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SUSCRIBIRSEEste artículo es parte de la edición de julio, 2015
China y la sostenibilidad
Muy probablemente, es posible que algunos de nuestros lectores, especialmente aquellos acostumbrados a repasar el contenido de una revista como nuestras SELECCIONES AVÍCOLAS leyendo solo aquellos temas que más les interesan, pasen por alto el tema central bajo el cual se desarrollará el próximo Congreso Mundial de Avicultura –WPC2016– que el año próximo tendrá lugar en Pekín: “Calidad y Seguridad de los Productos Avícolas: Cubriendo las necesidades del pueblo”.Por ello, para que no caiga en el olvido y por considerar el acierto de esta motivación, queremos hacer hincapié en el tema por su implicación no solo ya para nuestras producciones avícolas sino para todo el conjunto de la economía global.
A nuestro entender, lo importante, con independencia del desarrollo y el éxito que pueda tener el citado WPC2016, es lo que continúan diciendo sus organizadores: “como enfocar la producción avícola de una forma más sostenible”. Pues si a los términos de “calidad” y “seguridad” de los productos avícolas que bien tenemos siempre presente todos los involucrados en este sector le añadimos la finalidad de cubrir las necesidades de la población de nuestro planeta, creemos que ya podría estar todo dicho, con la excepción del añadido final de la “sostenibilidad”, con lo cual ya llegamos a la llamada cuadratura del círculo.
Pero, ¿qué representa hoy esta “sostenibilidad” de la que hoy muchos hacen alarde por el tipo de sus producciones?. En pocas palabras, la sostenibilidad nos indica como un sistema biológico mantiene su diversidad y su productividad en el transcurso del tiempo, es decir, el equilibrio de la especie con los recursos de su entorno. La sostenibilidad de una producción, por tanto, significa la existencia de unas condiciones económicas, ecológicas, sociales y políticas que determinan su funcionamiento de forma armónica a lo largo del tiempo y del espacio y consiste en satisfacer las necesidades de la actual generación sin sacrificar la capacidad de futuras generaciones en ello.
Si traemos este término a colación es por la importancia de que nos lo recuerden desde China, ese “gigante dormido” como, según se dice, fue bautizado ya por Napoleón hace nada menos que 200 años. Porque si de verdad se llegan a cubrir los objetivos marcados por los organizadores del citado evento, en uno de los países más contaminados del mundo y, sin duda, el de mayor crecimiento económico en la actualidad, creemos que ello significaría un hito de la máxima importancia en la apasionante historia de nuestra avicultura, abocada hasta hoy a un desarrollo que no ha tenido parangón con el de ningún otro sector de la producción animal.
Otro detalle avala la relevancia de nuestro comentario en los tiempos actuales: las últimas informaciones que se vienen publicando sobre el previsto, aunque discutido, tratado de libre comercio de la Unión Europea con terceros países, léase Estados Unidos –abreviadamente TTIP-. Pues aunque no se habla específicamente de China, no cabe duda de que en la mente de los economistas y de los políticos actuales de ambos lados del Atlántico que intervienen en las discusiones subyace el temor ante el aparentemente imparable desarrollo del gigante asiático que, tal vez a despecho de Marx y Lenin, están sabiendo compaginar su cerrado régimen político con una evolución inédita en la historia de la humanidad.
El final de la historia no lo conocemos, pero el reto está ahí, viviendo todos mientras tanto no solo rodeados de productos “made in China” sino que, en el sector avícola, con un papel cada vez más destacado de los científicos de esta nacionalidad en la investigación aplicada en todos los campos. Esperemos, sin embargo, que a nivel global podamos confiar en la sostenibilidad de sus producciones en beneficio de todos, si no es mucho pedir…