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SUSCRIBIRSEEste artículo es parte de la edición de noviembre, 2015
Problemas de bienestar de las gallinas ponedoras en Europa (y II)
W. Bessei
Universidad de Hohenheim, Alemania
Australia Poultry Sci. Symp., 2015
Problemas relacionados con el nidal
Según la reglamentación de la UE, las ponedoras sobre yacija requieren una superficie de nidal de 1 m2 para 120 aves, lo que corresponde a 83 cm2 por ave. No hay normativa de la UE para la zona del nido en las jaulas enriquecidas. Pero en Alemania un mínimo el tamaño del nido por jaula es de 800 cm2, un espacio que ha de ser compartido por 10 gallinas y no está comprendido en la superficie de la jaula. De acuerdo con el Reglamento de la UE, el suelo del nido debe ser construido de tal manera que las gallinas no estén en contacto con la malla de alambre, por lo que esta se cubre generalmente con diferentes tipos de material plástico. Esto cumple con la reglamentación aunque no se permite en Alemania.
Hay un buen número de experiencias para dilucidar la preferencia de las aves por los diferentes tipos de nidales, su posición dentro de las naves y las características de su piso. Según Rauch -1995 -, un criterio esencial para la gallina es el de que el nidal sea un lugar reservado y accesible. Mientras que en los aviarios y las naves con yacija los nidales están montados en bloques separados, bien integrados en el mismo sistema de aquellos o bien situados en las paredes de estas, en las jaulas está separados por paredes metálicas o -en la mayoría de los casos -por cortinas de plástico.
El espacio mínimo de aseladero para los sistemas de alojamiento en Europa es de 15 cm por ave
La aceptación de los nidales es relativamente elevada tanto en las jaulas como en los otros sistemas. Independientemente del tipo de nido, más del 90 % de los huevos son depositados en el mismo -Wall y Tauson, 2013 -. La distribución de las gallinas puede estar muy desequilibrada debido a la situación del nidal, siendo generalmente los más altos y que están en una posición integrada los preferidos. Esto se traduce en un hacinamiento en estos lugares, lo que puede originar algunas bajas por sobrecalentamiento y sofocación, problemas que aun pueden agravarse cuando no se proporciona el suficiente espacio de nidal. La ocupación de la zona de nidales también depende de la sincronización de la oviposición dentro de la manada y el tiempo que las aves pasan en el nido. Icken y col. -2009 -registraron la presencia de gallinas en los nidos individuales utilizando la técnica del transpondedor. El momento de máxima ocupación de los ponederos varió entre las distintos manadas entre 2 y 5 horas, y la duración media de la estancia en los mismos entre unos 30 a 45 minutos. Esto concuerda con las observaciones de Sherwin y Nicol -1993 -Y de Petherick y col. -1993-, aunque en otros estudios la duración de la estancia fue más corta -de 25 minutos, según Freire y col. -1998 -o incluso de más de 1 hora -Cooper y Appleby, 1996 -. En cuanto a la alta variabilidad de uso del nido, se puede aconsejar el proporcionar un espacio mayor que el mínimo establecido en la Directiva de la UE, aun teniendo en cuenta el añadirlo al área requerida del suelo. Por lo tanto, los productores no sólo tienen que invertir en una superficie mayor de ponedero sino también en la total de la nave.
El riesgo de mortalidad por hacinamiento en los nidos es más bien bajo en las jaulas enriquecidas, especialmente cuando se utilizan cortinas de plástico. Las gallinas pueden salir del nido en cualquier lugar cuando demasiadas tratan de poner sus huevos a la vez. Hay, sin embargo, el riesgo de canibalismo durante la oviposición cuando la cloaca de las aves es visible desde fuera de las cortinas y atrae la atención de las compañeras de jaula. Por lo tanto se aconseja aumentar la superficie de anidación y mantener la distancia entre las cortinas y el suelo tan pequeña como sea posible.
Aseladeros
Las aves tienen una fuerte motivación para descansar y dormir en aseladeros. Por consiguiente, la disponibilidad de aseladeros se ha considerado una necesidad básica para su comportamiento. El espacio mínimo de aseladero para los sistemas de alojamiento en Europa es de 15 cm por ave, aunque no se ha observado ninguna diferencia en la proporción de gallinas en ellos si es mayor -17 cm, según Hergt y col., 2007 -o menor -12 cm, según Tauson, 1984-.
Al igual que ocurre en los nidales, los aseladeros a menudo no están ocupadas de manera uniforme. Como los más altos suelen ser preferibles a los inferiores, esto puede originar un hacinamiento en los niveles superiores de aviarios -Abrahamsson y Tauson, 1993-.
Los aspectos de bienestar de las aseladeros no sólo preocupan en relación con el comportamiento pues se considera que reducen las agresión y el picaje de las plumas al permitir a las aves escapar de los ataques agresivos o caníbales de sus compañeras de grupo -Donaldson y O’Connel, 2012 -. También aumentan la fuerza de huesos, sobre todo de las alas -Sandilands y coL, 2009 -, por más que el subir y bajar de los mismos asume el riesgo de fracturas óseas, principalmente de la clavícula y el esternón. La proporción de gallinas en sistemas alternativos de las jaulas que muestran fracturas antiguas de huesos al final del período de puesta puede variar entre el 50 y el 80 % -Wilkins y col., 2004; Freire y col. 2003; Scholz Y col. 2008 -.Las causas de roturas de huesos son múltiples, aunque la osteoporosis se considera el factor predisponente. Además, la posición inadecuada de los aseladeros, el hacinamiento en algunas zonas, la baja intensidad de la luz, la poca capacidad y experiencia de vuelo, y un alto peso corporal se han identificado como factores de riesgo por Sandilands y col. -2009 -. Según nuestras propias observaciones, son accidentes frecuentes en aviarios cuando las aves tratan de descender de pisos altos por la mañana. Las plataformas elevadas con aseladeros integrados y escaleras entre los niveles pueden reducir el riesgo de accidentes.
Sin embargo, los aseladeros integrados no son generalmente aceptados como tales. Y ya que las aves prefieren los aseladeros más altos se supone que no se sienten seguras en los inferiores. Por lo tanto, algunos autores solo consideran los “aéreos” para satisfacer las necesidades naturales de las aves. Pero no hay una altura mínima generalmente aceptadas para los mismos. Algunas definiciones requieren que los aseladeros no deben ser colocados sobre los slats, o que deben fijarse a una altura suficiente para que otras aves pueden pasar por debajo, o para que las que están aseadas no pueden ser alcanzados y perturbados por las aves que están en el suelo. Según pruebas de Faure y Jones -1982- las gallinas perciben las superficies elevadas 5 cm por encima del suelo como un aseladero, independientemente de sus características. Esto demuestra que desde el punto de vista del ave incluso los aseladeros integrados pueden satisfacer su necesidad de posarse.
La disponibilidad de aseladeros puede reducir el riesgo de picaje y canibalismo -Gunnarsson y col., 1999;. Pötzsche y col., 2001 -. Sin embargo, se sabe que las aves objetivo de picaje de las plumas no tratan de escapar y, a menudo toleran picotazos continuos de pluma y graves y picotazos caníbales, a diferencia de ataques agresivos. Por lo tanto, aseladeros pueden ser útiles para evitar los picotazos agresivos pero no el picaje de pluma.
Los aseladeros pueden incluso originar más perjuicios cuando las gallinas se encuentran en una forma que presentan una parte del cuerpo vulnerable al picaje de plumas -Moinard y coL, 1998 -. Pickel y col. -2010 -pudieron demostrar que la mayor parte del peso del cuerpo descansa sobre el esternón mientras que las gallinas están sobre un aseladero y que la presión permanente es muy probable que sea la causa de deformaciones. Los aseladeros de nuevo desarrollo, con una superficie blanda, han demostrado reducir la deformación del esternón y mejorar las características del paso -Scholz y col., 2014 -, esperándose que la mejora de los mismos no sólo reduzca las lesiones de aquel al reducirse la presión durante el reposo, sino también prevenir la rotura del hueso durante el vuelo.
Cría al aire libre
Los gallineros al aire libre se consideran el sistema de manejo más amigable donde las aves disfrutan de más libertad de movimiento y una gran variedad de estímulos ambientales.
La mayoría de los consumidores los perciben como un medio ambiente adecuado y natural para las aves.
Los problemas surgen cuando grandes grupos de gallinas se mantienen en estas condiciones. Las aves domésticas tienden a mantener un estrecho contacto con su recinto. Según Engelmann -1948 -, la distancia media de los pollos a la nave cuando no se les restringe su movimiento mediante una valla es de 50 m, yen algunos casos hasta de 300 m. Estos resultados han sido confirmados por estudios recientes: el 60 % de las aves permanecen una distancia de 50 m del gallinero y solo unas pocas llegan hasta 250 m, no habiendo más que del 30 al 36 % en el exterior -Harlander-Matauschek y col., 2001 -, observándose también que el uso del parque disminuye con el aumento de tamaño de la manada pero no con un menor tamaño de las trampillas de salida.
El jardín de invierno se reconoce como parte de la superficie interior y no de la del aire libre
En el uso del parque por parte de las aves individuales se ha observado una alta variación. Según Rauch y col. -1999 -, el tiempo medio de permanencia en el parque es de unas 4 horas al día, observándose una relación negativa entre el número de visitas al mismo y la duración de las mismas. La mayoría de las aves realiza un gran número de visitas cortas -menos de 5 minutos -, mientras que otras pasan hasta 4 horas de manera continua en el parque. La concentración de las salidas en la zona de las aberturas origina un rápido deterioro de la vegetación y la acumulación de nutrientes en el suelo y el agua subálvea. Por lo tanto, el establecimiento de sistemas de producción al aire libre no está permitido en muchas áreas. Se han hecho varios intentos para asegurar un uso más regular del espacio disponible a través de diferentes tipos de refugios naturales o artificiales, arbolado, hierba china, etc., medidas que han permitido, hasta cierto punto, ampliar la distancia de las aves del gallinero, pero no de forma significativa -Harlander-Matauschek y col, 2001 -.
El establecimiento de un jardín de invierno como de transición entre las condiciones del interior y al aire libre se está utilizando como elemento complementario en naves sobre yacija, aviarios y sistemas al aire libre, pudiendo las aves disponer del área techada adyacente a la nave en condiciones climáticas adversas. Esto protege la vegetación de la gama libre y, al mismo tiempo, da a las aves la oportunidad de moverse, escarbar y disponer de un baño de polvo al aire libre. El jardín de invierno, sin embargo, se reconoce como parte de la superficie interior y no de la del aire libre. Por lo tanto, las aves tienen que tener acceso al exterior en cualquier momento durante las horas de luz y la zona cerca de las trampillas de salida se convierte en un cenagal durante los días de lluvia, lo que acarrea que las gallinas ensucien el interior de las edificios y los nidos. Y ya que en estas explotaciones la salida al exterior debe permitirse tan pronto como la luz se enciende, existe el un riesgo de que las gallinas pongan huevos en el exterior.
Finalmente, otro problema en ellas es la prohibición de utilizar el espacio exterior para otros fines. Esto evita que la siembra de maíz u otros cultivos que eliminan los nutrientes excretados por las aves y al mismo tiempo proporcionen refugio contra los depredadores.
El establecimiento de sistemas móviles al aire libre se está convirtiendo en popular para las granjas de ponedoras de pequeño tamaño, existiendo actualmente una amplia gama de casetas comerciales de este tipo. Las limitaciones son el suministro de agua y electricidad, la eliminación de la gallinaza, los altos costes laborales y las bajas tasas de producción.
Conclusiones
Después de la prohibición de las jaulas convencionales en la Unión Europea se ha producido un cambio en los sistemas de producción de huevos hacia jaulas enriquecidas y los sistema alternativos, como las naves sobre yacija, los aviarios y las aves al aire libre. Aunque las jaulas enriquecidas proporcionan elementos estructurales esenciales para que las aves puedan escarbar, aselarse y disponer de un nido, se muestra preocupación por el espacio restringido para moverse.
El comportamiento de las aves para aselarse y anidar en las jaulas enriquecidas es similar al que tienen en los sistemas sin jaulas, lo que no sucede en cuanto al baño de polvo debido a la cantidad limitada de yacija en el mismo. La distribución de pienso para picotear y echarse por en cima en las jaulas enriquecidas no contribuye a reducir el contenido de lípidos de las plumas. Sin embargo, hay efectos positivos de la distribución de sustrato en con el fin de garantizar un alto nivel de bienestar otros criterios relacionados con el bienestar.
Por otra parte, una alta incidencia de roturas de huesos y canibalismo en los sistemas alternativos aumenta la preocupación por el estado del bienestar en estas condiciones. En ellos, con el fin de garantizar un alto nivel de bienestar se requiere mejorar el diseño y la disposición de los aseladeros para reducir la incidencia de las roturas y los problemas de picaje de las plumas y el subsiguiente canibalismo. •