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SUSCRIBIRSEEste artículo es parte de la edición de abril, 2014
Cómo nos alimentamos
La muy reciente celebración, en Barcelona, de la feria Alimentaria -de la que ofreceremos un reportaje, en lo referente al sector avícola, en el próximo número de SELECCIONES AVÍCOLAS- y la un poco anterior Madrid Fusión, motivan el que nos refiramos, por alusiones, al tema de la alimentación del ser humano, es decir, a “lo que como” o “cómo nos alimentamos” -valga la puntualización-.
El tema que nos ocupa es que, aun tratándose de dos ferias muy diferentes, vistos ambos acontecimientos desde cierta altura, han tenido un detalle en común, lo que podríamos llamar el “sibaritismo” en la alimentación humana. Es decir, esta “complacencia en los placeres”, como se define al sibarita, que ya hace unos años se apuntaba que, cada vez más, definía al consumidor español – véanse los puntuales informes anuales sobre “La alimentación en España”, elaborados por el Ministerio de Agricultura-, aun sufriendo los efectos de la crisis económica, sigue ahí y, al menos en nuestra sociedad de consumo -pues otra cosa sería en la de los países del llamado “tercer mundo”-, hoy es uno de los principales motores de la misma.
De esta forma nos lo han explicado quienes concurrieron al Madrid Fusión del pasado enero en el cual se han presentado las propuestas más atractivas e imaginativas del campo de la gastronomía, de la mano de los más acreditados cocineros y “chefs” españoles y extranjeros, entre los que se hallaba, por cierto, el recientemente galardonado Celler de Can Roca como primer restaurante del mundo. Y si bien es cierto que, en algún caso, no sabemos dónde comienza la sofisticación en la presentación de un plato, para agradar al paladar, o dónde acaba la exageración para redondear hacia arriba la factura del restaurante, la cuestión es que, cada vez más, tenemos que estar preparados para dejar actuar a la imaginación y aceptar mil combinaciones insospechadas hace unos pocos años.
En la misma Alimentaria de Barcelona y ya hablando de lo nuestro, ¿nos podíamos imaginar, al visitarla, mayor sorpresa y placer que al degustar unos deliciosos bombones rellenos de foie gras?. Pues, de entrada, no siendo aficionados a lo que podríamos llamar “mezclas estrafalarias”, no podemos dejar de reconocer que esta combinación parece al menos atípica, pero cuando viene de la mano de las adecuadas catas de degustación, la cosa ya cambia. Como lo fue también, en su día, el popular “pollo a la Costa Brava” -un guiso del ave con langosta-, una combinación ya clásica… para los bolsillos pudientes, se entiende, que dignifica a nuestro producto al lado del crustáceo.
Se nos puede argumentar, al ir por estos derroteros, que lo que deseamos es elogiar a lo elegido por el sibarita en contra de lo habitual, aunque no sea ésta nuestra intención. Pero cuando el sector del foie gras de producción nacional está sufriendo la feroz competencia del importado -y producido muchas veces bajo unos inferiores standards de calidad-, cuando el pollo se defiende a duras penas al venderse de oferta y cuando el huevo está por los suelos, creemos que es de elogiar el que algunos pongan un poco de imaginación para valorar mejor sus productos.
Obviamente, no podemos, ni debemos, olvidar que la FAO tiene establecido un 16 de octubre como “Día Mundial de la Alimentación”, como recordatorio de quienes pasan hambre en el mundo y que en nuestra misma sociedad del consumo se hable cada día más de los alimentos que derrochamos. Pero ello no quita para que el sector productor, al que pertenecemos, aparte de intentar mejorar en sus resultados tecnológicos, debería esforzarse cada vez más en intentar llegar al consumidor mediante todos aquellos recursos que hoy tanto la tecnología alimentaria como los medios de comunicación ponen a su alcance. Solo es cuestión de imaginación, que no es poco…