Este artículo es parte de la edición de agosto, 2015

El mayor factor de distorsión

Nuevamente, aun a riesgo de hacernos demasiado machacones y que el lector impaciente pase página rápidamente para centrarse en otros artículos de este número, queremos abordar el tema de la inquietud que está despertando desde hace un tiempo la influenza aviar y sus efectos distorsionadores en el comercio avícola global.

El temor no es para menos por diferentes hechos:

  • la situación casi endémica de los brotes que se han venido produciendo desde hace años en diversos países asiáticos, con algunos fallecimientos humanos incluidos,
  • los casos presentados a fines del año pasado en países de nuestro entorno económico -Alemania, Holanda, el Reino Unido e Italia-, muchas veces en explotaciones en confinamiento y, por tanto, con menor riesgo por aves migratorias,
  • los dos países americanos – Canadá, primero y luego Estados Unidos- afectados últimamente, de alta patogeneidad- HPAI -, que, sin exagerar, han hecho estragos en este último, afectando especialmente al sector del huevo.

Así las cosas y sin remontarnos a los otros casos sobre los que hemos ido informando puntualmente, desde Japón hasta Méjico y desde Egipto hasta Corea, ahora recibimos una información de la FAO en la cual esta organización muestra su enorme inquietud por los brotes de la enfermedad en varios países de África occidental. Concretamente indican su aparición en explotaciones y granjas familiares de Nigeria, Burkina Faso, Níger, Costa de Marfil y Ghana, países que, nos recuerda la FAO, todavía están recuperándose -y en algunos casos aun luchando- del drama que representó otro virus, el Ébola.

Según la FAO, la propagación del HPAI en la región podría provocar una mortalidad masiva entre las aves de estos países, que constituyen una fuente barata de alimentación en los mismos, lo que agrava una situación ya económicamente difícil, por problemas étnicos, religiosos y políticos. Por ello, hace un llamamiento a todos los países para un aumento de 20 millones de dólares USA a fin de poder realizar actividades de prevención y respuesta en la región, reforzando los sistemas veterinarios, mejorando la actividad de los laboratorios locales, etc.

En un extenso comunicado, la FAO advierte de que en algunos países, como Coste de Marfil, en los que la producción avícola ha aumentado en un 60 % desde el año 2006, no se han desarrollado sistemas reguladores suficientes para una comercialización más segura de los productos avícolas que, muchas veces, atraviesan las fronteras sin control alguno. En palabras de J. Lubroth –Jefe del Servicio de Sanidad Animal de la FAO-, “estamos haciendo frente a una enfermedad que ya se ha extendido a 5 países en 6 meses y ahora tenemos que hacer un esfuerzo concentrado para detenerla de raíz”.

Pero en fin, dejando aparte el triste caso de estos países africanos -como también lo fueron los de otros tantos, en todo el mundo-, lo que verdaderamente nos preocupa y motiva nuestro titular es el efecto distorsionador de la enfermedad en el comercio avícola mundial. Ahora mismo lo estamos viendo con la situación que se ha presentado, en el mercado del huevo de Estados Unidos y aunque por un momento algunos exportadores de Holanda, de aquí o de algún otro país se puedan frotar las manos por una rápida recuperación de parte de sus pérdidas anteriores, no cabe duda de que tal vez sea algo como aquello de “pan para hoy y hambre para mañana”…

Y en este contexto, mientras tanto, a falta de poder disponer aun de una vacuna eficaz para las diversas cepas de la enfermedad, creemos que no nos quedará más remedio que “apechugar” con este factor distorsionados del comercio avícola global.

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