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SUSCRIBIRSEEste artículo es parte de la edición de marzo, 2015
El pollo del mañana
El titular no es nuestro, sino que lo reproducimos de un reciente artículo en el que, a su vez, el autor, cuyo nombre preferimos no citar para no hacerle publicidad –no se la merece– utiliza el título de un conocido concurso estadounidense de los años cincuenta –“The Chicken of Tomorrow”– para dar su particular visión de lo que es el pollo actual en comparación con el de hace años. Y así, aparte de algunos errores flagrantes –por ejemplo, el llamar “variedad” a la raza francesa Bresse, decir que las hembras reproductoras para carne son de la raza New Hampshire, en vez de White Rock, o que engordamos a los pollos con antibióticos-, aprovecha para cargar contra el pollo actual al afirmar que por el gran tamaño de su pechuga son incapaces de reproducirse -!!-, que está “modelado en escayola”, que es un diseño de laboratorio, que el negocio está en manos de un puñado de grandes corporaciones, etc.
En fin, lo de siempre… y menos mal que el “documentado” autor no se mete con el uso de hormonas, el típico infundio con el que, aún con cierta asiduidad, se suele criticar al pollo “broiler”.
Por otra parte, como se da la circunstancia de que para este número de SELECCIONES AVÍCOLAS ya teníamos preparados los dos artículos que figuran en primer lugar, sobre el crecimiento y el rendimiento de los broilers actuales y sobre la competitividad de este sector y el del huevo en la Unión Europea, la oportunidad de tratar del pollo y de su relevancia se nos brinda en bandeja, porque:
¿Habrá alguien que no haya pensado que si hasta hace relativamente pocos años era normal que un pollo creciese a un ritmo de 50 a 60 g diarios, ahora esto ya se halla muy superado… y la “carrera” aun no ha finalizado? Bastan como ejemplo unos recientes datos del Reino Unido que nos muestran los resultados de un criador que con 4 manadas –mixtas– ha conseguido pollos de 3,134 kg a los 42,5 días, con un índice de conversión de 1,651 y un EPEF de 430. Y preguntamos ¿hay quien dé más?
Si bien esto es un logro muy considerable, no cabe duda de que en esta “carrera de la productividad” hay muchos –personas, empresas y países– que se quedan en el camino, como se puede deducir del segundo artículo al que aludíamos. Casualmente también, el aspecto de la competitividad de nuestros pollos, españoles y europeos, coincide con lo que acaba de publicarse en la prensa económica acerca del auge de las producciones avícolas americanas, en contra del estancamiento de las europeas. Y no pensemos solo en norteamericanos y brasileños pues argentinos y chilenos van a la zaga y quién sabe cuándo alcanzarán a aquellos…
Otrosí, esta vez en el sector del huevo. Tal como se desprende del segundo artículo que citábamos, que está muy resumido, así como de lo que más adelante también insertamos en este número acerca de la preocupación del mismo por la posible llegada de huevos extracomunitarios, la competitividad del mundo en el que vivimos hace que, comprando por precio, nos inclinemos por las más económicas y saludables fuentes proteicas con que cuenta la humanidad, el pollo y el huevo. Así, el consumidor de un artículo o de otro, pese a lo que es criticado de ellos, no duda en elegir a la carne de pollo broiler o al huevo “industrial” –léase de código 3– en más de un menú semanal y por poca facilidad que tenga para seguir adquiriendo estos productos en aquel “super” más cercano a su domicilio, o que crea más económico, seguirá haciéndolo así, despreciando las patrañas que algunos atribuyen a nuestros productos.
Otra cosa sería el que, en un mundo ideal, no quisiéramos criar a nuestras aves en otras condiciones. Sin ir más lejos, una muy reciente encuesta francesa acaba de mostrar que el 59,3% de los habitantes del país vecino adquieren pollo varias veces por semana -contra solo un 3,3% que lo adquieren raramente- pero que, en la percepción que tienen sobre el mismo, el primer punto “negativo” sea su desaprobación de que sea criado siempre sin salida al exterior.
Así que, ¿en qué quedamos? Pero como ahora no se trata de hacer comparaciones odiosas con otros tipos de pollos, más vale que dejemos aquí el tema…