Este artículo es parte de la edición de julio, 2016

Selección por comportamiento

Miguel Valls

Novogen
Jornadas Prof. de Avicultura. Sevilla, 19/22-4-2016

Empezando por lo básico. No cuenta solo el potencial genético sino la adaptación del ave a su ambiente

En avicultura se dice a menudo que los resultados de un producto en “granja experimental”, es decir en condiciones ideales de sanidad, alojamiento, nutrición, etc. son siempre mejores que los “reales” del campo, ya que en éste no se dan a menudo las circunstancias óptimas que si se dan en aquellas. El resultado final de un ave no depende solamente de su potencial genético sino también de cómo esta interacciona con el medio en el que se encuentra.

Por muy bueno que sea el potencial genético de una gallina, si no es alimentada adecuadamente no producirá al nivel de la capacidad que este le permite. Y esto es válido también para cualquier otro factor de su ambiente, por ejemplo para la salud o para las condiciones de alojamiento. Es decir, tenemos el genoma del ave, los efectos ambientales y la interacción de este genoma con el ambiente. De cómo se adapte el ave a este dependerá su rendimiento productivo. La adaptabilidad es, por tanto, la habilidad para producir en distintos sistemas de producción o distintos ambientes.

Las aves tienen que ser seleccionadas bajo las condiciones particulares en las cuales queremos que expresen su potencial al máximo. Y estas circunstancias han ido cambiando a lo largo de los años. La cuestión es si nuestros programas de selección han ido también adaptándose a estos cambios para lograr lo que proponíamos antes, es decir seleccionar a nuestras gallinas en condiciones semejantes a las de campo , asegurando que la genética no se adapta a un solo ambiente sino que esa capaz de producir en varios sistemas distintos el los que ha de ser explotada su descendencia, lo que nos garantizaría una más fácil adaptación a estos.

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Los nuevos sistemas de explotación, jaulas enriquecidas, aviarios, aire libre, etc. han supuesto un desafío para la adaptabilidad del ave, ya que esta no ha sido seleccionada bajo estas condiciones ambientales, sino en condiciones a menudo muy distintas. ¿Se adaptará a ellas? No siempre es así. Si queremos obtener el máximo potencial del ave hay que garantizar que esta se adapta fácilmente a distintas condiciones. Y esto solo puede conseguirse seleccionándolas bajo esas mismas condiciones.

Y la primera prueba a superar es la social. Los nuevos sistemas constan de grandes grupos de aves. Y las exigencias de bienestar animal nos limitarán algunas de las soluciones tradicionales a los conflictos sociales, como era por ejemplo, el corte de picos. Un ambiente social amigable favorece la productividad. Uno agresivo la penaliza.

Un poco de historia: divergencia de sistemas de explotación entre el campo y los programas de selección

Desde los orígenes de la avicultura se ha ido evolucionando en los tipos de explotación de las gallinas ponedoras. De pequeños lotes con centenares de gallinas al aire libre, en los inicios del siglo pasado, se ha ido transitando por grupos cada vez mayores de aves en naves cerradas y después en jaulas, con sistemas de automatización que revolucionaron y dimensionaron las explotaciones hasta cientos de miles de aves, tal y como las conocemos actualmente.

Paralelamente a nuestras granjas, los programas de selección también sufrieron su evolución particular. De los originarios sistemas de selección en masa se pasó rápidamente a las jaulas individuales que permitían una mejor precisión en la medición del valor genético de cada individuo. La informática se encargó del resto y la selección por índice de valor genético perpetuó la jaula individual hasta la actualidad.

La “divergencia” surgió cuando las nuevas exigencias de bienestar animal empezaron a aparecer, ya a finales de los años 70 del siglo pasado, y se exacerbó al concretarse estas medidas en la legislación vigente de muchos países.  ¿Por que? Porque llevábamos muchos años seleccionando nuestras gallinas en jaulas individuales donde no es posible expresar comportamientos sociales, por ejemplo el picaje, y en el renacimiento de los sistemas alternativos de explotación en grupo, al aire libre o confinados se evidenció que nos habíamos olvidado de algo por el camino. Ya sabíamos de problemas de picaje y canibalismo en jaulas, pero los controlábamos con cierta facilidad cortando los picos y confinando las aves en naves casi oscuras. Con luz natural, en grandes grupos y sin corte de picos es cuando vimos la verdadera dimensión de este nuevo problema.

Es por eso que en Novogen, ya antes de este cambio de normativa, nos parecía importante trabajar más en algunos aspectos sociales con el fin de poder convivir mejor en grupo, y de adaptarse a los nuevos sistemas de explotación, valorando más el comportamiento en el mismo programa de selección. Pero ¿cómo íbamos a combinar la precisa medición individual con la selección del comportamiento que necesariamente había que hacer en grupo?

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Bienestar animal y nuevos sistemas de explotación

Mientras, se desarrollaban los nuevos sistemas de explotación: jaulas enriquecidas, los aviarios, la explotación en el suelo, al aire libre o “free range”, etc., los programas de selección estaban muy ocupados en otras cosas, como la heredabilidad, las correlaciones genéticas, los índices de selección, BLUP (*) y demás técnicas de selección genética. Y ello sin preocuparse mucho por la adaptabilidad del ave a estas nuevas condiciones de alojamiento.

Cuando se evidenció el problema de adaptación a los grandes grupos, la luz natural y la ausencia del corte de picos se intentó paliar el problema del picaje con programas colaterales de selección, alojando familiares de la línea pura en las condiciones de campo de los nuevos sistemas de explotación con el fin de tener en cuenta esta información en el programa de selección.

Algunas empresas, como Novogen, comprendieron que había que incorporar a la selección de la misma línea pura el factor adaptación-comportamiento, y vieron en esto una oportunidad de futuro para ofrecer al mercado aves de mejor comportamiento y más fácil adaptabilidad. Se trataba de poner a las mismas líneas puras en las nuevas condiciones de campo en que iban a estar sus descendientes comerciales.

Como integrar la selección en grupo y la precisión en la medición

El sistema comprende distintas fases en un periodo de 100 semanas de vida:

  • De 0 a 17 semanas de vida: fase de cría y recría en suelo.
  • De 17 a 60 semanas de vida: fase de jaula comunal, con aves de la misma familia y RFID (**).
  • De 60 a 100 semanas de vida: fase en jaula individual de selección tradicional.

En la primera fase – 0 a 17 semanas – las aves son criadas en el suelo para que puedan expresarse todos los aspectos del comportamiento y se realice una primera selección de las capaces de valerse por sí mismas en un medio natural de vida.

La segunda fase – de 17 a 60 semanas – trata de evidenciar problemas de orden social y adaptación al grupo, como por ejemplo el picaje y canibalismo. Esta explotación de jaulas en grupo o en suelo con sistema RFID de grandes grupos se utiliza además para ver la reacción de las distintas familias a diversos factores de estrés como los cambios bruscos de la dieta, de temperatura, de intensidad de luz, etc.

Una vez seleccionadas las aves que han superado la prueba del comportamiento, se inicia la fase de selección individual – de 60 a 100 semanas – donde se miden los caracteres tradicionales, como la calidad del huevo, la puesta, el índice de conversión, etc., que precisan tener al ave separada en su propia jaula con recopilación de información sobre cada individuo.

De esta forma todas las aves han sido sometidas a distintas condiciones de alojamiento y también han sido valoradas individualmente. Al final es el genetista el que diseña el índice de selección que mejor combina todos los caracteres deseados, incluyendo los del comportamiento, para dar su valor genético a cada individuo y elegir a la nueva elite de aves que darán lugar a la próxima generación

Las nuevas tecnologías y la informática al servicio de la selección genética

Además de las jaulas comunales, que fue el primer paso en combinar los caracteres sociales e individuales para la selección, en los últimos años se han venido desarrollando nuevas tecnologías que permiten tener a las aves en grandes grupos en libertad, con sistemas de explotación en suelo, reproduciendo las condiciones de campo en las que se encontrará su descendencia, pero al mismo tiempo registrando la información individual de cada una de ellas.

Novogen, en colaboración con el la Universidad ICAM de Nantes y otras empresas especializadas, han desarrollado técnicas RFID de identificación individual que nos permiten, mediante un chip alojado en cada ave y un sistema de detección en el nido, identificarlas y localizarlas en distintas facetas de su actividad, como es por ejemplo la puesta del huevo. Los nidales registradores con sistema RFID permiten identificar que ave entra en el nido, a qué hora, si pone un huevo, a qué hora sale del mismo, etc. Ha habido que luchar mucho para mejorar la confiabilidad de estos sistemas de detección y de la informática precisa para el análisis de los datos, pero al final se han conseguido cifras de confiabilidad en la identificación de prácticamente el 100%.

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Van las aves siempre al mismo nido? ¿Pesan los huevos lo mismo según la hora del día en que son producidos? ¿Qué factores influyen en la uniformidad de los huevos? ¿Y en la calidad de la cáscara?

El sistema nos proporciona una información preciosísima para el programa de selección. Nuevos criterios de selección nos ofrecen además nuevas posibilidades de correlaciones genéticas y mucha más precisión en nuestro trabajo.

Así podemos definir diferentes perfiles de aves en lo que respecta a la producción de huevos. Las que ponen todos los días de su vida, las que lo hacen además a la misma hora, las que tienen una puesta errática en el horario, los tiempos de permanencia en los nidos, etc.

El volumen de información es ingente y se necesita una gran capacidad de gestión de datos para poder analizarlos y obtener conclusiones que al final beneficien al programa de selección y a la calidad de las futuras ponedoras. Un duro trabajo, pero definitivamente, un trabajo apasionante. •

(*) BLUP: “Best linear unbiased prediction” = La mejor predicción imparcial lineal.

(**) RFID: Radio frecuency identification = Identificación por radio-frecuencia.

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