Este artículo es parte de la edición de junio, 2012













Número 6. Junio 2012


Los reproductores se distribuyen en tríos de un macho y dos hembras.





Cuando en la mayoría de las producciones ganade- ras el problema suele ser cómo convencer al consumi- dor de que nuestro producto es bueno, que es necesa- rio, que lo debe consumir, etc., los productores de avestruz se encuentran con que no pueden satisfacer toda la demanda que el mercado les pide. Es el caso de la empresa Avestruces El Rincón, una cuidada granja situada en Requena (Valencia), donde reconocen que esta situación –común no sólo en España, sino en toda Europa- llega a ser un verdadero problema para ellos.


Hortensia San Félix, con la ayuda de su marido Carlos Sanchís, fue la auténtica alma mater de esta curiosa iniciativa, que nació hace 17 años con el objetivo de cambiar el estilo de vida de la pareja, que hasta entonces se dedicaba al negocio de la impresión en la capital valenciana. “Todo empezó como la excusa per- fecta para salir de la ciudad y poner una granja”, explican. Primero valoraron la posibilidad de poner perdices, pero finalmente se decidieron por el avestruz en una época en la que se comenzaba a hablar de este tipo de producciones más alternativas. Visionarios, emprendedores y pioneros en protagonizar todo el boom que vino poco después, Hortensia y Carlos se repartieron




las tareas –ella como fundadora de la entidad y al frente de la parte comercial y él como responsable de la granja- y comenzaron una nueva singladura en una pequeña explotación, aún con muy pocos animales.


Los inicios no fueron fáciles. Para colmo, el lugar elegido para el proyecto tampoco era el ideal –poco sol y 1.200 metros de altitud-, pero sí que acabaron enganchados a un negocio que les ha permitido, si no aumentar su nivel de vida, sí ganar en calidad. Ahora Avestruces El Rincón se ubica en otra zona, una hermo- sa e impresionante parcela de 55.000 m2 a 700 metros sobre el nivel del mar; un terreno llano que destaca por la sencillez, donde no existe ni instalación eléctrica -ellos producen la energía necesaria para la calefac- ción, iluminación y funcionamiento de los equipos gracias a un generador de gasoil- y que les llena de satisfacción porque, tras la burbuja especulativa del avestruz en los 90 en que se llegaron a montar más de 1.000 granjas en España, actualmente “somos prácti- camente nosotros los únicos que sobrevivimos en España”.


Según cuentan, algunas empresas cerraron porque “equivocaron vendiendo huevo caro; nosotros nos


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Carlos Sanchís es el encargado de la granja, mientras que Hortensia asume las tareas comerciales.



El avestruz: un negocio que no puede satisfacer la demanda





centramos en la carne, que es donde está el negocio”. Así, acabaron creando todo un circuito cerrado al dispo- nertantodelosreproductorescomodesaladeincubación, granja de cría y sala de despiece para preparar el producto. Para el sacrificio de las aves, por ejemplo, cuentan con un matadero de vacuno ubicado en la localidad de Alfafar al que se asociaron, y que ahora dispone de una sección especial para avestruces.


Las instalaciones de la granja


Avestruces El Rincón dispone actualmente de 72 reproductores, separados en tríos de un macho con dos hembras, cada uno de ellos en un parque y separados por vallas metálicas, puesto que estos animales pueden llegar a ser bastante agresivos, e incluso, en el caso de que una de las dos hembras muera, dicen que no pueden añadir otra porque el macho la mataría.


Son animales defensores de lo que consideran suyo. Nada más entrar en la finca, los primeros avestru- ces saludan al visitante, curiosos, dirigiendo hacia el vehículo sus largos cuellos. Y si la visita se acerca demasiado, comienzan a ponerse nerviosos. Temen que le invadas su territorio o le robes sus huevos, incluso se defienden ante el propio cuidador, que ya ha tenido algún que otro susto.


En el momento de la visita, Carlos Sanchís estaba criando un lote de 11 avestruces de reposición, para formar más tríos, que alcanzarán la pubertad a los 3 años. También poseía varios lotes para engorde, con un total de unos 250 animales entre todos los parques.


En la granja, Sanchís dispone de una serie de casetas de unos


5×5 m, construi- das por ellos mis- mos, para ser uti- lizadas como cria- deros, con cale- facción por panta- llas eléctricas y piso de slats. Cada una de ellas está adosada a su co- rrespondiente in- vernadero, de unos 10×20 m, que están abiertos to- talmente por el extremo opuesto a la caseta. Aquí se cría cada lote, compuesto por unos 30-40 aves-


truces, hasta su salida para el sacrificio. Solo uno de estos parques tiene el suelo pavimentado, un detalle que ha conseguido reducir la mortalidad, por lo que la idea es, a medida que puedan económicamente, pavi- mentar también el resto.


Todos los parques disponen de hierba, aunque los




avestruces la liquidan en pocos días. Tienen también otro terreno con alfalfa que siegan para dársela como alimento a los avestruces, pero deben tener cuidado de cortarla muy corta para que no haya tallos fibrosos.


La alimentación y reproducción


¿Cómo alimentan a estas enormes aves? El reparto de pienso en estos invernaderos lo hacen de forma automática, con un bisinfín que alimenta a las tolvas colocadas en uno de sus costados. Además, durante el primer mes después de dejar salir a las crías al exte- rior, colocan unos comederos suplementarios, de llena- do manual, que consisten en unas bandejas metidas dentro de neumáticos. Suministran un tipo de pienso especial para los reproductores -a los dos años-, otro para engorde y otro de primera edad -hasta el mes y medio de vida-. Después pasan a un pienso de creci- miento, que es el que mantienen hasta el momento del sacrificio.


Los reproductores –que tienen desde un año y medio de edad y conviven machos y hembras juntos- se fueron comprando en varios lugares, y sus propietarios han ido haciendo su propia reposición, a pesar de que no tienen ningún plan genético propio. Explican que los avestruces pueden permanecer en producción hasta los 16-18 años, y lo cierto es que tardan mucho en poner huevos: cuando tienen tres años de edad pueden poner dos o tres, y el macho, hasta esta edad, no monta a ninguna hembra.


La puesta comienza en febrero, pero no ponen huevos si comien- zanlas lluvias. Este ciclo se mantiene desdeprincipiosde febrero –o finales- hasta el mes de agosto, época en la que baja mucho la producción; por tanto,laincubado- ra funciona de fe- brero a septiem- bre. Los pollitos tardan un mes y medio en nacer.


En la sala de incubación dispo- nen de máquinas Victoria,dospeque- ñas, para 120 hue- vos y 2 grandes,


para 1.000 huevos. La incubación, con temperatura y volteossimilaresalaquesepracticaconhuevosdegallina, tiene la particularidad de que dura 42 días y requiere un ambiente muy seco, con el 30 % de humedad rela- tiva. También poseen tres nacedoras, a las que trasladan los huevos después de 39 días en las máquinas de carga.


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El avestruz: un negocio que no puede satisfacer la demanda





El manejo: un omnívoro de cuidado


Los avestruces solo ponen por la tarde, en un hueco que ellos mismos hacen en el suelo, en el centro de cada parque. Dado que se caracterizan por su agresividad, en esta granja entran con el coche y es recomendable llevar suficiente ropa que amortigüe una posible coz, que con la fuerza de estos animales puede ser fatal, o bien utilizar un palo para arrastrar los huevos hasta fuera de la valla. El macho es el más agresivo y es él quien los quiere incubar.


No vacunan ni medican, pero no tienen problemas de enfermedades. El único obstáculo que tienen que salvar en la crianza es que alrededor de 1,5 a 3 meses de edad muchos avestruces mueren por obstrucción/im- pactación del tracto digestivo, ya que estos animales ingieren todo lo que encuentran en el suelo, desde piedrecillas de todos los tamaños hasta los rastrojos y tallos secos de la hierba ya agostada. Debido a ello van debilitándose y dejan de crecer, muriendo al cabo de un tiempo. Carlos sabe que esta es la causa porque él mismo les ha practicado necropsias y ha comprobado que tienen un montón de tallos obstruyéndoles el buche. Es este el problema más grave de las granjas de avestru- ces, que les puede llegar a suponer hasta un 30% de mortalidad. Para solucionarlo les han pedido consejo a la Generalitat, pero ni siquiera un veterinario que pasó varios meses en la granja se lo pudo resolver.


En cuanto al tipo de pienso que suministran actual- mente, es de COAVRE, aunque también lo podrían comprar en NANTA. Las especificaciones son:





















































 

Crecimiento

Mantenimiento

Período

 

 

 

puesta

Proteína bruta, %

18

16

19

Fibra bruta, %

4,2

9,5

10

Calcio, %

 

 

2

Fósforo, %

 

 

1,1

 

 

 

 

 

 

 

 


El mercado del avestruz


Los avestruces de esta granja ya forman parte del paisaje de la zona, y además poco a poco se han ido quedando solos. Según cuenta Carlos Sanchís, en la Comunidad Valenciana ya no quedan más productores de avestruz, y sólo algunas granjas dispersas por España: en Madrid, Toledo y Valladolid. Este hecho les ha dejado sin competencia, y por eso saben que tienen márgenes suficientes. “No hay avestruz en toda Europa”, recalca Carlos Sanchís, “los mayores productores del mundo son Sudáfrica e Israel, pero incluso de este último país nos han llamado para ver si podíamos suministrarles”, asegura.


Tienen mercado para vender la carne de unos 1.400 animales al año, pero no disponen de tantos. “Cada vez hay menos granjas, y no tenemos dónde comprar”, afirma. Actualmente venden a restaurantes, a El Corte Inglés y a la cadena de Pollos Blanes de Valencia.


Los avestruces se pueden sacrificar a unos 10 meses de vida, como mínimo, con un peso vivo de unos





Uno de los criaderos de avestruces, donde han logrado reducir la mortalidad pavimentando el suelo.


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El avestruz: un negocio que no puede satisfacer la demanda





80-90 kg, mientras que los últimos se crían hasta 1 año, con unos 100 kg de peso. Con estos pesos el rendimiento es de unos 21 a 27 kg canal de carne de filetes (muslos), aparte de lo que sacan del cuello y el costillar, para hacer hamburguesas.


Por la carne les pagan de 14 a 28 /kg, según el corte o el músculo de la pata de que se trate. Además de la carne, poco más aprovechan del avestruz, a excepción de algunos huevos que venden para decora- ción si ven que son infértiles en el miraje. En cuanto a la pluma, antes la vendían, pero ahora están obligados a retirarla en el matadero en unas condiciones muy estrictas que ya no les compensa. Por último, la piel del avestruz se puede aprovechar para ser curtida. Hace unos años se las pagaban a unos 60 , pero ahora no hay nadie en España que sea capaz de trabajarla, como sí ocurre en Sudáfrica.


En la sala de incubación poseen dos incubadoras y tres nacedoras.


El negocio, según los productores


Hortensia y Carlos recuerdan el momento justo en el que su negocio echó a andar, con sólo 18 avestruces –eligieron el avestruz de cuello negro, un cruce que hicieron en Sudáfrica del de cuello rojo y el cuello azul-. Estas primeras aves con el tiempo pusieron huevos y se convirtieron en 200 pollos. “Fue una bola que empezó a rodar”, dicen. De la primera venta que hicieron –sólo media canal- pasaron a trabajar con todo un equipo de personas para la sala de despiece, y llegaron a tener hasta 200 animales en reproducción y 750 en engorde. Aunque mantienen la imprenta aún, ahora el centro de sus vidas es este negocio que han levantado con ilusión, pero también con un “esfuerzo económico que no lo aguanta cualquiera”, advierten. Ellos fueron valientes, pidieron un crédito que amortizarán dentro de dos años, y además reconocen que “tuvimos suerte, aunque tam- bién ha sido todo gracias al empeño de Hortensia”, concede su marido, que explica cómo fue ella la que




consiguió cerrar el acuerdo de venta con El Corte Inglés, convenciéndoles de que su carne era mejor que la otra que vendían entonces, que se volvía negra. Ahora este gigante de la alimentación está encantado con ellos. “Nos preguntaron si estábamos preparados para vender a toda España y dijimos que sí”.


Queda claro que el perfil de estos dos productores es el de personas dinámicas, con inquietud y ganas de aplicar todos los conocimientos posibles en su negocio. A su formación previa antes de acometer la aventura -Hortensia fue alumna de la Real Escuela de Avicultura- se unió la experiencia de crear la Asociación Valenciana de Ganaderos de Avestruz, de la que San Félix es presidenta. Otro acierto que tuvieron fue gestionar ellos mismos la incubación, el engorde, la sala de despiece y la distribución; incluso llegaron a tener un puesto en el mercado de Valencia donde vendían direc-


tamente sus productos al consumidor, evitando in- termediarios.


No descartan que este negocio pueda ser un buen complemento para otras ganaderías, como por ejemplo la avi- cultura industrial, aun- queadviertenquelascon- diciones para criar aves- truz son muy concretas, y que sobre todo hace faltar tener “metros y metros de terreno”. A pesar de los problemas que puedan tener –como el resto de sectores ga- naderos, no se han podi- do sacudir la crisis de encima- se sienten afor- tunados por tener ven- tas y hacerse constante-


mente con nuevos clientes, todos los meses.


Animan a otros productores a crear granjas si pueden disponer de espacio y, sobre todo, si la zona es idónea desde el punto de vista del clima. “Almería, por ejemplo, es un lugar estupendo para la cría del avestruz, donde el gasto de calefacción se minimiza”, explican. Estos productores tienen, además de asegurada la venta del producto, otros aspectos a su favor, como el alto contenido en hierro que posee esta carne, lo cual le proporciona un alto valor nutritivo; su bajo contenido en grasa y colesterol y su alto valor proteico. Dadas las posibilidades que tiene este producto, se entiende que en los 90 esta nueva ganadería causara furor: se trata de un mercado con un gran potencial. Pero falta solucionar el problema de la mortalidad por impactación en el tracto digestivo y la falta de pollitos para que el negocio acabe de despegar definitivamente.


Marisa Montes





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Midiendo los niveles de estrés de las gallinas





Las gallinas al aire libre no es- tán necesariamente menos estresadas que las alojadas en jaulas o en corra- les, según un nuevo estudio realiza- do por la Facultad de Ciencia Vete- rinaria de la Universidad de Sidney, en Australia.


El investigador de Sidney, Dr. Jeff Downing, dijo que de su estudio se deduce que ningún sistema de alojamiento en particular puede cau- sar más estrés que cualquier otro.


Downing analizó los niveles de corticosterona, la hormona del estrés. El estudio duró 72 semanas e incluyó a granjas que empleaban los sistemas de producción al aire libre, sobre yacija y en baterías.


«Cuando cotejamos los resulta- dos de cada sistema de alojamiento no observamos diferencias estadísti- cas entre los niveles de corticos- terona de las gallinas alojadas en jaulas, sobre yacija o al aire libre,» declaró el Dr. Downing.


«Encontramos que la variación en los niveles de corticosterona entre diferentes granjas con el mis- mo tipo de sistema de alojamiento era mayor que la existente entre los distintos sistemas de alojamiento. Independientemente de su sistema de alojamiento, las aves de algunas granjas mostraban, comparativamen- te, bajos niveles de la hormona del estrés, mientras que en otras gran- jas las aves mostraban niveles más altos,» añadió.


Downing planteó la hipótesis de que la diferencia en los niveles de corticosterona en las diferentes granjas dependía menos del sistema de alojamiento en el que estaban viviendo las aves y más, en cambio, del buen manejo de la granja y de las circunstancias a las que debían enfrentarse las gallinas.


«En la mayoría de las gran- jas, las concentraciones de corticosterona fueron


altas en la primera del ciclo de produc ción, lo que sugiere que en este perío- do los retos para


las gallinas son mayores, lo que afecta sin duda a su bienestar. En la segunda parte del ciclo parece que las




aves están ya adaptadas a su sistema de alojamiento. Esto podría signifi- car que la forma en que se cría a las pollitas y como son trasladadas a las granjas de producción podría tener implicaciones sobre su bienestar.


«En algunas granjas, sin embar- go, los niveles de corticosterona eran más constantes. Dentro de cada particular sistema de alojamiento, había granjas que parecía que esta- ban realizando un buen trabajo, in- troduciendo a las gallinas en el siste- ma de producción y limitando las circunstancias adversas a las que tenían que enfrentarse».


Las condiciones ambientales podrían constituir también un factor importante. Según Downing «una granja con corral, donde las gallinas presentaban unos niveles de corticosterona particularmente ba- jos, tenía unos controles ambienta- les muy buenos y unas variaciones de temperatura limitadas.


«Mientras que se empleen los tres sistemas de alojamiento cita- dos, las comparaciones entre ellos son menos importantes para la galli- na que lo que está sucediendo en el medio ambiente de su hábitat» añade el investigador.


Downing descubrió que podía obtener una medida de los niveles de corticosterona en la sangre de las gallinas analizando los niveles de la hormona en el albumen del huevo. Los niveles hormonales en el albu- men se correlacionan estrechamen- te con los niveles de la hormona en sangre a lo largo de las cuatro a seis horas de duración que es lo que tarda su deposición durante la for- mación del huevo.


Este estudio es el primero que se realiza en el mundo para seguir en todo momento la pista de las hormonas del estrés de las gallinas midiendo sus con- centraciones en hue- vos, indica la Universi- dad. Anteriormente, la corticosterona se medía tomando una muestra de sangre de las aves, pero este proceso les produ- cía tal estrés a ellas y a


las otras que se hallaban cerca, que podía alterar las muestras.





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Huevos de codorniz en formato conserva


Huevos Pitas finaliza la adap- tación de sus jaulas a la Directiva de bienestar y presenta como no- vedad este 2012 sus huevos de codorniz, cocidos y pelados en formato conserva.


Huevos Pitas presenta ahora como novedad su nueva referencia de huevos de codorniz, esta vez cocidos y pelados en tarro de con- serva. Sus principales característi- cas son una caducidad de 24 meses sin necesidad de frío y que se trata de un producto listo para consumir.


El huevo de codorniz, cada vez más utilizado en el canal Horeca, por su sabor, su tamaño y su versati- lidad, se presenta listo para consu- mir, facilitando el ahorro de tiempo en la cocina. Es un producto indica- do para broche-tas, ensaladas y para decorar cualquier plato. Con esta novedad en los lineales, Huevos Pitas pretende reforzar el posicionamien- to actual de su línea de especialida- des tanto para el público del canal Horeca como para el de la gran distribución. Esta última novedad de su catálogo la expondrá en el Salón de Gourmets del año que viene, donde la empresa se podrá visitar en su stand.


Por otra parte, Huevos Pitas ha informado de que ya está adap- tada a la Directiva de bienestar animal, y además ha conseguido cerrar el año 2011 con unas ventas de 35,2 millones de euros, logrando así un crecimiento del 4%.






Con el apoyo de:
En esta edición junio, 2012

Elanco Elector – Alphitobius

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Tigsa

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Chore-Time

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Hellmann

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Ingenieria Avicola

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Big Dutchman – Fluxx

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