Recibe Selecciones Avícolas en versión impresa
SUSCRIBIRSEEste artículo es parte de la edición de abril, 2016
Un problema…, El Problema
Otra vez ha vuelto a pasar. Y otra vez se constata que la industria cárnica y avícola, en su conjunto, tienen un problema. Un problema serio. De hecho, casi me atrevería a decir que es nuestro Problema por antonomasia. Las campañas animalistas contra la producción de carne, en pro de la cultura vegana, y, en definitiva, generando, a ratos forzando, un estado de opinión hostil al consumo de productos de origen animal.
Mala praxis profesional, unos empleados incompetentes cuando no directamente sádicos, y una imágenes grabadas con cámara oculta. El consumo de carne es un acto de salvajismo. Este es el mensaje. Sin matices y sin objeción alguna. La industria cárnica francesa ya ha tomado nota.
La asociación animalista L214 ha sacudido las redes sociales, los medios de comunicación, franceses, y alguno español, ergo, las consciencias de los ciudadanos y de los políticos, con diversos vídeos bien realizados en los que se muestran imágenes procedentes de cámaras ocultas en tres mataderos franceses. Dos de ellos con certificado de producción “Bio”.
Los vídeos, que en semanas superan los tres millones y medio de visualizaciones en You Tube, combinan escenas de evidente mala praxis profesional, en las que se aprecia el incorrecto uso de material de aturdido previo, como pistolas y bastones eléctricos, o canales de paso inapropiados para las dimensiones de una res, con escenas de un visible salvajismo por parte de algunos operarios hacia el ganado. Salvajismo explícito mediante el maltrato a diversos animales, en algún caso involuntario pero también voluntario, como son las escenas en las que a algunas ovejas se les aplican injustificadas descargas eléctricas entre crueles risas, violentísimos lanzamientos y hasta puñetazos en medio de charcos de sangre. Hasta aquí el relato visual: la denuncia, más o menos objetiva, de casos de maltrato animal.
Las piezas audiovisuales concluyen con declaraciones de portavoces de la organización L214. Todas incluyen la homilía moral sobre la supuesta incompatibilidad del consumo de productos de origen animal y sus métodos de producción. La demagogia que nos recuerda, de principio a fin, la incompatibilidad más absoluta entre la existencia de la industria cárnica y el “amor a los animales”. El discurso es obvio: comes carne, ergo eres responsable del “asesinato” de estos animales.
La campaña ha sido un éxito. De momento, L214, entre cuyos objetivos está “demostrar el impacto negativo del consumo de productos animales, terrestres o acuáticos, y proponer alternativas”, ha logrado que la Asamblea Nacional de Francia constituya una comisión de investigación sobre la forma en la que se trabaja en los mataderos del país. Con independencia de los resultados de dicha comisión, el daño para el conjunto del sector de la producción animal ya está hecho.
Por mucho que nos pueda soliviantar, vale la pena sumergirse de vez en cuando en las plataformas que estas entidades utilizan. En el caso del site de L214 en You Tube, abundan también los vídeos de aves: foie, huevos, carne de ave.
En definitiva, estamos inmersos en un contexto en el que las redes sociales e Internet pueden movilizar a millones de votantes en horas. Sin reparo alguno en el daño que pueda hacerse sobre sectores que, en conjunto, trabajan correctamente, cumplen las normativa, son respetuosos con el bienestar animal y emplean a millones de personas. El caso de Francia es el enésimo. You Tube es un filón donde conviven productos más o menos elaborados, incluso de cierta base para la denuncia, con burdas piezas que, pese a su ínfima calidad acumulan miles de visionados. Y seguimos sin aprender. El sector de la producción animal, del vacuno al porcino, del bovino a la avicultura de carne o de puesta, sigue trabajando como si la sociedad no hubiera cambiado y no tuviera acceso a determinada información y tecnologías. ¿Cuántas productores no tienen todavía incorporados códigos de conducta de estricto cumplimiento para sus empleados? ¿Cuántos empresas se plantean alguna vez una jornada de puertas abiertas? ¿Cuántos trabajadores descontentos siguen accediendo a diario a sus puestos de trabajo con un teléfono capaz de grabar vídeo? Lo de Francia es un caso más, mañana volverá a pasar, ya sea en España o en otros países y nuestro sector todavía no entiende que la gente siempre preferirá un buen cuento de brujas a estar bien informado.