Este artículo es parte de la edición de noviembre, 2016

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Efectivamente, una de las varias cosas que puede hacer una persona joven – 40 años – que tras estar trabajando como funcionario y luego es despedido, sin indemnización, encontrándose así en el paro, es pensar en que tipo de producción agropecuaria de una finca propia podía tener un hueco en el mercado.

Y el huevo fue la elección de Jaume Molló, este “nuevo” – desde hace un par de años – productor de Lérida que un caluroso día de julio nos recibió en su granja. Su experiencia en avicultura, nula, como no fuera la que toda persona criada en el medio rural – en su caso en la finca agrícola de la familia – tiene sobre los diversos tipos de animales que suelen encontrarse en las masías o cortijos de todo el país, aunque si contaba con los dos años de ciencias empresariales que previamente había cursado.

La granja está situada en el término de Valmanya en la comarca del Segriá y casi en el linde con Huesca. En un terreno llano y a unos 250 m de altitud, la granja está situada en un terreno de los padres de Jaume, ya calificado como de producción ecológica por el CCPAE desde hace 2 años, en el que también cultiva alfalfa y avena, unos aspectos de importancia en su explotación.

 

La granja en sí

 

La instalación es muy sencilla, con una única edificación, de obra, dividida en dos para los 2 lotes de ponedoras de que se dispone actualmente. Sin embargo, Jaume está pensando en ampliar a un tercero a fin de tener una mayor regularidad en la producción y comercialización de los huevos, un aspecto de importancia cuando uno ya se ha hecho un mercado regular pero que desea mantener y ampliar si es posible.

Los muros de la edificación son de adobe, muy gruesos, lo que permite un grado de frescura interior muy agradable, como tuvimos ocasión de comprobar el día de la visita, en comparación con el intenso calor exterior, rayano en casi los 40 ºC al mediodía.

Todo el equipo es manual y “de segunda mano”, por el momento, pues para empezar Jaume no quiso meterse en unos excesivos gastos iniciales. Así dispone de:

  • Unos ponederos Tama, de plástico, en bloques sin mecanizar y con recogida frontal de los huevos.
  • Unos bebederos clásicos de campana.
  • Unos comederos de tolva, algunos metálicos y otros de plástico.

Las trampillas de salida de las aves al exterior están abiertas permanentemente, pudiendo acceder así cada lote a su respectivo parque de día y de noche. Los parques tienen algo de hierba y arbustos, aquella ya escasa en la cercanía de la nave, aunque no más adelante y estos últimos muy interesantes, según Jaume, pues permiten esconderse a las gallinas cuando divisan algún águila sobrevolando la granja. Pero nos dice que el principal depredador es la comadreja, especialmente en primavera, que entra en los parques a través de algún hueco en la tela metálica del cercado, pese a estar algo enterrada en el suelo. También nos informa de ha tenido algún ataque de zorros, aunque estos mucho menos peligrosos que la comadreja.

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El manejo

 

Las gallinas se adquieren ya recriadas a una granja de recría de pollitas, siendo de tipo ecológico, con el pico sin cortar y de 3 meses de edad, reconociendo Jaume que esto, siendo algo antes de lo habitual, lo hace para que tengan tiempo de habituarse a la salida al parque. Luego, el período de puesta es de cerca de dos años, lo que justifica por el tamaño de los huevos ya que así se dispone de una menor proporción de los pequeños, que no quiere vender con su marca y van destinados a pastelerías.

Las gallinas de las dos manadas actualmente en explotación son IsaBrown, pero Jaume indica que, estando satisfecho con ellas, no ha pensado en compararlas con otras estirpes en el mercado.

El pienso es un único tipo del Celler Cooperatiu de Salellas, en harina, con el 17 % de proteína, obviamente especial para gallinas ecológicas y por esta razón de elevado precio – a unos 0,55 €/kg -. El consumo del mismo – aunque muy aproximadamente – lo estima Jaume en unos 130 g diarios por gallina, a lo que habría que sumar lo que las aves hallan en el campo y, además, un corto suministro de avena en grano y alfalfa tal cual, aunque esto último tan solo a partir de un año de vida.

En todo el tiempo que lleva con la granja no ha habido necesidad de suministrar a las gallinas ningún suplemento alimenticio, medicación o choque vitamínico.

 

Para al mantenimiento
de la puesta en invierno se suministra a las gallinas un corto período de luz artificial

 

Para al mantenimiento de la puesta en invierno se suministra a las gallinas un corto período de luz artificial al atardecer, que obviamente luego se suspende al ir alargándose los días. Lo que nos sorprende es que éste sea solo de unas 2 h al día, que Jaume nos dice que basta para mantener la producción, aunque ello cuestionaría el total de 14 h de fotoperíodo que generalmente se consideran como umbral mínimo…

Las deyecciones de las gallinas, una vez recogidas las del departamento acabado de vaciar, se llevan al campo propio, aunque solo tiene suficiente cantidad para media hectárea, de las tres que tiene la finca, toda ella de calificación ecológica.

Según Jaume, el peor problema que ha tenido es por infestación de las gallinas con el piojo rojo – Dermnanissus gallinae -. Y pese a que ya ha observado que las gallinas intentan desparasitan ellas mismas con el consabido “baño de polvo·” en el parque, contra este molesto parásito ha luchado, por un lado, mediante aplicaciones de un preparado a base del Bacillus turigensis en polvo y, por otro, mediante mojado con ácido acético – vinagre – en las zonas de anidación más frecuentes – nidales, aseladeros, etc.-.

Un problema menor con el que también se ha enfrentado es el de las gallinas cluecas que se pueden detectar ocasionalmente. La solución adoptada ha consistido en separarlas del grupo y mojarlas ligeramente, con lo que las aves vuelvan a la producción en unos pocos días.

A simple vista, el pienso contiene muy poco maíz, lo que explica el color tan pálido de la yema del huevo, que nosotros evaluaríamos de unos grados 6-7 en la conocida escala DSM. Pero Jaume nos dice que ello no le preocupa pues le sirve para distinguirse de los habituales en el mercado nacional, de un amarillo mucho más intenso.

Los huevos, ya recogidos a mano, se clasifican con una clásica máquina Royo mecánica, adquirida de segunda mano. Se etiquetan con la marca “Groc de Valmanya”, poniendo fecha de consumo preferente antes de 28 días y se venden a particulares y tiendas, desde Lleida hasta Girona, a 2,80 €/docena, comercializándolos en cajitas de fibra moldeada de media docena. •

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Interior de uno de los departamentos de la granja, con las clásicas tolvas de pienso.

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Una cajita de huevos ecológicos Groc de Vallmanya.

 

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Otra zona de un parque, con arbustos parea protección de las gallinas.

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Un buen ponedero de plástico, aunque no adaptado para una recogida mecanizada de huevos.

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