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SUSCRIBIRSEEste artículo es parte de la edición de mayo, 2015
MIT: sensor para la carne en mal estado
Una reciente noticia del Massachussetts Institute of Terchnology –MIT– indica que unos científicos de esta archiconocida institución acaban de desarrollar un sensor portátil y de bajo coste que puede detectar los gases emitidos por las carnes que se están deteriorando, lo que podrá permitir tanto a los comercios como a los particulares determinar si una muestra es apta o no para su consumo.
El sensor consiste en unos nano-tubos de carbono químicamente modificado y podría proporcionar una información mucho más exacta de la calidad de la muestra testada que la que proporciona la fecha de expiración del producto. También podría evitar el desperdicio ya que hay personas que tiran los productos en base a las fechas de caducidad, cuando en muchas ocasiones se hallan en buen estado.
El aparato es similar a otros dispositivos desarrollados en el laboratorio del MIT en los últimos años, uno de ellos, por ejemplo, utilizado para determinar el grado de madurez de la fruta. Todos ellos operan bajo el mismo principio, los cambios eléctricos que se producen en presencia de un gas en particular. En el caso actual los investigadores modificaron los nano-tubos con unos compuestos llamados metaloporfirinas, que contienen un átomo central de metal rodeado de varios anillos conteniendo nitrógeno. La hemoglobina, la proteína que lleva el oxígeno en la sangre, es una metaloporfirina con hierro en su átomo, central.
Para el sensor ahora desarrollado los investigadores utilizaron una metaloporfirina con un núcleo central de cobalto. Su interés se hallaba en las llamadas aminas biógenas, como la putrescina y la cadaverina, producidas por las carnes en putrefacción pues cuando las porfirinas conteniendo cobalto ser ligan a estas se produce una corriente eléctrica que se puede medir fácilmente en el nano-tubo.
El aparato ha sido probado ya con 4 tipos de carne y pescado, cerdo, pollo, bacalao y salmón. Según los investigadores, cuando se tienen en refrigeración se mantienen frescas durante 4 días pero a temperatura ambiente todas ellas se descomponen, aunque a ritmos variables.
Según los investigadores, en el comercio y existen otros aparatos con el mismo fin, aunque se trata de instrumentos muy grandes, muy caros y que requieren un experto para ser operados. La ventaja del sensor ahora desarrollado en el MIT es su bajo coste, su pequeño tamaño y el que su lectura puede ser incorporada a un smartphone. Así no es de extrañar que ya hayan solicitado su patente.