Este artículo es parte de la edición de octubre, 2014

LA RENTABILIDAD DE LOS HUEVOS ECOLÓGICOS

Aunque en el sector avícola actual parece que priven las economías de escala, el pensar que “a mayor producción, menores costes y mayor beneficio…” no siempre es cierto y, si no, pregúnteseles hoy a productores de huevos que, con muchos miles de aves, se las ven y se las desean para poder colocarlos en el comercio sin pérdidas.

Valga esta reflexión como preámbulo para describir un par de granjas de producción ecológica de huevos que, gracias a sus pequeños volúmenes y a sus ventas de proximidad, no solo permiten a sus propietarios ganarse suficientemente la vida sino tener el proyecto de ampliar.

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Otra característica común de ambas granjas es la de haber confiado para su equipamiento en una conocida firma multinacional, la Big Dutchman, tal vez más conocida por sus grandes instalaciones para ponedoras en batería, pero que igualmente tienen en su catálogo una amplia gama de material para este tipo de granjas. No en vano, en Alemania, la sede de la empresa, hoy en día lo que priva para la producción de huevos son los distintos tipos de instalaciones para gallinas en el suelo, bien sean camperas, ecológicas o en aviarios.

Y, en fin, otra característica común también es referente al alojamiento por haber optado ambas granjas por un tipo de nave prefabricada de cubierta de forma “túnel”, de un constructor de la provincia de Girona –Estructuras Forts-. que desde hace unos años se está introduciendo en el sector avícola.

Las naves en sí y el parque

Entrando ya en la descripción de las granjas objeto de este reportaje, diremos que la mayor de ellas era la empresa Bio Can Martí, S.L., estando situada en la población de Santa Eulalia de Ronçana –Barcelona–, mientras que la segunda era la Els Ous d´en Mateu, ubicada en Vilanna –Girona-.

Aún con las antes citadas características comunes, ambas granjas tenían ciertas diferencias y, para empezar, sus tamaños: la primera situada en una finca de 12 Ha y con capacidad para 5.600 gallinas y la segunda en una finca de 1,5 Ha, y con capacidad para 2.300 cabezas.

En ambos casos, la estructura de las naves era lo que primero llamaba la atención por su simplicidad, en la primera de las granjas con dos de ellas en marcha –de 24 x 8 m y de 36 x 10 m-, más otra en construcción –de 48 x 8 m-, y en la segunda con una ya operativa –de 20 x 10 m– y otra acabando de equiparse.

Con la cubierta en forma curvada, de lona ignífuga y a prueba de pedrisco, su aislamiento estaba garantizado por una manta de fibra de vidrio de 10 cm, más que suficiente en ambos casos por el clima de ambos lugares, con temperaturas mínimas medias en enero generalmente por encima de los 0º C.

Un detalle a destacar de este tipo de naves son sus grandes aleros que, unidos a la pronunciada curvatura de su cubierta, aseguran una buena sombra en los costados y la entrada del sol directo al amanecer y al atardecer.

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Una de las naves prefabricadas de Can Martí, aun sin haber salido las aves al exterior.

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Interior de la primera nave de Els Ous d´en Mateu, con todas las aves aun recluidas.

Con ello y aun con pequeñas diferencias en los costados de las distintas naves visitadas, la estructura de estos estaba basada, en principio, en un tipo de gallineros móviles de diseño francés, montados sobre unas fuertes vigas de acero que les hubiesen servido de “trineo” si se hubiese optado por esta opción de producción. En la granja de Can Martí, precisamente, las primeras naves se montaron con la idea de que fueran trasladables de lugar, aunque finalmente se convirtieran en fijas.

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Interior de una de las naves de Can Martí, con el foso y el equipo en posición central.

Para elevar ligeramente su altura, por debajo de esta base había dispuesto un zócalo, con bloques de hormigón, mientras que por encima de ella corría un panel sándwich de plancha metálica y aislamiento de poliuretano -60 mm-. Y, por encima, una ventana corrida, de cortina de lona, de 60 cm, finalizando el muro con otro panel sándwich de 30 cm.

Para la ventilación, solo natural, mientras que en la granja de Vilanna se contaba solo con las ventanas de ambos costados, en las de Can Martí se disponía, además, de unas aberturas en el lucernario, para ser abiertas en condiciones de buen tiempo para facilitar la renovación de aire.

Para la salida de las aves al exterior se dispone de las obligadas trampillas en la fachada con acceso al parque, concretamente cuatro en la nave de 20 m de fachada de la granja de Vilanna.

En cuanto a la densidad de población, en todos los casos se respetaba lo establecido legalmente, de 6 gallinas/m2 de superficie útil de suelo, lo que debe interpretarse descontando el espacio ocupado por el ponedero.

Por otra parte, el parque requiere un espacio de 4 m2/gallina, lo que significa habitualmente que las gallinas, al acceder a él, no suelen llegar a ocuparlo, quedándose en las cercanías de la nave, aunque esta zona al cabo de poco tiempo ya se halle desprovista de hierba. Sin embargo, hemos de reconocer que este hábito, que habíamos visto en casi todas las granjas que hemos conocido, con gallinas camperas o ecológicas, se rompía en la explotación de Vilanna, por la circunstancia de que a cierta distancia de la nave había un bosquecillo de pinos y encinas al que accedían una buena parte de las gallinas, tanto en busca de sombra como para escarbar en su suelo.

En ambas granjas un vallado de unos 2 m de altura cercaba el parque, estando soterrado un poco con el fin de evitar la entrada de alimañas, aunque en los dos casos nos indicaron que no tenían ningún problema con ellas.

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La recogida mecánica de los huevos de una nave de Can Martí.

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El comienzo de la salida al exterior, a media mañana, de las gallinas de la granja de Vilanna.

El equipamiento

La disposición del equipo responde a la idea clásica, con foso de deyecciones cubierto con slats, ponedero comunal situado en el centro del mismo, comedero automático de cadena y bebederos de tetinas y aseladeros.

En la granja de Can Martí todo el bloque del foso, con el ponedero, se hallaba situado en el eje central de la nave y, además de los bebederos de tetina, se habían dispuesto algunos más, de campana, detalle que Jordi Molina, el granjero, justificaba por la posibilidad de adquirir alguna vez unas pollitas recriadas que se hubieran criado con este tipo de material. En la de Vilanna, en cambio, todo ello se hallaba desplazado hacia un lado de la nave, es decir, adosado a una fachada, una decisión tomada por el criador debido a que las aves solo tenían su salida al parque exterior por el costado opuesto.

Como hemos indicado, todo el equipo de ambas granjas ha sido suministrado por Big Dutchman Ibérica, teniendo las siguientes características:

  • El foso de deyecciones, con 65 cm de altura en los costados y una ligera pendiente hacia el centro, estando cubierto con slats de plástico –rejillas “Integra”-.
  • El ponedero comunal ·”Colony2+”, todo corrido a lo largo de la nave, a excepción de unos pasos para poder acceder de un lado a otro de la misma. Es de recogida central de los huevos, con una cinta perforada de gran anchura y un piso con la adecuada pendiente, que se eleva en dos fases para realizar el oportuno cierre al atardecer a fin de expulsar a las aves para que no duerman en él.
  • Los comederos, de arrastre de pienso mediante la reconocida cadena de Big Dutchman, en 2 circuitos independientes a cada lado del ponedero y sobre los slats.
  • Los bebederos de tetina y con recuperador, situados entre el ponedero y la primera canal de los comederos.
  • Los aseladeros, en parte formados por el tubo situado sobre los comederos y en parte en una estructura independiente, con 2 tubos más, situados al lado de las ventanas, sujetándose con tirantes metálicos al muro.

El manejo

Un aspecto común en ambas granjas visitadas es el de realizar la adquisición de las pollitas, ya recriadas y de 17 semanas de edad, a una empresa de Girona. Por su genética no parecen preocuparse mucho, aunque obviamente son de los tipos de gallinas de color más comunes hoy en el mercado europeo .

Al recibirse, las pollitas se tienen durante 2 a 3 semanas confinadas sobre los slats mediante un cercado de malla situado en el borde del foso de deyecciones. Así se acostumbran a este lugar y al acceso al nidal, con el fin de minimizar la puesta de huevos en el suelo y su enojosa recogida.

Referente a estos, coincidencia también en lo manifestado por los dos criadores: de un 0,5 a un 1,0 % hasta el momento de nuestra visita, cuando las gallinas que vimos en las dos explotaciones se hallaban ya a más de la mitad de su período de puesta.

En los dos casos, también, la cinta de recogida de huevos se pone en marcha mediante un interruptor, pero además se cuenta con un pedal para accionarla o pararla a voluntad. La velocidad de la misma es regulable a voluntad.

Otro detalle común de ambas granjas era lo referente a la salida de las aves al exterior, realizado a media mañana, a partir del momento en que se abren las trampillas manualmente, mediante un torno. Esta es una operación que los criadores no desean que se realice automáticamente, como tampoco su cierre, al atardecer, lo que nos parece muy lógico.

El manejo manual es lo que priva también en ambas granjas. Al contar solo con ventilación natural y no disponerse de los sensores de temperatura que ya van siendo cada vez más habituales también en granjas de este tipo, la apertura y cierre de las ventanas se acciona manualmente mediante un torno, plegándose en forma de acordeón.

En cuanto a los resultados productivos, ambos criadores se hallaban satisfechos de lo que obtenían, con “picos” de puesta del orden de un 95 % o superiores, una buena persistencia –a mitad del ciclo por encima aun del 90 %-, muy pocas bajas, etc.

En ambos casos nos indican que se espera poder mantener a las aves en producción durante un máximo de un año y medio, no tanto por el descenso de la puesta sino por el empeoramiento de la calidad de la cáscara del huevo.

En cuanto a la alimentación, también ambos criadores tienen la misma fuente, una Cooperativa de la región y, obviamente de tipo ecológico, bastante más caro que otros similares de puesta, para gallinas camperas o de baterías. Esto aparte del detalle de que el tipo utilizado, único para todo el ciclo productivo, es una ración con más del 19 % de proteína bruta –según etiqueta– lo que a nosotros nos parece excesivo… y que, por supuesto, eleva su coste.

El consumo de pienso no nos lo pudieron indicar en ningún caso con detalle, aunque en la granja Bio Can Martí apuntaron que podía ser de unos 110 g diarios por gallina de media durante toda la puesta.

Comercialización del huevo

Un aspecto obvio a destacar, de cara a mantener un flujo relativamente constante de huevos para su venta, es el de tener al menos dos manadas de gallinas en producción. Esto es lo que iba a hacer Juli Llover, el propietario de la granja de Vilanna, al estar terminando de equipar su segunda nave para alojar a otra manada, mientras que Jordi Molina, el productor de Can Martí, ya disponía de dos manadas en puesta y esperaba acabar muy pronto con el equipamiento de una nave mayor para ampliar su producción.

Nueva coincidencia, también, en lo referente a la comercialización de los huevos por el hecho de venderlos sin clasificar por peso, aunque, esto sí, asegurando un mínimo de 318 g para la media docena, es decir, 53 g unidad. Esto se hacía de diferente forma pues mientras en la granja de Vilanna no se disponía de clasificadora, separándose solo los aparentemente muy pequeños –S– y los muy grandes –XL-, para venderse separadamente, en Can Martí se pasaban por una clasificadora Royo-Innova, separando también los S para venderse aparte, así como los XL, pero estos últimos solo por no caber en los estuches.

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Otro aspecto de las gallinas en un parque de la misma granja.

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El inicio de la entrada en la arboleda de las gallinas de la granja de Vilanna.

Como comprobación, una prueba hecha por nosotros a media mañana, en Vilanna, a pié de cinta de recogida y con huevos de gallinas de unas 40 semanas de edad, nos mostró un peso medio en un estuche de 58,1 g, lo que no está nada mal, teniendo en cuenta lo que se garantiza.

Como es obvio, todos los huevos se marcan, a mano en la granja de Vilanna y con una marcadora automática, a la entrada de la clasificadora en Can Martí. En esta última, además, nos indicaron que los huevos no vendibles –rotos, sucios y no aptos para consumo– se estiman en un 0,7 % del total de la producción, destinándose a la industria.

Como ya puede imaginarse, las granjas de este tipo y de esta envergadura requieren un trabajo muy personal, no ya solo en el cuidado y vigilancia de las gallinas, sino en la recogida y comercialización de los huevos. Así, por ejemplo, nos decía Juli –granja Vilanna– que no dispone de ningún tipo de ayuda ajena, lo que le obliga a estar en la granja todos los días de la semana, cuidándose personalmente de la distribución de los huevos, aunque en la de Can Martí Jordi sí cuenta con el trabajo de su socia, Marcé, en la recogida y preparación de los huevos para su venta.

En ambas granjas una buena parte de la producción va destinada a pequeños comercios de las respectivas zonas de influencia

Para finalizar, diremos que en ambos casos los huevos se comercializan en envases Cemosa de media docena.

En cuanto al destino de los huevos –el meollo del negocio, junto con el precio- , la verdad es que no pudimos indagar mucho, por razones obvias. Sin embargo, en ambos casos nos indicaron que una buena parte de la producción va destinada a pequeños comercios de las respectivas zonas de influencia, que juegan con la ventaja de “factor proximidad”, y el resto va a una gran cadena de supermercados, mientras que en Can Martí están empezando a vender parte de la producción fuera de Cataluña.

Por último, referente a los precios, un solo detalle a consignar: hasta la fecha han sido independientes de las oscilaciones de las lonjas para los otros huevos –se entiende, los de gallinas en batería, más del 90 % de la producción actual, en España-, lo que es una suerte. Así ambas explotaciones pueden poner un precio fijo durante todo el año… y nada bajo, por cierto, lo que está justificado por el elevado coste que suponer una alimentación a base de cereal certificado ecológico, junto con las exigencias de la normativa en relación con el bienestar de las aves y las normas restrictivas del control de la producción ecológica de la Unión Europea. •

Con el apoyo de:
En esta edición octubre, 2014

Se presenta a información pública el pliego de condiciones de la I.G.P. Gallo del Penedés

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