vida se les deja salir al exterior

Los parques son de pino rojo, que crecen inmediatamente al lado de las naves, mezclándose con la instalación. Bajo su sombra, y también debajo de los arbustos cercanos, encontramos numerosos pollos que hacen su vida exterior en pleno bosque. En la parte de éste más cercana a las naves ponen una mezcla de corteza y astillas de pino en el suelo, para que los pollos entren con las patas más secas en la nave.

El manejo

Los pollitos recién nacidos son Redbro, procedentes de la granja GALLSA, de Llorens del Penedès. Utilizan solo machos, aunque a veces puede llegar alguna hembra por error de sexaje. Cada pollito cuesta 1 €, incluyendo los portes hasta Manresa, a donde los tienen que ir a buscar ellos.

El pienso es del Celler Cooperatiu de Salelles, de tipo ecológico y de coste elevado -unos 60 €/kg-, y utilizan 2 tipos, ambos en harina. El primero de ellos, que se almacena en sacos, se suministra a las aves durante las 2 o 3 primeras semanas. El pienso de segunda edad se almacena en un silo, y al estar molturado algo más bastamente, se encuentran en él algunas migajas, que son lo primero que comen los pollos al ser más atractivo visualmente que la harina.

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El único medio de calefacción.

Martina Marcet estima que cada lote consume alrededor de unos 2.600 kg de pienso, excepto en Navidad, cuando se deja crecer un poco más a las aves, consumiendo entonces casi 3.000 kg entre su llegada y su sacrificio. Su conversión es de 3,7 a 3,8 kg, unas cifras muy aceptables, teniendo en cuenta su elevada edad y su régimen de vida.

No utilizan antibióticos -como ya es obligado en avicultura ecológica- ni suministran ninguna vacuna a los pollos, que llegan a la granja inmunizados solamente contra la enfermedad de Marek. Es por eso que utilizan remedios naturales, como son las infusiones de romero y tomillo, que se aplican en el agua de bebida, cuando ven un aumento de la mortalidad entre las aves. Además, cuentan con asesoramiento en materia de salud animal a cargo de una veterinaria de Girona especializada en avicultura ecológica.

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Una de las salidas al parque.

Pese a las dudas que puedan generar éstas prácticas para la salud de los pollos, los números que presentan las instalaciones de Cal Roio son bastante satisfactorios, pues los lotes tienen entre un 5 y un 15% de bajas. Si bien es cierto que dichas cifras son superiores a las de las grandes explotaciones, hay que tener en cuenta los peligros a los que se exponen las aves al estar en el exterior y el hecho que viven el doble que los broilers de instalaciones cerradas. El lote de más edad que vimos en nuestra visita mostraba una tasa de mortalidad del 5,6%, con un total de 14 bajas de los 250 pollos iniciales.

Producción y comercialización

Cada lunes se saca una tercera parte del lote de pollos más viejos -unos 80 animales-, aunque esta extracción se realiza sobre pedido, por lo que puede variar algo. Nos comenta Joan Marcet que los clientes que tienen son fijos, y acostumbran a comprar una cantidad regular de pollos, pero que pese a esto hay variaciones en la frecuencia de los pedidos. No venden nunca más de 30 pollos a un mismo cliente para tener diversificada la venta de su producto.

En cada saca se eligen a los mayores, para dejar que el resto vaya creciendo durante una o dos semanas más. A lo largo de tres semanas se va vaciando el departamento con los pollos más viejos. Con este esquema, la edad mínima de venta de los pollos son 90 días y la máxima del resto de cada lote 105 días.

Después, entre un lote y otro, el Departamento de Sanidad Animal y el CCPAE -Consejo Catalán de Producción Agraria Ecológica- obligan a que los patios tengan 6 semanas de reposo -2 de vacío y 4 con los pollitos dentro de la nave-, dejando un período de dos semanas para limpiar y preparar la nave para la llegada de los pollitos.

El sacrificio de las aves se lleva a cabo en el matadero Indaber de Casserres, un municipio situado a unos 30 kilómetros de La Nou de Berguedà, a maquila.

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Un lote a media crianza.

Las canales procedentes del matadero, que recogen los martes, pasan al obrador que tienen al lado de la vivienda, en el cual despiezan alrededor de un 60 % de las mismas, porcentaje que varía en función de los pedidos de sus clientes de cada semana. El objetivo es obtener canales de 2,7 a 2,8 kg, por lo que el peso vivo del animal es superior a los 3 -alrededor de 3,1 o 3,2 kg-.

Los miércoles o jueves cargan las canales y los despieces en su furgoneta y los llevan a sus clientes, que han hecho sus pedidos por correo electrónico. Dichos clientes están muy repartidos en el territorio catalán, especialmente en la zona del cinturón metropolitano de Barcelona, así como dentro de la ciudad condal. La mayor parte son cooperativas de consumo y particulares. El precio siempre es el mismo, por peso y tipo de pieza, independientemente de los del mercado del pollo, y sólo varía en caso de una repentina subida del precio del pienso, algo que es muy poco frecuente. •

Benvinguts a pagès

Cal Roio se sumó a la iniciativa “Benvinguts a Pagès” (Bienvenidos a Payés), un proyecto que acercó a centenares de consumidores a las explotaciones donde se producen los alimentos que se adquieren en supermercados y tiendas. Desde la Fundació Alícia, una institución dedicada a la innovación tecnológica de los alimentos, contactaron con la familia Marcet, que se mostró interesada en participar en dicha idea.

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Hasta 200 personas visitaron la explotación ecológica de Cal Roio el fin de semana del 17 al 19 de junio, y pudieron ver el funcionamiento de la granja. Joan Marcet explica que fue una buena experiencia para ambas partes, ya que disfrutaron enseñando sus instalaciones a los visitantes, que a su turno gozaron viendo los animales que viven en la granja ubicada en La Nou de Berguedà.

 
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