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SUSCRIBIRSEEste artículo es parte de la edición de agosto, 2017
EL ESCÁNDALO DEL FIPRONIL
EN EL HUEVO
Con acusaciones mutuas entre los gobiernos de Bélgica y Holanda por la información sobre el empleo de un producto prohibido en avicultura y centenares de miles de huevos intervenidos y decomisados en diversos países europeos, la noticia “bomba” de este verano ha sido la contaminación con el insecticida fipronil de múltiples partidas de huevos procedentes de este último país y distribuidos luego por toda Europa.
Intentando resumir los ríos de tinta que se han vertido en la prensa técnica y los medios de comunicación de todo el mundo sobre el tema, diremos que el problema se inició en Bélgica el pasado julio al denunciar la fiscalía de Amberes que la empresa Poultry Vision mezcló fipronil con otros productos permitidos como antiparasitarios y concretamente en la lucha contra el piojo rojo de las gallinas – Dermanyssus gallinae -. Con esta finalidad fue utilizado por la empresa Chick Friend, de Gelderland, en algunas granjas, en principio se dijo que 7, pero ya a comienzos de agosto ampliadas hasta dos centenares.
Inmediatamente a continuación, reaccionando ante la denuncia belga, una vez comprobada la presencia de fipronil en los huevos procedentes de estas granjas, el Comité para la Alimentación y la Seguridad Alimentaria – NVWA, de los Países Bajos, advirtió que la contaminación con este pesticida hace que los mismos no sean aptos para el consumo por representar un “agudo riesgo” para la salud humana, retirando los mismos del mercado.
Y siendo los Países Bajos un neto exportador de huevos, cuando ello se hizo público ya se habían detectado huevos contaminados en hasta una veintena de socios comunitarios, comenzando por la vecina Alemania y continuando por una buena parte de los integrantes de la Unión Europea e incluso llegando hasta unos destinos tan lejanos como Líbano y Hong Kong.
Que es el fipronil
Con todo ello, en España, la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición – AECOSAN – ha indicado que el fipronil es un insecticida de uso veterinario utilizado frente a pulgas, ácaros y garrapatas y que su uso en los animales destinados al consumo humano está prohibido.
En la misma nota indica que la Organización Mundial de la Salud – OMS – cataloga al fipronil como ”producto moderadamente tóxico para la especie humana”, aunque en grandes cantidades puede causar daños en los riñones, hígado y tiroides.
Sin embargo, añade que el fipronil no es carcinógeno y que se conocen pocos casos de envenenamiento por el mismo en seres humanos. La exposición al mismo puede causar náuseas, vómitos, dolor abdominal, mareo y convulsiones, síntomas que terminan por desaparecer, aunque si es prolongada representa un riesgo para la salud, especialmente en mujeres embarazadas y neonatos.
En la misma nota se indica que los primeros análisis en los huevos sospechosos detectaron que los niveles de fipronil hallados en los huevos – 0,076 mg/kg – estaban diez veces por debajo de los límites considerados de riesgo para el ser humano y que el límite máximo de residuos – LMR – para este producto es de 0,005 mg/kg de huevos.
Se amplifica el escándalo
Como cabe suponer, el escándalo estaba servido por el bloqueo de la producción de las granjas afectadas, la retirada de todos los huevos de varias importantes cadenas de alimentación, primero de los Países Bajos y seguidamente de Alemania, la detención de dos directivos de la empresa Chick Friend, etc. Y los costes, millonarios – se habla de centenares de millones de euros -, especulándose quien cargará con los mismos ya que esta pequeña empresa no dispone de los recursos financieros suficientes para ello.
En lo que respecta a España, el problema se detectó ya a principios de agosto con la llegada a Vizcaya de una partida de huevo líquido pasteurizado procedente de Francia y poco más tarde con la de otra, a Cataluña, de huevo en polvo de procedencia holandesa. Sin embargo, identificadas ambas partidas de forma inmediata, no llegaron a comercializarse, lo que ha movido a la AECOSAN a afirmar que España no ha estado afectada por la distribución de huevos contaminados ya que el sistema de control existente ha permitido la inmediata localización y retirada de los productos implicados.
Pero ello no quita para que organizaciones y particulares hayan intervenido para paliar en lo posible los efectos del problema sobre el consumo de huevos. Así, mientras en Malmedy, un pequeño pueblo belga cercano a Alemania, celebraban la “fiesta de la tortilla”, con unos 6.500 huevos consumidos por pequeños y adultos, en el País Vasco español Euskaber, una empresa consolidada como referente de calidad, salía al paso del temor de la población asegurando el origen y las garantías sanitarias de la producción local.
Al cerrar esta noticia, ya avanzado agosto, aunque no se haya podido confirmar ninguna intoxicación humana por fipronil, faltará por ver las responsabilidades económicas derivadas del problema en los dos países en donde se originó, Bélgica y Holanda, e incluso sus consecuencias políticas al llegar al Parlamento de la UE.