Este artículo es parte de la edición de mayo, 2013

¿Preparados para el calor?

Por más que al inicio de mayo de un año climatológicamente tan irregular como el actual aun no nos preocupe el calor, no cabe duda de que, al igual que ya sabemos que “prevenir es mejor que curar”, yendo de cara al verano hemos de estar preparados para saber atenuar en lo posible los efectos de la canícula sobre nuestras aves.

Así, al menos, los criadores de aquellas zonas del país que suelen resultar más afectados por unas altas temperaturas en pleno verano, con máximas bien por encima de los 30º C, pueden ir pensando sobre ello con el tiempo suficiente para que el calor no les coja desprevenidos.

El tema es reiterativo, ya lo sabemos, pues cada año nos hemos ocupado de él, mediante la publicación de diversos artículos sobre los efectos del calor sobre las aves y como paliarlos. Sin embargo, creemos que nunca está de más el refrescar la memoria sobre un aspecto que tan profundamente afecta a la productividad de nuestras aves –por retrasos en el crecimiento, depresión de la puesta, bajas por asfixia, etc.– y máxime si, como en el caso actual, podemos aportar algo nuevo sobre el tema.

Hoy, el aporte que mostramos en este número se concreta en dos aspectos distintos, desarrollados a través de los respectivos artículos que destacamos en primer lugar, además de un publirreportaje en el que se explica en detalle un sistema de ventilación tan efectivo para el invierno como para el verano.

En el primero de ellos, sus autores, unos excelentes expertos de la Universidad norteamericana de Georgia, nos detallan algunos aspectos prácticos sobre el empleo de los paneles de refrigeración evaporativa –los “coolings”, ya casi incorporados a nuestro lenguaje- en relación con su tipo, sus cuidados y limpieza, etc. El tema es de interés no solo ya en cuanto a lo que cabe esperar en relación con el material con el que están construidos –celulosa o plástico– sino por las atinadas observaciones que se hacen sobre este sistema de refrigeración que, día tras día, cada vez ha ido ganando más adeptos en todo tipo de granjas.

No olvidar, sin embargo, que en muchas circunstancias, en dependencia del tipo de nave, el sistema de ventilación, etc. puede ser más interesante aplicar el mismo principio de la refrigeración evaporativa mediante unas boquillas nebulizadoras instaladas en varias líneas en el interior de la nave. Esto es lo que se hace en las naves objeto de el publirreportajes insertado en este mismo número… y con todo éxito, por cierto.

El segundo artículo aborda, en cambio, un aspecto bien diferente y de rabiosa actualidad, la posibilidad de cuantificar exactamente los efectos de operar con un medio ambiente mejor o peor en la granja de pollos, según su aislamiento, los sistemas de ventilación y calefacción, etc. Su autor, un conocido veterinario –y autor habitual en este medio– nos vierte su experiencia en este tema al haber desarrollado un programa de ordenador que, simulando las muy diversas circunstancias que pueden concurrir en una granja de pollos, evalúa los resultados con los que el criador puede encontrarse, los ahorros de pienso que se pueden conseguir al mejorar algún parámetro, etc.

En fin, ¿no se acuerda el amigo lector lo que tenía que hacer el mismo, o tal vez había visto hacer a su padre, hace años, cuando “a ojo”, aunque con la experiencia que aportan la edad, cada día tenía que ajustar sus ventanas más de una vez para adaptarse a la cambiante climatología en función de la edad de sus pollos?. Pues bien, si hace ya algunos años, unos simples termostatos y unos ordenadores muy elementales nos permitieron ya una mayor comodidad en el ajuste del medio ambiente de un gallinero, hoy, unos sofisticados aparatos, junto con un programa como el que aquí se nos expone pueden permitir realizar una simulación para conocer lo que podemos conseguir en unas circunstancias determinadas como la evaluación económica de las posibles modificaciones a realizar. Lo único que no nos dice es de donde sacaremos el dinero para acometer estos cambios…, pero esto ya es harina de otro costal.

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