Este artículo es parte de la edición de enero, 2018

CÓMO MEDIR EL NIVEL DE CO2
EN LAS NAVES DE POLLOS

El ITAVI (1), en colaboración con varias empresas, se ha interesado por la forma más relevante de medir la concentración de CO2 en las naves de pollos, desarrollando unos métodos de medición, según el tipo de sondas, su número y su colocación, así como su integración de la misma en el sistema de control ambiental, en conexión con los fabricantes de los equipos.

Para ello, según informa ITAVI y Filières Avicoles, se han llevado a cabo mediciones bajo condiciones controladas en la Estación del ANSES (2), en Ploufragan, en una cámara con movimiento de aire y otra sin él, a diferentes alturas -de 10 a 160 cm del suelo-, a sabiendas de que como el CO2 es un gas pesado, esta última favorecía la estratificación de la concentración del mismo.

Al comienzo de la crianza del lote, las concentraciones de CO2 en ambas cámaras eran idénticas en las diferentes alturas. Sin embargo, al final las concentraciones medidas a 10-20 cm diferían significativamente de las medidas a 80 cm, tanto en una cámara como en otra. La concentración de CO2 a 80 cm o a unos 20 cm menos eran representativas de lo que respiran las aves y se aproximaban a las registrada en el punto de extracción.

Por otra parte, se probaron diferentes tipos de sensores, cuatro autónomos -sonda + caja de batería – y uno dependiente -con sonda conectable a la caja de control-. Se seleccionó una tecnología infrarroja no dispersiva tanto por su costo accesible, su velocidad de respuesta y el hecho de no requerir consumibles. Los sensores fueron elegidos por su rango de medición, de 0 a 10.000 ppm y una precisión de unas 100 ppm. «La elección de esta precisión fue el mejor compromiso entre la misma y el coste de compra», dijo Pauline Crech -Itavi-. Los sensores fueron evaluados, durante un período de 46 días en una nave comercial, con unos criterios cualitativos -forma, emisión de luz, facilidad de implementación, etc – y cuantitativos -inercia en evaluar la capacidad de respuesta, precisión y deriva en el tiempo-. “En avicultura se desea una inercia baja a media y una precisión de unos 100 ppm sin variar a lo largo del tiempo», añade.

Dos sensores dieron resultados satisfactorios de los cinco probados. «Las unidades de control deben tener en cuenta la inercia de los sensores en el control de la ventilación -la gestión de la reactividad- para evitar trastornos ambientales como las corrientes de aire que podrían afectar a las aves, por ejemplo”, nos especifica.

Según los resultados del estudio, se recomienda colocar un sensor de tecnología de infrarrojos no dispersivo a 80 cm sobre el suelo o más o menos unos 20 cm en medio de la nave, entre una fila de bebederos y otra de comederos. «Los valores registrados por el sensor en esta ubicación son similares a los registrados en los extractores y son representativos de la concentración total de CO2 dentro del edificio. Sin embargo, estos resultados se han obtenido en habitaciones pequeñas y deberán confirmarse en granjas con diferentes tipos de ventilación, transversal y longitudinal para verificar si el número y la ubicación de los sensores deben adaptarse de acuerdo con la misma.•

(1) Instituto Técnico de la Avicultura. Francia

(2) Agencia Nacional de Seguridad de la Alimentación, el Medio Ambiente y el Trabajo. Francia.

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