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SUSCRIBIRSEEste artículo es parte de la edición de febrero, 2018
GALLINAZA PRODUCEN
LAS GRANJAS
DE POLLOS?
José A. Castelló
Vaya pregunta, se dirá el suscriptor de SA…, tal vez criador de broilers, pues lo que le ha de importar son los pollos que produce y, obviamente, lo que obtiene económicamente por ellos, en base a lo que le abone la empresa en la cual se halle integrado.
De todas formas, aun siendo un problema resuelto por parte de aquellos que han concertado previamente una retirada de la cama usada de su granja por parte de alguien para su uso como abono, ello no quiere decir que un productor de pollos no deba preocuparse de ello. Cuando menos, para conocer de antemano lo que puede producir, en base a las dimensiones de su granja y al número de pollos que cría.
Veamos, para empezar, el punto de partida: la cama inicial de las naves de broilers, uno de los aspectos económicos de menor cuantía pues, en general, no supone más que del 10 al 15 % del conjunto de los costes soportados por el criador. Lo que sucede es que generalmente esto no se toma en consideración pues aún teniendo que adquirirla, su coste suele compensarse con lo que se saca de la yacija usada al final de la crianza, siempre que la misma se pueda colocar ventajosamente… aunque esto ya es otro cantar.
Sobre las propiedades que debe tener la yacija, el mantenimiento de su calidad durante la crianza, el lenta pero imparable aumento de su humedad, los problemas que ésta acarrea si es excesiva, etc. hay mucha información. E incluso tratando de los diversos materiales de posible utilización, aunque en este caso con escasa información fidedigna sobre sus propiedades -densidad, poder de absorción de agua, etc.-, datos todos ellos que, al menos teóricamente, deberían servir al criador para la elección del material más idóneo para su granja. (*)
En esta situación, el material que utiliza cada productor suele ser el más asequible en la zona de la granja y al mismo tiempo el más económico, así como aquel que produce una cama que, al final de la crianza, pueda encontrar salida más fácilmente como abono de las producciones agrícolas habituales de la comarca.
En general, los materiales más corrientes actualmente en España son la viruta de madera, la cascarilla de arroz y la paja de trigo. Sobre aquella, especialmente si es de pino y está limpia de polvo, diríamos que es el material preferente por su elevado poder de absorción de humedad, aunque con el inconveniente de su elevado precio y el que no siempre se halla disponible en muchos lugares. En cuanto a la cascarilla de arroz, con un poder de absorción de agua solo algo inferior al de la viruta de madera, su coste, su disponibilidad -a granel o en pacas- y la estacionalidad de su producción son factores importantes en su elección. Referente a la paja y descartada ya la entera, aun utilizándola trinchada -lo ideal es a trozos de 3 a 5 cm-, es uno de los materiales menos absorbentes de humedad, pero uno de los más habituales en amplias zonas cerealistas del país.
Otros materiales menos corrientes en España son el serrín, el papel troceado, el zuro de maíz -habitual en Estados Unidos-, la turba -ésta en el Reino Unido-, el bagazo de caña, el cáñamo troceado, la cáscara de cacahuete, las cortezas de árbol y, en fin, hasta la arena. Cada uno de ellos ha sido citado en algunos estudios aislados, con propiedades diversas en comparación, casi siempre, con los primeros citados, más “convencionales”. Y un material relativamente nuevo es la cascarilla de avena, de fácil disponibilidad actualmente en amplias zonas de Navarra, Aragón, La Rioja y parte de Cataluña. A granel, tiene una densidad similar a la del serrín -pero sin el inconveniente del polvo de éste-, inferior que la de la paja picada pero superior que la de de la cascarilla de arroz y que la de la viruta de madera. Pero su capacidad de absorción de agua es muy similar a la que tiene la cascarilla de arroz, las astillas de madera y la viruta y, por descontado, muy superior que el de la paja, incluso de la troceada.
Aun sin hacer todavía números sobre la aportación de cama al comienzo de la crianza, diremos que la humedad inicial de un buen producto puede estar sobre el 5 al 10 % y, a lo sumo, hasta un 15 %.
Sin embargo, nada más iniciarse la crianza su humedad comienza a aumentar por varias razones:
• Intrínsecas a las aves: a) las mismas deyecciones de los pollos, del orden de un 70-80 % en estado fresco; b) el vapor de agua exhalado en la respiración.
• Extrínsecas a las aves: a) los posibles derrames de los bebederos, en el acto de beber los pollos; b) el aporte de humedad para reducir la temperatura de la nave en épocas de calor mediante refrigeración evaporativa, sea con “coolings” o con boquillas nebulizadoras.
Obvio es decir que todo este aporte de humedad se intenta eliminar mediante la ventilación, sea del tipo que fuere, pero que ni siquiera con los sistemas más sofisticados y contando con el mejor manejo se consigue retirar por completo de las naves.
El resultado es que, inexorablemente, la humedad de la cama va aumentando gradualmente al ir progresando la crianza, generalmente en unos lugares -alrededor de los bebederos, el tercio de la nave más cercano a las entradas de aire, etc.- más que en otros. Así, al final de la crianza, no es raro encontrarse con una cama que, en las mejores circunstancias, suele llegar hasta un 25-30 % de humedad, mientras que en las peores puede alcanzar hasta un 35-40 %. Y ni que decir tiene que en estos últimos casos las consecuencias son bien conocidas: mayor desprendimiento de amoníaco -con un mayor riesgo de problemas respiratorios-, “quemaduras” de tarsos -más decomisos en el matadero-, etc.
Pero, en fin, dejando aparte estos problemas, y tomando el hilo de nuestra protagonista, la cama, no cabe duda de que ésta sufre una profunda transformación durante la crianza y que aquel material seco y esponjoso inicial se convierte, al final, en algo que, con la incorporación de la gallinaza producida por los pollos, termina siendo un producto más o menos húmedo y maloliente que hay que eliminar lo más rápidamente posible de la granja.
La respuesta no es fácil ya que apenas hay información clara al respecto, pese a la importancia de conocer este dato, al menos por la necesidad de aportarlo a la Administración para los registros legales exigidos a las empresas ganaderas para la gestión de los residuos de las granjas.
Para estimarlo, nos hemos basado en las dos diferentes vías “teóricas” que exponemos a continuación para el supuesto siguiente, finalizando con una comprobación práctica en granja:
- • una nave de 1.800 m2 -15 x 120 m-, para 32.000 pollos
- • una yacija inicial de viruta de madera, colocando 4 kg/m2
- • un “aclarado” del 50 % de la manada a 30 d de edad, con un peso de 1,7 kg
- • una retirada del resto de pollos a 42 d, con 2,8 kg de peso vivo
- • una ingesta de pienso de 2,4 kg/pollo hasta 30 d y de 4,8 kg/pollo al final
- • una mortalidad del 3 % a los 30 días de edad y un 1% más hasta el final
- • una humedad de las deyecciones frescas del 75 %, con densidad de 800 kg/m3
- • una pérdida de humedad de las mismas hasta el 15 % y en densidad del 50 %
Para ello nos hemos basado en el trabajo de Henuk y Dingle (**), en coincidencia con otras referencias bibliográficas que indican que las deyecciones que producen diariamente los broilers suponen alrededor de un 8,7 % su peso vivo. Y, por otra parte, en la evolución del crecimiento de los pollos, según los últimos datos de Cobb y Ross, con los correspondientes pesos medios de cada semana.
Bajo esta base, la producción de cama al final de la crianza provendrá de 2 componentes:
Partiendo de un peso inicial de 7.200 kg (4 kg/m2 x 1.800 m2) y el 5 % de humedad, suponiendo que el nivel final de ésta sea del 25 %, el aumento del 20 % de la misma significará
7.200 + 1.440 = 8.640 kg finales
Partiendo de la población media semanal, del peso vivo medio semanal y de una producción diaria de deyecciones del 8,7 % del peso vivo en cada momento, tendremos
hasta 30 d: 8,7 % de 538.600 kg = 46.820 kg húmeda/2= 23.440 kg seca
de 31 a 48 d: 8,7 % de 462.000 kg = 40.200 kg húmeda/2= 20.100 kg seca
En conjunto: 8.640 + 23.440 + 20.100 = 62.180 kg
Producción de cama con gallinaza: 62.180 kg / 1.800 m2= 34,54 kg/m2 o bien, 62.180 kg / 32.000 pollos = 1,94 kg/pollo
Aunque dependiendo en cierta parte del tipo de pienso -granulado/harina y sus niveles de proteína, sal, etc.-, así como de la ingesta de agua -muy variable, según la temperatura ambiente-, se estima que por cada kilo consumido los broilers producen de 1,1 a 1,2 kg de gallinaza fresca. (***)
Y al igual que en el caso anterior, también aquí tendremos 2 componentes:
Igual que en A-1: 8.640 kg finales
hasta 30 d, 31.040 pollos (32.000 – 3 %) x 2,4 kg x 1,15 kg/pienso de gallinaza fresca = 85.600 kg, equivalentes a unos 42.800 kg seca (mezclados con la yacija)
de 31 a 42 d, 15.360 pollos (el resto – 1 % mortalidad adicional) x 2,4 kg x 1,15 kg/pienso de gallinaza fresca = 42.400 kg, equivalentes a unos 21.200 kg seca (mezclados con la yacija)
En total: 8.640 + 42.800 + 21.200 = 72.640 kg
Producción de cama con gallinaza: 72.640 kg / 1.800 m2= 40,35 kg/m2 , o bien 72.640 kg / 32.000 pollos = 2,27 kg/pollo.
La realidad, sin embargo, es algo diferente, si nos basamos en los datos obtenidos de las modernas granjas de broilers que hemos estudiado, situadas en Aragón, Cataluña y la Comunidad Valenciana.
Los datos recogidos son los siguientes:
Tabla 1. Producción de cama usada por diferentes naves de pollos
Granja |
Nº de naves |
Superficie por nave, m2 |
Capacidad, nº de pollos |
Cama inicial, Kg/m2 |
Días máx. de cría |
Cama + gallinaza producida |
||
Total t |
Kg/m2 |
Kg/pollo |
||||||
A |
2 |
3.000 |
55.000 |
c.a. 4,2 |
43 |
66 |
22,0 |
1,20 |
B |
1 |
1.800 |
33.000 |
c.a. 4,4 |
42 |
52 |
28,9 |
1,57 |
C |
4 |
2.380 |
42.000 |
v.m. 4,2 |
43 |
80-90 |
35,7 |
2,00 |
D |
1 |
2.400 |
40.000 |
c.a. 5,3 |
44 |
44-45 |
18,5 |
1,15 |
E |
2 |
2.000 |
60.000 |
c.v. 4,2 |
42 |
100 |
25,0 |
1,67 |
Medias |
|
2.316 |
46.000 |
4,5 |
42,8 |
66,7 |
26,0 |
1,52 |
c.a., cascarilla de arroz; v.m., viruta de madera; a.v. cascarilla de avena
Como puede verse, la discrepancia entre los diferentes tipos de cálculo es muy elevada, pudiendo provenir en los dos primeros casos de la fiabilidad de los respectivos índices utilizados y en el último de las estimaciones, más o menos groseras, de lo indicado por los correspondientes criadores. Fijarse, por ejemplo, en este caso, en la coincidencia que hay en la cantidad de cama inicial de las distintas granjas -porque se adquiere por peso-, contra la gran discrepancia en el total de cama usada retirada -por camiones, generalmente sin pesar-.
En estas circunstancias creemos que, en la actualidad, a menos que se requiera una mayor precisión, no sería muy lejano de la realidad el suponer:
Una producción de cama usada de
algo más de 30 kg/m2 de nave o
de unos 2 kg/pollo.