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SUSCRIBIRSEEste artículo es parte de la edición de octubre, 2014
Necrológica
JOAN BOADA RIERA
Con “el espíritu emprendedor de un avicultor”, como él mismo calificaba a su actividad avícola en su autobiografía, publicada hace 3 años, Joan Boada Riera nos ha dejada ahora, el pasado 26 de setiembre, a los 90 años de edad, tras una breve enfermedad.
Para quienes no hayan seguido su trayectoria avícola diremos, ante todo, que Joan Boada fue un trabajador incansable, durante toda su vida profesional dedicado a la avicultura, de la cual fue un testigo de excepción. No en vano, introducido en avicultura a los 18 años, tras la lectura de una obra de mi abuelo “El arte de criar gallinas” y exalumno luego del mismo, enseguida vio que su porvenir estaba en este sector, al que se dedicaría luego profesionalmente, primero con una pequeña granja propia, luego con sala de incubación y más tarde, abiertas ya las fronteras a fines de los años 50 para la importación de estirpes extranjeras, con la representación de la famosa Ross, del Reino Unido.
Su intensa vida queda reflejada en la citada autobiografía, que es un compendio de la apasionante evolución del sector avícola español del último medio siglo. Así, las dificultades de todo tipo de la postguerra civil española, el ya citado despegue del sector, el crecimiento especialmente espectacular de la producción de pollos, con las correspondientes crisis de precios, y la situación actual quedan reflejadas en esta obra de una forma personal por quien ha sido un destacado protagonista de esta apasionante época.
Joan Boada fue siempre un hombre valiente, tanto por sus iniciativas en el sector avícola, como por sus opiniones en los más variados temas, que expondría durante más de 40 años en forma de cartas en el periódico La Vanguardia. Su interés por todo lo avícola y su curiosidad también le impulsaron a realizar numerosos viajes al exterior para estar al día en avicultura y poder aplicar lo aprendido a la propia actividad profesional.
Descanse en paz el amigo “avicultor”, para todos los que lo tratamos y lo apreciamos. •
José A. Castelló