Este artículo es parte de la edición de abril, 2015

¿POR QUÉ TUVIMOS GALLINAS EN EUROPA?

Hoy son las aves domésticas más difundidas en el mundo

Jaume Camps i Rabadà

Veterinario. Presidente de la “ACHV”, Asoc. Cat. de Historia de la Veter. Académico de Honor en la “ACVC”

Cito “gallinas” en femenino, como denominación del Género y especie – Gallus gallus -, cuando es norma hacerlo con nombre masculino, en un mundo de exagerada educación “machista”. Y, en verdad, es más conocida la hembra que el macho, que, además es tenido como petulante y cacareador… El gallo !

Hay muchas curiosidades sobre las gallinas, ¡muchas le han servido para poder ser la ave doméstica más difundida a nivel mundial! Que no es poco, ante tantas especies existentes, y de tantas diferencias culturales.

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Según explica el título escogido, desearía comentar algo sobre los porqué tenemos gallinas en Europa, y especialmente en la cuenca mediterránea, ya que hay muchos hechos, reales o supuestos, sobre estos porqué, que venimos arrastrando, incluso, desde el origen de su formación como nueva especie. Y de su fácil domesticación.

SOBRE SUS ORÍGENES

Todos los autores citan que las gallinas proceden de oriente, o sea como casi todo. A pesar de las dificultades en el descubrimiento de sus restos óseos, fácilmente destruidos por el tiempo, o consumidos por los muchos carroñeros, tanto grandes como minúsculos. Por tanto hay pocos, por su tamaño, como por las dificultades sobre su datación, algo que ha mejorado mucho en estos últimos diez años. Parece que hay dudas sobre si se originaron en lo que es hoy la gran China, y desde los 6.000 años antes de Cristo., o desde el valle del Indo, en lo que es hoy la India, desde los 3.000. Mucha es la diferencia, por tanto será difícil de dilucidar. Lo que sí sabemos por hallazgos, representaciones, e incluso por escritos, por ejemplo y en orden cronológico, es que ya hubo gallinas en Mesopotamia el 2.200 aprox. a. C.. En Creta en el 2.000, y en Egipto en 1.849, ya como fecha concreta, puesto que la escribieron, junto a una imagen de una gallina, en un templo de Tebas – personalmente había escrito anteriormente, que fue hacia los 1.500 años a.C, su llegada a Egipto, y que coincidió, curiosamente, al mismo tiempo que los caballos. Con perdón -. También existe escrito, en jeroglíficos, un comentario sobre unas aves que están cluecas y siempre encima de huevos…lo que puede referirse a las gallinas.

En Grecia llegarían, según los restos más antiguos hallados, por el 900 a.C., y en la península Ibérica entre los 800 y 600 años a.C. Por lo tanto, podemos decir que llegaron a la cuenca mediterránea entre los 2.000 a.C., de Creta, y los 600 años a.C. de nuestras costas occidentales. ¡¡Las primeras nos llegarían hace 4.000 años reales!!

El consumo de huevos en el mundo occidental está, de promedio, bastante por encima de las doscientas unidades por persona y año. Casi lo mismo de la producción, de aquí que el censo de gallinas es muy parecido al de personas.

Desconocemos lo que ocurriría en el norte de Europa, hasta que se descubran mejores restos, y puede ser que lo hicieran a la par, o incluso antes, o más tarde. Sí sabemos que su expansión masiva, en la Europa de entonces, ocurrió durante el Imperio Romano. Como pasaría con todo. Las dudas vienen a cuento ya que hay algunos restos, que son del Pleistoceno, pero parece que pueden ser de otras especies, de aves ancestrales, o de subespecies parecidas. ¡Pero las obviamos en este breve aserto!

Por los restos hallados se puede concluir, como ha ocurrido en otras especies, incluso la nuestra, que las gallinas en su origen eran más pequeñas, y su domesticación y futuras elecciones las han ido agrandando, a pesar de la existencia de razas enanas.

SOBRE LOS MOTIVOS

Una vez comentado sobre los orígenes y su llegada a nuestros lares, ya entramos en la motivación de su expansión, que, al contrario de lo que podemos suponer, no fueron escogidas solo como alimento. Podemos clasificar estos motivos en tres grandes grupos, y más o menos en este mismo orden de aparición:

  • Ritos religiosos: Como sacrificios, relación con dioses, y adivinación, etc.
  • Espectáculos: Luchas de gallos.
  • Consumo: Producción de carne, de huevos y subproductos.

Ritos religiosos y mitos

Por la “humildad” que aparentan tener las gallinas, extraña tal relación mítica y religiosa. No son como las serpientes, los dragones, los leones, o las águilas, por citar algunos animales, reales o inventados, que imponen solo verlos o imaginarlos, y que son mitificados en todo el mundo. O, posiblemente a causa de ella.

Iniciados en culturas africanas existen muchos ritos en los que se sacrifica un gallo, con mensajes crípticos y supersticiosos, como siguen los adictos al Vudú y otros “clubes” parecidos

Los humanos y la sociedad en general, hace entre 3 mil a 4 mil años, eran dados a tener numerosos ritos relacionados con las primitivas religiones, y muchos hacia las creencias de su normal politeísmo, que eran todas. O eran la gran mayoría. El sol era el más común de todos los ritos, e incluso era visto como el principal dios, o uno de los más importantes. Hay el ejemplo, entre los griegos, de la relación del gallo con Hermes, en su relación con el astro solar. Los ritos sobre el gallo, gran madrugador, en su cántico al salir del sol, hicieron que Escolapio promocionara esta virtud, como rito hacia el astro solar, y porque entendió que el madrugador, tenía mayor salud. Es aún actual según el viejo adagio “a quien madruga Dios le ayuda”. Lo mismo estuvieron protegiendo en la India, por los cuatro ejemplos a dar a los ciudadanos masculinos: Como los que da el gallo en su lucha para sobrevivir, en la acción de levantarse pronto, en la de comer en familia, y de defender a sus esposas. Virtudes que podrían servir de ejemplo para muchos de nosotros… En Persia, cientos de años antes de nuestra era, eran ejemplo de su valor, al creer que con su canto o cacareo, hacían huir a los demonios, algo contrario a algunas quejas actuales. O los ritos de fertilidad, que han llegado hasta hoy, como los huevos de Pascua, de tanta aceptación en las fiestas: los “Easter eggs”, en el Reino Unido, y en muchas CCAA españolas, como las monas de Pascua tradicionales en todo levante, siempre con huevos, o en su forma, aunque hoy se haya mixtificado con abundancia de chocolate y con muñecos varios…

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Atleta vencedor. Cerámica griega de un deportista sosteniendo su gallo de combate.

Pero no eran solo relaciones positivas y religiosas, sino que algunas eran negativas y misteriosas, como los fenicios que en los ritos funerarios ponían huevos junto a los difuntos. O los agoreros romanos, incluso haciendo predicciones para los Emperadores, donde usaban gallos y gallinas para sacrificarlos y observar sus vísceras. Y sus patas, que decían aportarían buena suerte el llevarlas siempre, o, especialmente durante las luchas. Acción que ha llegado hasta nuestros días, mezclando la buena suerte -?- de llevar una pata de gallina, o una de conejo… Ambas son, asimismo, signos de fertilidad.

Iniciados en culturas africanas existen muchos ritos en los que se sacrifica un gallo, con mensajes crípticos y supersticiosos, como siguen los adictos al Vudú y otros “clubes” parecidos, en muchas etnias de aquellos países que han recibido influencia de su cultura. Aunque existen acciones muy parecidas en círculos del sudeste asiático, derivados de los sacrificios ancestrales de hace varios milenios.

Espectáculos

El uso de gallos en peleas está difundido en todos los Continentes, con los mismos razonamientos de quienes protegen a la tauromaquia. Argumentando que la lucha entre machos ya está en sus genes. O que es una tradición antiquísima, dicen, y, por ello, extrañamente, lo tienen como “divertimento”.

Los gallos, por su sistema de grupo de hembras con su macho, pelean contra otros competidores, para protección de su regla genética que les va insistiendo, vía hormonal, que hagan lo imposible para conseguir un gran número de descendientes. ¡El mayor posible!. Con una decena de “esposas” y a huevo diario cada esposa, son muchos posibles descendientes. Y lo intentan luchando. Por selección natural les han crecido los espolones, que son unas armas añadidas, a las de patas y pico. Este ardor hacia la lucha es lo que ha motivado espectaculares peleas, muchas a muerte. Con sus consabidas apuestas, y las mafias interesadas en todo lo ilegal.

Por los restos hallados se puede concluir que las gallinas en su origen eran más pequeñas, y su domesticación y futuras elecciones las han ido agrandando

Existen peleas de gallos en numerosos países, admitidas y promocionadas, en algunos y en la mayoría prohibidas. Pero se mantienen, aunque sea escondiéndolas. Como aún existen en algunos lugares de nuestro entorno. Con los aumentos artificiales del tamaño y del filo de sus espolones, con añadidos metálicos, la lucha es mucho más cruel y dañina. Resultando de ello verdaderas carnicerías. Es obvio que no pueden permitirse, por su mismo motivo que es el de infligir grandes daños físicos, incluso la muerte, en estos animales, lo que se aparta de toda ley universal del derecho de los animales, a quienes debemos el mayor de los respetos, aunque seamos de especie distinta.

Podríamos añadir las muestras de belleza, con exhibición de las razas existentes, sobre todo las más espectaculares. Son presentadas como concursos de comparación, lo que aducen sirve como mejora de las razas, lo cual debe tenerse en cuenta, pero evitándoles todo maltrato, y el stress correspondiente. Aunque nada comparado con las peleas.

Consumo

Las gallinas, por su alta producción huevera, ya natural, incrementada por la genética, y produciendo huevos incluso sin fertilizar -por lo que no es necesaria la presencia y monta de los gallos-, al eliminarles la tendencia a la cloquez, la producción aumenta a casi un huevo diario. Además los huevos de gallina, y de otras aves, son muy apetecidos por otros animales depredadores, como fue, y es aún, el propio ser humano. Por tamaño, limpieza, y valor nutritivo y de sabor, de los huevos de gallina, hacen que sea un alimento muy apetecible, como demuestra la domesticación de las gallinas en todo el mundo, y su explotación intensiva, algo que se intenta mejorar como ambiente y entorno. El consumo de huevos en el mundo occidental está, de promedio, bastante por encima de las doscientas unidades por persona y año. Casi lo mismo de la producción, ¡de aquí que el censo de gallinas es muy parecido al de personas!.

Aparte de las gallinas especialmente productoras de huevos -las llamadas ponedoras-, hemos hecho la selección de otras que, si bien producen algo menos en número, por su tamaño y conformación las llamamos “reproductoras de raza pesada”. Estas gallinas más cárnicas, y sobre todo por cruzarse con gallos especializados, y raceadores genéticos, hace que produzcan huevos fértilizados, y, una vez incubados, normalmente en incubadoras industriales, nos den pollitos destinados para carne. Tanto los machos como las hembras serán los futuros productores de carne, llamados “pollos”, “picantotes”, “poulardas” en Navidad, y “capones”. Entre todos han representado la gran revolución en el mundo cárnico, al reducir el coste de producción. Su abaratamiento hace que esta carne pueda ser consumida por toda la población. No como hace años, cuando era plato principal en fiestas muy exclusivas, en Navidad, en Pascua florida, o en el “santo” del “pater familiae”… cuando hoy es de posible consumo diario.

Lo más valorado e importante es por la calidad de su carne, con grasa de buena relación de ácidos grasos, con lo que ha alcanzado a ser, junto a la carne de cerdo, la más consumida en todo el mundo. En España, de promedio debe calcularse en unos 25 kg de pollo en peso canal, por persona y año, algo más de la cuarta parte del consumo total. Aparte hay la carne de las propias gallinas, de raza pesada o semi, que incrementan algo este consumo anual promedio. La carne de las gallinas ponedoras, exclusivamente, no se comercializa como norma, o es usada como proteína animal en los alimentos para otros animales.

Aparte de estos consumos de alta proporción de la proteína animal, desconocidos años ha, y que ha significado una mejora en la alimentación del promedio de la Sociedad en general, sin distinción de estatus económico, como ocurría en épocas anteriores, hay otras producciones, aunque mucho menores. Como son la producción de plumas, que tienen un uso variado según su calidad, aunque en general se usan en industrias de alimentos animales, previo tratamiento especial. O son usadas como abono, junto a las deyecciones y cama usada, que puede ser simple serrín o viruta. El conjunto de este tripartito, plumas, cama o yacija, y las deyecciones llamada gallinaza, forman un excelente abono para la agricultura. Muy necesario en regiones secas y agotadas como suelen ser las de nuestra península.

En conjunto es una rama dentro del sector agropecuario, aunque suele denominarse “avicultura” de forma independiente, por la importancia que tiene su gran sentido social, al ser tanto la carne de pollo, como los huevos, unos alimentos excelentes, por su composición y mucho por su precio, que han hecho reducir significadamente el coste de la cesta de la compra, como lo llama el Gobierno. Bienvenidas, por tanto las gallinas, que conocemos, y que tanto nos han ayudado, durante muchos siglos, y especialmente lo están haciendo, en los últimos cincuenta o sesenta años. •

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