Este artículo es parte de la edición de septiembre, 2013

La hamburguesa sintética

Aunque aparentemente no tenga nada que ver con lo nuestro, es decir, la avicultura, la noticia desvelada a comienzos de agosto de la aparición de la primera hamburguesa sintética, elaborada a partir de células madre vacunas, tiene unas connotaciones que, a la larga, no podemos pasar por alto todos quienes nos relacionamos con la producción animal.

En primer lugar, la noticia en sí nos informa de la presentación del producto, en Londres, por un equipo de la Universidad holandesa de Maastricht liderado por el Dr. Mark Post y contando con la financiación de uno de los fundadores de Google. El proceso se explica, con el detalle de divulgación requerido, en el adjunto esquema, por lo que no nos extenderemos sobre él.

Lo importante, a nuestro entender, son los resultados y las motivaciones del hallazgo, aquellos puestos de manifiesto por quienes degustaron el producto y éstas prestándose a todo tipo de consideraciones.

En cuanto a los resultados, las primeras impresiones de los consumidores fueron más bien pobres, al indicar que la así inventada hamburguesa, compuesta de una aparentemente carne picada, era mas bien insípida y que debía mejorarse. Esto ya fue reconocido por el equipo investigador, indicando que esta falsa hamburguesa, de naturaleza totalmente proteica, carecía de grasa y de mioglobina, aquella vehiculadora de los sabores en los alimentos y ésta responsable del color rojo de la carne, y que ambas faltas iniciales podían subsanarse fácilmente. Porque en cuanto a esto último hay que recordar que nosotros no solo comemos por el sentido del gusto, sino con actuación también de los sentidos de la vista, el olor, el tacto y otros aspectos….

Solventado esto –en su momento, no hoy-, otro aspecto más discutible son las motivaciones argumentadas por el equipo investigador, el disponer de un alimento -¿- que puede permitir el ahorro de una buena parte de la carne de vacuno que se consume en el mundo, que así no tendrá que proceder de la cría de millones de animales, lo que resulta muy caro y, además, insostenible para el medio ambiente en el futuro. En el caso concreto de la carne de vacuno – por el momento no se habla de otras especies animales, pero todo se andará –la industria es hoy responsable del 18 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero– y ello ha de crecer en el futuro a medida que países como China e India demanden más proteína animal -. En cambio, “con la hamburguesa sintética se reducirán en un 90 % las necesidades de tierra y agua y en un 70 % las de energía”, aseguran sus inventores. Y, de paso, siguen diciendo, “se evitará la crianza de animales, muchas veces en condiciones de bienestar lamentables para ellos”.

Visto así el tema, no hay duda de que la “seudohamburguesa” puede servir, en el futuro, para paliar el hambre en el mundo, especialmente en aquellos países en vías de desarrollo que hoy en día viven –o malviven– con un escandaloso déficit proteico. Por tanto, el descubrimiento sería una buena noticia desde el punto de vista social, aunque mala para el ganadero, en primer lugar de carne vacuna y, a la larga, posiblemente de otras especies si la técnica termina por aplicarse también a ellas.

Esto último hace que, hoy por hoy, en un mundo en el que ya debemos aceptar un montón de sustitutos de sabores, conservantes, antioxidantes, etc., vetamos la incorporación en los alimentos de antibióticos y determinados aditivos y, además, nos preocupamos por la presencia de OGM, veamos este descubrimiento como algo preocupante.

Por tanto y aunque el tema actualmente aun no afecte al sector avícola, creemos que tendríamos que concluir con la misma prevención que ya apuntamos en esta columna, el pasado mes de junio, al referirnos al “falso huevo”.

editorial_hamburguesa_opt.jpeg
Con el apoyo de:
En esta edición septiembre, 2013

Coccivex

Leer

Promotor-L 47

Leer

Cosma

Leer

AgroGi

Leer

Prinzen

Leer

New Farms

Leer

Otras ediciones

12 / 2022 LEER
11 / 2022 LEER
10 / 2022 LEER
09 / 2022 LEER
08 / 2022 LEER
07 / 2022 LEER
06 / 2022 LEER
05 / 2022 LEER
04 / 2022 LEER
03 / 2022 LEER
02 / 2022 LEER
01 / 2022 LEER
12 / 2021 LEER
11 / 2021 LEER
10 / 2021 LEER
09 / 2021 LEER
08 / 2021 LEER
07 / 2021 LEER
06 / 2021 LEER
05 / 2021 LEER
04 / 2021 LEER
03 / 2021 LEER
02 / 2021 LEER
01 / 2021 LEER
12 / 2020 LEER
11 / 2020 LEER
10 / 2020 LEER
09 / 2020 LEER
08 / 2020 LEER
07 / 2020 LEER
06 / 2020 LEER
05 / 2020 LEER
04 / 2020 LEER
03 / 2020 LEER
02 / 2020 LEER
01 / 2020 LEER
12 / 2019 LEER
11 / 2019 LEER
10 / 2019 LEER
09 / 2019 LEER
08 / 2019 LEER
06 / 2019 LEER
06 / 2019 LEER
05 / 2019 LEER
04 / 2019 LEER
03 / 2019 LEER
02 / 2019 LEER
01 / 2019 LEER
12 / 2018 LEER
11 / 2018 LEER
10 / 2018 LEER
09 / 2018 LEER
08 / 2018 LEER
08 / 2018 LEER
07 / 2018 LEER
06 / 2018 LEER
05 / 2018 LEER
04 / 2018 LEER
03 / 2018 LEER
02 / 2018 LEER
01 / 2018 LEER
12 / 2017 LEER
11 / 2017 LEER
10 / 2017 LEER
09 / 2017 LEER
08 / 2017 LEER
06 / 2017 LEER
05 / 2017 LEER
04 / 2017 LEER
03 / 2017 LEER
02 / 2017 LEER
01 / 2017 LEER
12 / 2016 LEER
11 / 2016 LEER
10 / 2016 LEER
09 / 2016 LEER
08 / 2016 LEER
07 / 2016 LEER
06 / 2016 LEER
05 / 2016 LEER
03 / 2016 LEER
02 / 2016 LEER
01 / 2016 LEER
11 / 2015 LEER
10 / 2015 LEER
09 / 2015 LEER
08 / 2015 LEER
07 / 2015 LEER
06 / 2015 LEER
05 / 2015 LEER
04 / 2015 LEER
03 / 2015 LEER
02 / 2015 LEER
01 / 2015 LEER
12 / 2014 LEER
11 / 2014 LEER
10 / 2014 LEER
08 / 2014 LEER
07 / 2014 LEER
06 / 2014 LEER
05 / 2014 LEER
04 / 2014 LEER
03 / 2014 LEER
02 / 2014 LEER
01 / 2014 LEER
12 / 2013 LEER
11 / 2013 LEER
10 / 2013 LEER
08 / 2013 LEER
07 / 2013 LEER
06 / 2013 LEER
05 / 2013 LEER
04 / 2013 LEER
03 / 2013 LEER
02 / 2013 LEER
01 / 2013 LEER