Este artículo es parte de la edición de enero, 2015

El suscriptor opina

5 Enero 2015

Muy apreciado Federico:

Tengo que escribirte este correo para hacer un comentario sobre el contenido del editorial de SA.

En el editorial afirmas que las aves camperas suponen un riesgo para el resto de la cabaña avícola porque son aves que están más expuestas a la influenza aviar. Lamento esta afirmación y te pido que lo antes posible sea rectificada, pues no es cierta. Los casos que desgraciadamente se han dado en aves de explotación no han sido en aves con salida al aire libre, sino en aves que se mantenían confinadas en el interior de las naves. Puedes repasar todos los últimos casos de los que hemos tenido noticia últimamente para comprobarlo, o sin ir más lejos, los dos casos que hemos sufrido en España -gallinas en grandes naves con jaulas y reproductoras pesadas-. Como esto no es una opinión, sino que se puede comprobar fácilmente y, además, así lo reconoce nuestro Ministerio, la Comisión Europea y también lo publican algunas muy respetadas publicaciones, como Elika – esta ha sido difundida en los boletines de Avialter -, supongo que no habrá mucho problema en que cambies esa afirmación que se hacía en el editorial.

Entiendo que en una inmediata unión mental de dos afirmaciones que se dan por ciertas a priori -las aves silvestres son las que propagan el virus de la influenza y las aves en contacto directo son las que se contaminan- lleguemos a la conclusión de que las aves camperas son las más expuestas, pero si se comprueba esta suposición con la realidad se ve claramente que no es así. Hoy se intenta profundizar más en cómo se da este contacto entre aves silvestres y de explotación, y cómo se desarrolla la enfermedad después del contacto.

Las formas de contacto pueden ser muy variadas: personal, materiales que se comparten entre granjas, etc. Y la evolución del virus dentro de un lote también parece que no es tan “simple” como se pensaba. Todo esto nos lo irán explicando próximamente los científicos, pero mientras tanto, la evidencia nos dice que las aves con salida al exterior no padecen más casos de influenza aviar, sino al contrario.

Como pista de trabajo se está siguiendo la repercusión que la ventilación forzada y la alta concentración de aves en una misma nave pueden tener en la contaminación, patogénesis y trasmisión del virus. Pero esto nos lo confirmarán o desmentirán los investigadores. Mientras tanto tenemos la realidad que tenemos.

Un abrazo.

José Carlos Terraz
Presidente de AVIALTER


12 Enero 2015

Apreciado Carlos:

Gracias por tu email, queriendo recalcar, ante todo, la advertencia que allí ya hicimos acerca de que no se nos interpretase erróneamente y que algo más adelante reiteramos al decir que “siempre insistiremos en la necesaria convivencia de la avicultura industrial con la campera o ecológica”. Es decir, en modo alguno quisimos desprestigiar a esta última por el hecho de que las aves pueden pasar parte de su vida al aire libre, pero ello no quita para que creamos que el riesgo que asumen las granjas de este tipo sea mayor que el de aquellas otras practicando un estricto confinamiento. Es cierto, como bien dices, que los dos casos de IA ocurridos en España lo han sido en granjas “industriales”, con aves en confinamiento, al igual que otros ocurridos últimamente en Europa. Pero recuerda que, unos años antes, un somormujo -ave migratoria-, fallecido en un parque natural del País Vasco, sembró la alarma al diagnosticarse afectado por el virus de la IA. Y si esta misma ave, en vez de fallecer allí, en solitario, sin ocasionar ningún problema, hubiese viajado algo más, llegando a alguna granja, ¿no crees que habría podido contaminar más fácilmente a unas gallinas o pollos con acceso a parque que a otras aves en confinamiento? Por tanto, el riesgo de las aves migratorias es cierto, aunque ello no significa que el o los virus de la IA nos hayan llegado a Europa, desde un lejano oriente asiático, en donde son endémicos, exclusivamente por esta vía, pues quién sabe los viajeros y/o los fómites que los hayan podido transportar. Lo que queríamos recalcar es que la UE se ha de mantener firme ante algunos lobbys extremistas de bienestar animal que les gustaría que obligatoriamente toda la cría de aves fuese al aire libre. Desde SELECCIONES AVÍCOLAS entendemos la avicultura como un “modus vivendi” digno, debiendo poder convivir la avicultura industrial con la alternativa, pero nunca forzando las autoridades a permitir sólo una. El avicultor debe ser el que elija según su mercado y posibilidades su sistema de cría, el científico investigar sobre los riesgos –reales, indistintamente del sistema de cría- de la IA y las autoridades regular cómo actuar ante los futuros brotes, que saldrán, de IA.

Obviamente, ya sé que ésta es solo una parte de la historia y que, aparte de este “factor riesgo” de la crianza en el exterior, hay otros detalles a cuidar. Por ejemplo, que las granjas dispongan de un asesor veterinario para alertar inmediatamente sobre los primeros signos sospechosos de IA –o de cualquier otra enfermedad-, extremar las medidas ante el ingreso de material del exterior, evitar la entrada de pájaros en las naves, el uso adecuado de los desinfectantes apropiados y un largo etcétera de medidas de bioseguridad que deben adecuarse al tipo de alojamiento de la explotación.

Si con tu carta por una parte y estas aclaraciones podemos contribuir a una mayor prevención de la IA en las granjas, sean del tipo que fueren, creo que podríamos darnos por satisfechos.

Un cordial saludo

Federico Castelló Director SELECCIONES AVÍCOLAS

 

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