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SUSCRIBIRSEEste artículo es parte de la edición de agosto, 2013
De la noche al día
Jose A. Castelló
Especulaciones aparte, advertiremos que a la titulación de este artículo no hay que buscarle más intencionalidad que la puramente periodística, a fin de llamar la atención sobre un cambio bien drástico, el de haber pasado de producir huevos de gallinas en batería – código 3 – a huevos ecológicos – código 0 -.
Esto es lo que hicieron los hermanos Javier, José Carlos y Ferran Solé Domingo, productores de huevos de Tarragona, que durante muchos años habían explotado a sus gallinas en batería en régimen de integración, en su granja situada en el término de Tortosa. El motivo, como bien puede suponerse por lo que últimamente hemos ido tratando de ello, la plena entrada en vigor de la tan debatida Directiva 1999/74/CE sobre el bienestar de la gallina que, en enero del año pasado, les hubiera obligado a cambiar las jaulas para pasar a las gallinas a otro sistema de explotación.
Exterior de una de las naves de la granja.
Como sea que los hermanos Solé, desde el año 2008 ya se dedicaban a la agricultura ecológica y conocían este mercado pues comercializaban directamente los productos hortícolas y citrícolas producidos en la propia finca, disponiendo de terreno suficiente para patios exteriores y aun siendo el sistema de producción que requiere más superficie, en el año 2011 se decidieron por cambiar a gallinas ecológicas. Esto lo hicieron después de haber permanecido cerrada la granja durante un periodo de tres años – tiempo legalmente necesario para la conversión de un terreno o patio convencional a ecológico -, aprovechando para ello los gallineros e instalaciones existentes y adelantando de esta forma su decisión de cambiar a este tipo de avicultura por los motivos expuestos.
Unas instalaciones sencillas
La granja actual, con gallinas ecológicas, lleva ya más de dos años funcionando, estando basada en el aprovechamiento de varias naves clásicas de los años 60, con ventanas, ventilación natural y una construcción de obra, con la clásica carrera central de pilares que, si bien permitía reducir los costes, luego podía representar un inconveniente si se pensaba destinar la nave a otra utilidad. De ellas han aprovechado tres, para otras tantas manadas de gallinas ecológicas, aparte de otra para almacén de clasificación de huevos, teniendo por el momento las otras vacías.
La explotación así transformada está autorizada como granja de puesta para 11.000 gallinas, aunque por el momento su producción es la de un máximo de 9.000 cabezas. Este sería el caso en el supuesto de una plena coincidencia de las 3 manadas escalonadas que explotan, de unas 3.000 aves cada una, aunque ello no ocurra debido a tener entradas diferentes para disponer de una cantidad lo más regular posible de huevos para su venta durante todo el año.
Como es habitual en este tipo de naves, la ventilación es por medio de ventanas en ambas fachadas, de menor tamaño las del norte que las del sur, con una orientación, a nuestro modo de ver, perfecta, con el eje largo en sentido este-oeste. En el centro de la cubierta, además, unas pequeñas aberturas proveen de una conveniente ventilación extra para las gallinas ya adultas que se explotan en estas naves.
En la fachada sur se dispone de unos “sombrajos” de malla plastificada, colocados inclinados sobre las ventanas y las aberturas de salida de las gallinas al parque, que aminoran en parte los efectos de la reverberación solar en el interior de las naves.
Las obligadas aberturas para salida de las aves al parque ocupan casi toda la fachada sur de las naves. En los parques solo tienen unos chopos, aunque aun muy pequeños, una de las especies de hoja caduca permitidas por la legislación para este tipo de granjas, que no autoriza los árboles de hoja perenne.
Panorámica del interior de una nave, desde una de las dos zonas de yacija
Otra vista de una nave, mostrando los ponederos y parte de unos aseladeros
Una disposición interior “clásica”
La disposición interior de las naves es la “clásica” de hace años en naves para gallinas sobre yacija, de 12 m de anchura y unas longitudes variables, entre 50 y 80 m. Con las 6 gallinas/m2 a que autoriza la legislación en el caso de las gallinas ecológicas, ello supondría una capacidad máxima en la nave de menor longitud, para unas 3.600 gallinas. Pero como cada manada actual es de 3.000 – por ser el máximo autorizado por la legislación, en una misma nave, para las gallinas ecológicas -, esto significa un espacio desaprovechado, de lo que ya son muy conscientes los hermanos Solé.
Esta disposición clásica implica que el equipo esté constituido por:
- Un foso de deyecciones central, de unos 6 m de anchura, cubierto de slats de plástico.
- Un ponedero comunitario central, situado sobre los slats, interrumpido solo por los citados pilares.
- Una ristra de aseladeros, situados en el borde de la zona de slats.
- Dos hileras de comederos de platos, colocados sobre el foso.
- Bebederos de tetina, también con dos hileras, en el mismo lugar.
Los slats, el ponedero y los aseladeros en una de las naves son de New Farms y en otras de Vencomatic. En un caso el cierre de los costados del foso es por medio de malla metálica, lo que prefieren ya que deja pasar más el aire que en el caso de ser de plancha sólida, con lo que las deyecciones del foso se secan mejor.
Los aseladeros son tubos metálicos situados en 3 niveles, habiendo sido suministrados también por las empresas correspondientes.
Los comederos en todos los casos son Roxell, mientras que los bebederos son Plasson, con recuperador.
La salida de los huevos de los ponederos va a parar a una mesa situada en un almacén en el extremo de cada nave. Desde allí se llevan por medio de un tractor con remolque a la sala de clasificación.
El manejo y la producción
Las pollitas de las manadas entradas hasta ahora las han adquirido recriadas, con 17 semanas de edad, a Granja Pinseque, de Zaragoza, perteneciendo a las genéticas de Lohmann, Hy-Line e ISA, obviamente siempre productoras de huevo marrón.
Comentando la elevada productividad de las aves de estas genéticas y su gran persistencia de puesta, nos indican que hasta ahora han tenido a las gallinas unos 16 meses en producción, adaptando pues sus reposiciones a este ritmo. El objetivo es tener un buen tamaño de huevo, como ocurre siempre al prolongar la duración de la puesta, pero no hasta el punto de que ello pueda hacer aumentar la proporción de roturas.
Por los datos que nos muestran de las gráficas reales de producción de las manadas finalizadas, además de la evolución de la misma, semana tras semana, vemos que se trazan una “línea de rentabilidad” para tener una indicación sobre a partir de que punto ya no vale la pena la explotación de una manada. Sin duda, un punto importante a tener en cuenta, aunque difícil de concretar en base a la gran variabilidad que hay en los precios de venta del huevo.
Grupo de gallinas en uno de los parques
Las gallinas se reparten en los parques a su libre conveniencia.
Una buena norma de manejo para evitar la costumbre de alguna gallina a dormir en los ponederos y la tendencia a la cloquez es la práctica de cerrar los ponederos desde las 6 de la tarde hasta las 6 de la mañana siguiente.
Otra buena norma de manejo es la de que durante las 3 primeras semanas a partir del momento de recepción de las pollitas éstas se tienen recluidas sobre la zona de slats a fin de que se acostumbren a ellos, más que a la de la cama. Esto se realiza con unos marcos de tela metálica, que se montan en el borde de los slats, retirándose luego y guardándose para el lote siguiente.
Este tipo de acostumbramiento nos dicen que es fundamental para evitar uno de los problemas con los que se enfrentan muchas veces quienes explotan a sus gallinas sobre yacija, la puesta de huevos en el suelo, una molestia por el trabajo de su recogida y por ser causa de roturas y contaminaciones. Hasta la fecha, nos dicen los hermanos Solé, no han tenido ningún problema a causa de ello, siendo mínima la proporción de huevos hallados en la cama.
En lo referente a la mortalidad, nos indican que en las manadas finalizadas ésta apenas ha llegado al 5 % al finalizar el ciclo productivo. Como es habitual, las pollitas se reciben con todas las vacunas necesarias
y autorizadas en este tipo de producción ya aplicadas durante su crianza, así como con los picos con un pequeño despunte de recién nacidas, no habiendo tenido hasta ahora problemas de picaje.
En cuanto al manejo de las aves en los parques, es de destacar que éstas normalmente no hacen uso del enorme espacio a que obliga la legislación sobre las explotaciones de puesta ecológicas – 4 m2/gallina – sino que se circunscriben a la zona más cercana a la nave, aunque en dependencia de la presencia de hierba, arbolado, etc. En los parques, su mansedumbre y habituamiento al cuidador se manifiestan al seguir a éste hasta el punto, casi, de tener que apartarlas al caminar entre ellas, para no pisarlas.
La salida de las pollitas al parque no se inicia hasta unas 24 semanas de edad, cuando ya han tenido tiempo para acostumbrarse primero a su permanencia sobre los slats y, más tarde, a la zona de yacija.
La apertura de las trampillas para acceso al parque se realiza manualmente a media mañana, de igual forma que su cierre al atardecer, cuando todas las aves se han recluido voluntariamente, momentos variables obviamente según la época del año.
Una última observación en torno a los parques de esta granja es la de habernos mencionado que, hasta la fecha, no han tenido problemas de alimañas.
Una alimentación ecológica
En lo referente a la alimentación, el pienso se reparte siempre ad libitum – los platos de los comederos siempre están llenos -, utilizándose un tipo especial para gallinas ecológicas, elaborado por el Celler Cooperativo de Salelles.
Las raciones utilizadas son de dos tipos, para el comienzo de la puesta y para los últimos meses de la producción, y sus obligadas especificaciones muestran unos valores de proteína entre el 16,7 y el 17,5 %, con los cambios correspondientes en aminoácidos, minerales, etc.
Pero lo importante en un caso como éste, tratándose de una alimentación ecológica en la cual el coste del pienso es aproximadamente el doble que el de las raciones comerciales normales, es la seguridad que brinda la fábrica de que se han utilizado unas primeras materias de procedencia ecológica. Esto nos lo explicó luego la citada fábrica al indicarnos que:
- el maíz es el cereal mayoritario, viniendo de Francia o Italia por garantizar su origen ecológico y el no contener OGM –organismos genéticamente modificados-,
- se cuenta también con una menor proporción de cebada, también ecológica, pero que en este caso ya se encuentra en España,
- la soja es semi-extrusionada y extractada por presión –no con disolventes-, conteniendo alrededor del 39 % de proteína, y procediendo de Italia,
- el girasol es la segunda fuente proteica, obviamente ecológico y de origen español,
- las fuentes minerales -carbonato y fosfato- ya no han de ser necesariamente ecológicas,
- el corrector se adquiere en un laboratorio de Madrid, certificándose también para este tipo de producción.
Según nos indicaron, además del pienso, cada día les dan un suplemento de carbonato cálcico, echado directamente sobre la tolva de cada nave, por creer que así contribuyen a una mayor solidez de la cáscara del huevo. Y, aparte de ello, cuando las gallinas son viejas les proporcionan conchilla de ostras distribuida ad libitum en algunas tolvas colgantes sobre la zona de cama de las naves.
Con todo ello, es de destacar lo que nos han indicado acerca del consumo medio de las gallinas a lo largo del ciclo de puesta al que nos hemos referido sea solo de 115 g diarios, una cantidad sorprendentemente baja teniendo en cuenta su gasto energético por el régimen de libertad que tienen en el parque…
Otra cuestión importante que queremos resaltar es la dificultad que ha habido y que puede seguir habiendo en determinados momentos en proveerse de materias primas suficientes para la producción de pienso ecológico, a diferencia de lo que ocurre con el pienso convencional.
El huevo ecológico, ¿es diferente?
Con respecto al manejo del huevo, estos se recogen mecánicamente al final de la mañana en la mesa final de los ponederos, situada en el almacén de cada nave, llevándose mediante un tractor con remolque a un cercano centro de clasificación. Allí se seleccionan y clasifican mediante una máquina Moba 1000, estampillándose en la cáscara el obligado código identitario por medio de una marcadora Hitachi.
La empresa dispone de dos tipos diferentes de envases, de media + media docena, aunque solo por cuestiones comerciales, pues el tipo de huevos es el mismo, aparte de su clasificación por peso.
Los huevos son de yema bastante pálida – de un grado 5-6, en el conocido abanico RCF -, para lo que estamos acostumbrados a ver en el huevo habitual en el mercado español. Según nos indicaron, esto es a causa de que la única fuente pigmentante del pienso es el maíz, no utilizándose ningún otro producto con tal fin pues el mercado ecológico requiere unos huevos así, para diferenciarlos de los más amarillos que el público asocia con los producidos de forma “industrial” –sic-. Curioso, ¿no?, pero al menos más económico…
Los hermanos Solé son conscientes de que no pueden hacer como en el típico “cuento de la lechera”, es decir el aumentar por las buenas su producción para ganar más, pues el mercado ecológico es todavía muy limitado hoy en día en España, quizás porque el público en general no está muy concienciado o quizás por la crisis económica en la que se ve inmersa nuestra economía. Por ello apuestan por la diversidad en la producción de productos agropecuarios producidos en su propia finca y por su comercialización directa, principalmente en tiendas especializadas en productos ecológicos, pues no hay que olvidar que el aumento de producción experimentado en este último año ha influido en que haya una cierta tensión de precios a la baja. Esto es tener las ideas bien claras.
Los hermanos Solé, no obstante ser fervientes defensores de la producción ecológica, nos confiesan de que son conscientes de que por la magnitud de su explotación desde el punto de vista del resultado empresarial hubiera sido mucho más coherente su pase a código “1”, es decir gallinas camperas, por el mayor aprovechamiento de las naves que poseen y por el coste del pienso de estas últimas, muchísimo más económico que el de las ecológicas. A pesar de ello, están convencidos de lo que han hecho, sobre todo con la finalidad de aprovechar el canal de venta y distribución de producto ecológico que ya tenían.
Las trampillas de salida al parque, ya abiertas desde media mañana
Cajitas de huevos comercializados por la granja Solé Bio S.L.