Este artículo es parte de la edición de agosto, 2014

El Campylobacter en los pollos británicos: escándalo en el Reino Unido

A punto ya de cerrar la edición de este número nos llega la noticia de un nuevo escándalo surgido en el Reino Unido, destapado por el influyente rotativo “The Guardian” el 23 de julio pasado y que, según se apunta, puede igualar o incluso sobrepasar en importancia a la alarma mediática de 1988 cuando la entonces Ministra de Sanidad del país afirmó que la mayoría de los huevos británicos se hallaban contaminados con salmonelas. 

En esta ocasión el protagonista ha sido el pollo y el culpable el Campylobacter que, según se afirma, puede hallarse presente en las dos terceras partes de todos los pollos frescos vendidos al detall en los supermercados británicos. Por otra parte,  aunque en la noticia se indica que esta bacteria se elimina al cocinar el pollo, lo malo es la afirmación de que entre las 280.000 personas afectadas anualmente por la misma en el país se estima que hay un centenar de fallecimientos. Y si esto no es para poner los pelos de punta al sector británico del pollo, a nosotros no nos extrañaría que originase el mismo cataclismo que la desafortunada referencia a la salmonela de hace años.

El escándalo ha surgido tras una investigación realizada durante 5 meses por el citado medio, afectando a dos de los mayores procesadores de aves del Reino Unido, “2 Sisters Food Group” y “Faccenda”, por la detección de Campylobacter en las canales de pollos halladas en unas cadenas tan importantes de supermercados y establecimientos de comida rápida como son Tesco, Asda, Nando, Sainsbury´s, Aldi, M&S y KFC.

Las acusaciones contra los citados mataderos sen han basado concretamente en haber detectado canales de pollos caídos en el suelo que se habían vuelto a poner en la cadena, pilas de material de alto riesgo –plumas, intestinos y desperdicios varios– acumulados durante horas mientras continuaba la producción, no haber renovado durante 3 días el agua del escaldado, atascos en los canales de drenaje de residuos, etc. Pero en realidad el problema ya venía de unos meses atrás, iniciándose a través de la evidencia proporcionada por unos delatores, introducidos en los mataderos y mostrando fotografías de estas malas prácticas, de lo que ya había sido consciente la “Food Standards Agency” –FSA– del Reino Unido que, tras apremiar a los interesados para mejorar sus condiciones de higiene, al final no ha tenido más remedio que dar a conocer los hechos.

Con un informe de la FSA de que en el año 2003 se estimaba que un 56 % de los pollos británicos se hallaban contaminados por Campylobacter, en el 2008 el 65 % y de que ahora el 80 % de las infecciones por esta bacteria se atribuyen a la carne de ave, puede comprenderse que el escándalo está servido. De hecho, ya se ha cuestionado la independencia de la FSA de las industrias de la alimentación y su papel en el tiempo transcurrido hasta que este asunto ha salido a la luz. 

Con los testimonios de varios delatores infiltrados en los mataderos, mostrando fotos espeluznantes, así como de algunas “víctimas” afirmando haber enfermado tras la ingestión de pollos contaminados por Campylobacter, al cerrar esta edición no podemos saber como acabará el tema, aunque creemos que el sector del pollo sí puede extraer una lección: la de llevar al límite todos los controles de higiene en los mataderos y, más concretamente, aplicar a rajatabla los principios del APPCC -Análisis de Peligros y Puntos de Control Críticos-. Este es un tema sobre el que nos ocuparemos en profundidad en un próximo número, así como el del Campylobacter, también motivo de preocupación de las autoridades sanitarias y del que también será sujeto preferente de nuestra atención. 

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Con el sensacionalista título «Revelado: el sucio secreto de la industria avícola británica» este demoledor reportaje del diario «The Guardian» acumulaba ya cerca de un millar de comentarios de indignados consumidores y no había pasado ni un día desde su publicación.

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