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SUSCRIBIRSEEste artículo es parte de la edición de mayo, 2014
Un equilibrio inestable
Otro mes más, aun a riesgo de repetirnos con un tema ya abordado en los números anteriores, queremos focalizar nuestro comentario editorial de este mes en algo tan precario, pero tan necesario, como es la alimentación humana, por la implicación que tienen nuestras producciones avícolas en ello.
Ante todo, una referencia para quien quiera saber más acerca de la alimentación en España, la de la publicación por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente – MAGRAMA – de una monografía sobre los datos del consumo alimentario en nuestro país en el 2013. Con un breve resumen del mismo, y especialmente de lo referente al huevo, en la página 18, los interesados en conocerlo en detalle pueden descargarlo en www.magrama.gob.es o en www.inprovo.com.
Pero nuestra preocupación, hoy, no es tanto ese posible decimal en que habremos variado en España nuestros consumos alimentarios – y concretamente de huevos y pollos -, sino en aquellas otras fuerzas que mueven al mundo, como son las políticas económicas de determinados países que, por su importancia, pueden desequilibrar el frágil orden de la economía global y, a la larga, terminar por afectarnos a todos.
Solo unos breves ejemplos de estos otros hechos que, en un sentido u otro, afectan a la producción de alimentos:
- En Estados Unidos, su acercamiento a la autosuficiencia energética, a costa, por un lado, de retirar del mercado ganadero un maíz para convertirlo en etanol y, por otro, del controvertido “cracking” en la búsqueda de nuevas fuentes de hidrocarburos.
- En Brasil, la creciente deforestación de la Amazonia, para poder aumentar principalmente su producción de soja y de otras materias.
- En Ucrania, la trágica situación casi de guerra civil por la que están pasando precisamente en estos momentos y que ya afecta a las exportaciones cerealistas de este llamado “granero europeo”.
- En China, y ya para finalizar, sus crecientes necesidades de cereales y recursos proteicos en general para alimentar a su enorme población humana, 1.300 millones, ¡casi 30 veces la española!
Este último aspecto, por si solo, vale la pena comentarlo con algo más de detalle, a la vista del gráfico adjunto, mostrando al crecimiento de sus consumos de carnes.
Como puede verse, de entre los tres tipos de carnes, las de ave son aquellas en las que su consumo ha experimentado un mayor crecimiento porcentual y para las que se proyecta, además, un mayor aumento de esta tendencia: un 2,4 % anual – pollos y patos conjuntamente -. Falta ver, sin embargo, si ello se cumple pues en los planes de la mayor economía dirigida mundial también se planea, al mismo tiempo, reducir la producción avícola de “traspatio”, lo que nos parece mucho pedir…
De todas formas, otras dos predicciones del USDA –Departamento de Agricultura de Estados Unidos– sobre China creemos que tienen que inquietarnos más: el que para los años 2023-24 China requerirá importar mucho más maíz y soja que actualmente, alcanzando sus compras en el exterior de estos productos a copar el 40 % y el 70 %, respectivamente, de todo el comercio mundial. Y aunque Estados Unidos continuará siendo el principal proveedor de estas materias, se cuenta con que Ucrania, Argentina y Brasil jueguen un papel cada vez mayor como competidores.
Todo ello configura un panorama alimentario ciertamente preocupante para el abastecimiento de primeras materias para nuestras aves y nuestra ganadería, cabiendo solo esperar que las políticas de la Unión Europea sepan encontrar el adecuado equilibrio para aunar los intereses de todos.